Arte, escuela y educación artística

14 enero 2023
La educación artística no debe estar atada a la creación de un objeto o un producto final, sino que puede servir como vehículo facilitador para otros aprendizajes interdisciplinares (img.: iStock).

Ya en 1972, Simón Marchán Fiz escribía sobre la transformación que estaba aconteciendo en el mundo del arte, desde un arte objetual (en el que el resultado final del proceso artístico era la creación de una obra de arte materializada en un objeto determinado) a un arte de concepto (que trabaja con conceptos e ideas, y la obra de arte es el proceso de reflexión mismo). 

Esta idea puede aplicarse a la situación actual de la educación artística en nuestras aulas. Por un lado, existe la educación en las artes, y, por otro, una educación a través de las artes. La primera incluye el aprendizaje de las artes en sí mismas, capacitando al alumno de un conocimiento en la disciplina, y, en la segunda, el arte actúa como catalizador para la adquisición de aprendizajes. 

Tradicionalmente, la educación artística en la escuela siempre estuvo atada a la creación de un objeto o un producto final. Pero, probablemente, este sea el momento de incluir en nuestro currículo, además, una educación artística como estructura para el proceso de reflexión en la adquisición de conocimientos interdisciplinares. 

En ambos casos, se logra una serie de objetivos con los alumnos: aumento de la creatividad, de la autoestima, de la imaginación, de la capacidad de liderazgo, de la flexibilidad de pensamiento, de la curiosidad, de la búsqueda de diferentes soluciones ante problemas complejos, etc. Pero es en esta segunda acepción en la que los sistemas educativos internacionales inciden en los últimos años, destacando que el arte actúa no solo como disciplina necesaria en sí misma, sino también como vehículo facilitador. 

La LOMLOE podría ser la oportunidad para incluir la presencia del Arte-Escuela-Educación como ingrediente necesario en la adquisición de las competencias clave, incluyendo al arte como elemento esencial en la creación de las condiciones óptimas que garanticen un aprendizaje de calidad. La presencia de proyectos de prácticas artísticas contemporáneas en la escuela provoca modificaciones en la forma de aprender y sitúa a nuestros alumnos en conexión con la realidad, permitiéndoles imaginar futuribles posibles, asumiendo el lugar que ocupan como ciudadanos en la complejidad del mundo presente. Esta comprensión les permitirá ejercer una ciudadanía crítica, responsable, tolerante y respetuosa. 

Una educación artística como recurso pedagógico abre al alumno un universo que activa multitud de posibilidades de aprendizaje para el resto de la vida. La observación, la experimentación, la búsqueda, el análisis y la práctica inherentes al proceso creativo mismo hacen del arte un campo de reflexión esencial. Y en esto consiste la adquisición de competencias. Nuestras alumnas y alumnos deben adquirir aquellos conocimientos y recursos que les permitan conocer el mundo, comprenderlo y cambiarlo. Deben transformar su presente para soñar su futuro. Y el arte facilita su adquisición y consolidación. 

La sociedad cambia a pasos agigantados. Nunca se generaron tantos mensajes audiovisuales y nunca nos vimos inmersos en la difícil labor de descifrarlos y comprenderlos. Por tanto, es urgente formar alumnos a través de la alfabetización audiovisual, para que sean competentes en la interpretación y elaboración de estos mensajes, y capaces de desarrollar un pensamiento crítico ante estos. 

Una educación artística para la formación integral de nuestras alumnas y alumnos debe reflejarse en una presencia mayor de la materia en el nuevo currículo, tanto con respecto a la carga lectiva en todas las etapas de escolarización obligatoria como en la formación específica del profesorado que la imparte. 

  

Referencias

  • Marchán Fiz, S. (2001). Del arte objetual al arte de concepto. Madrid: Akal.