La media de alumnos por profesor alcanzará un mínimo histórico en España (10,6) en el próximo curso

21 agosto 2024
La fuerte incorporación de docentes unida a la caída de la natalidad lleva a ratios que están por debajo de la media de la UE y de la OCDE (img.: iStock).

A escasas semanas del inicio del curso en España, solo faltan los últimos retoques para iniciar un curso en el que la caída de la natalidad convivirá con un incremento significativo del número de docentes.

Como explica Ignacio Zafra (El País), “nunca ha habido tantos profesores en España. 784.425, lo que supone 114.638 más que hace una década, en pleno impacto de los recortes que siguieron a la gran crisis financiera, según las estadísticas publicadas al término del último curso por el Ministerio de Educación.” La consecuencia de este incremento es que, en el próximo curso, los centros españoles disfrutarán en las etapas preuniversitarias de una ratio alumno/profesor de 10,6, que marca mínimos y queda por debajo de las medias de la UE y la OCDE. Como referencia, Education at a Glance 2023 recoge, en los países de la OCDE, una media 14 estudiantes por docente en la segunda etapa de secundaria general y 15 estudiantes por docente en la segunda etapa de secundaria profesional, frente a unas ratios de 11 y 9 en las etapas equivalentes en España.

Esta significativa reducción de la ratio será mayor en los centros públicos (9,8) que en los privados (12,9), aunque en ambos casos se verá reducida. La mejora da respuesta a una vieja reivindicación del profesorado, que viene asociando la bajada de la ratio a una mejora de las mejores condiciones de enseñanza, que hace posible una atención más personalizada y de calidad.

¿Tendrá esta bajada de ratios un efecto significativo en la mejora del desempeño?

Lo lógico es pensar que sí, aunque los datos no parecen concluyentes. Si nos fijamos en los resultados de las últimas pruebas PISA, hay comunidades que combinan medias de alumno por profesor muy bajas con resultados excelentes, como es el caso de Castilla-León, Asturias y Cantabria, mientras que no ocurre lo mismo en otras, como Madrid, también con buenos resultados pero con ratios elevadas (12,2), o con Extremadura, con peores resultados y ratios muy bajas (8,9). Claro que hay que considerar otras variables, como el contexto socioeconómico de cada región, por citar una de gran peso.

Por otro lado, un estudio reciente publicado en la prestigiosa revista International Journal of Science Education afirma que las aulas con menos alumnos no mejoran las notas de los hijos de familias de recursos bajos.

Este estudio tenía como objetivo construir un modelo integral de resiliencia en el ámbito de las ciencias. Más allá de las ratios, el predictor de buen desempeño fue, en Japón, la enseñanza basada en la investigación, mientras que, en Macao, fue la instrucción dirigida por el docente. Su conclusión es que los docentes de ciencias desempeñan un papel crucial en el desarrollo de la resiliencia de los estudiantes y, por tanto, en los resultados. E incluso sugiere que una clase pequeña disminuye la probabilidad de que los estudiantes ingresen al grupo de resiliencia de alto nivel, por lo que reducir el tamaño de las aulas podría disminuir las probabilidades de que los niños obtengan mejores resultados. Es decir, importa el o la docente, no la ratio.

En un análisis crítico de este artículo, la profesora de Métodos de Investigación en Educación en la Universidad Autónoma de Madrid, Cynthia Martínez Garrido, pide mirar con cautela el falso titular de que la ratio no importa.

Para los autores del artículo lo realmente importante es la labor del docente, por lo que sugieren dejar de invertir dinero en bajar la ratio y dedicarlo a la contratación de docentes de calidad, aunque dicha calidad pueda diferir en función del contexto. Martínez Garrido considera que esto es coherente con lo que señala la investigación sobre eficacia escolar, en el sentido de que “no hay una metodología de enseñanza mejor que la otra, sino que, en función de la escuela, el grupo clase y el tipo de contenido que se esté impartiendo, será mejor el aprendizaje basado en proyectos, la clase magistral, las tertulias dialógicas, por señalar algunos ejemplos de metodologías que marcan la diferencia”. Sin embargo, pide no caer en el titular fácil -la crítica a la bajada de ratio- y, en lugar de eso, interpretar los resultados de una manera más comprensiva.

La reducción de la ratio y la mejora de la calidad docente no son incompatibles, por lo que Martínez Garrido sostiene que “la calidad de los docentes es el sustento de una escuela y una educación de calidad, y, además, menor número de estudiantes en el aula será la llave que permita al profesorado dedicar su tiempo docente para dedicar una atención y seguimiento de mejor calidad a sus estudiantes, especialmente para los más desfavorecidos”. 

La calidad del profesorado y el tamaño de la clase no son mutuamente excluyentes

En la misma línea, el profesor de Psicología y Educación de la University College of London, Peter Blatchford, considera que la conclusión del citado artículo de que no vale la pena invertir en clases más pequeñas no está respaldada por los métodos y resultados del estudio. Sostiene Blatchford que, sin duda, “la calidad del profesorado es importante, como se dice en el artículo, pero hemos encontrado que muchos profesores sienten que el tamaño de la clase afecta su capacidad para enseñar bien. La calidad del profesorado y el tamaño de la clase no son mutuamente excluyentes”.  

¿Qué nos dice la experiencia docente?

Es difícil encontrar a un docente experimentado que no defienda la importancia de una ratio menor para conseguir una atención más personalizada, más aún cuando se aprecia un incremento constante de alumnado con necesidades educativas especiales, que exigen mucho más acompañamiento.

De modo que podemos asegurar que la percepción docente es que la bajada de ratio importa, y mucho. Así que, por el momento, quedémonos con la buena noticia de que la reducción anunciada para el próximo curso escolar contribuirá muy probablemente a una mejora en la atención del alumnado, en sus resultados de aprendizaje y en el bienestar docente.


Fuente: SMC España


Referencia

  • Jiang, T., Qian, H. F., Li, F. Q., & Wang, T. J. (2024). Typologies of secondary school student academic resilience in science with classroom and school context predictors. International Journal of Science Education, 1–30. https://doi.org/10.1080/09500693.2024.2321471