Educar para la sostenibilidad: pequeñas acciones para el cambio global

18 octubre 2024
Las acciones individuales más eficaces para la sostenibilidad se basan en cambios de comportamiento, como caminar o ir en bicicleta, pero son también las más difíciles de conseguir (img.: iStock).

Contra el cambio climático las pequeñas acciones cuentan: caminar, moverse en bicicleta, en transporte público o en un coche eléctrico. La suma de miles de millones de personas multiplicada por sus acciones cotidianas es un poder capaz de mitigar el cambio climático y hacer que nuestro destino sea mejor. El texto es la crónica de la comunicación del autor en el 17.º Seminario Internacional de Educación Integral (SIEI), celebrado el 24 y 25 de abril de 2024 en Ciudad de México.

¿Cuántas personas saben cuál es su huella de carbono? Aunque parezca algo básico no lo tenemos presente, así que debemos empezar por ahí. En la educación, en la ciencia, en la matemática hay una regla básica que dice “no podemos mejorar lo que no podemos medir”. Entonces, deberíamos empezar entendiendo cómo estimar esto que llamamos la huella de carbono. Voy a compartir con ustedes algunos ejemplos de cómo integrar estas realidades en el aula, con nuestros alumnos.

Ahora, la siguiente pregunta: ¿qué es el cambio climático? ¿Cómo nos afecta? Esto no es algo nuevo y me gusta utilizar esta imagen, para visualizarlo. Es una conocida obra de arte de Hokusai, un artista japonés, llamada “La gran ola de Kanagawa”.

La Gran ola de Kanagawa, de Katsushika Hokusai (1760-1849). Wikimedia Commons/ Dominio público.

En su momento, en el Japón, ya se hablaba y había muchísimo movimiento con respecto a gente involucrada en el sector de la ciencia, de la educación y del gobierno, de los posibles peligros que puede tener una sociedad como la japonesa, que esencialmente vive en un espacio georreferenciado, en una isla; es decir, ser cuáles son los potenciales riesgos que puede tener como sociedad por su ubicación geográfica. De forma análoga, esto es algo sobre lo que también venimos pensando y explorando muchos de nosotros, desde hace muchos años.

Otra pregunta esencial: ¿qué gases hacen que la temperatura aumente? El dióxido de carbono es parte de esos gases que hacen que la temperatura de todo el planeta siga aumentando. Y esto es un problema, por distintas razones, pero a mí me gusta utilizar una analogía que puede ser valiosa en procesos educativos. Nosotros lo utilizamos en el Instituto de Tecnología de Massachusetts en Boston, donde hago gran parte de mi trabajo. ¿Qué es este gas? Primero, no se puede ver; es invisible, y es difícil medirlo y entenderlo. Una tonelada métrica de CO2, que además es una unidad de valor transaccional en el mercado mundial, equivale al tamaño de una casa mediana. Solo para tener una relación frente a lo que significa este gas que estamos emitiendo. Esto nos ayuda a dimensionar el reto que debemos enfrentar.

¿Cuánta basura producimos? Ideas para visualizar nuestras emisiones de CO2

Para vivir tenemos que consumir, tenemos que alimentarnos, movernos, educarnos, comprar cosas para nuestra higiene, etc., pero muchas veces no reflexionamos y no nos detenemos un segundo a pensar cuánta basura producimos. Y como sociedad producimos mucha basura, y me refiero a basura en exceso. Uno de los grandes retos que tenemos como sociedad es el manejo de los desechos. Otro es el manejo del agua, y aquí en la Ciudad de México hay un tema bastante crítico con respecto a la infraestructura para el manejo del agua, y otro es el calentamiento global. Pero la pregunta sobre cuánta basura producimos es importantísima, porque quizás nos ayude a entender mejor el reto del calentamiento global.

¿Cuánta basura cabe en una bolsa estándar de treinta galones? Hagan este experimento en su colegio, en su casa, alguna vez. Llenen una bolsa estándar de basura con desperdicios o con distintos objetos y vacíenla enfrente de sus estudiantes. Es importante, ya que a veces no dimensionamos cuánta basura entra en una “bolsita”. La basura tiene mucha relación con el CO2 que producimos. Si nosotros como sociedad, ciudad, comunidad o colegio empezamos a pensar en el CO2 como basura, quizá podamos entender mejor qué hacer para no generar tantos desperdicios. Ese es otro experimento: un día cualquiera, sorprendan a sus alumnos —sería muy interesante ver su reacción— llenando el salón de basura. Estas experiencias pueden impactar a sus estudiantes para toda su vida, y pueden ayudarlos a reflexionar y pensar sobre los siguientes cuestionamientos: “¿por qué?”. “¿qué es esto?”, “¿qué puedo hacer?”. Si lo diseñan bien puede ser un ejercicio de reflexión.

En los Estados Unidos de América una persona emite, en promedio, dieciséis toneladas de dióxido de carbono al año; una tonelada equivale a mil bolsas. Eso quiere decir que, en promedio, una persona en Estados Unidos de América está generando 16000 bolsas de basura al año.

Si empezamos a pensar en el CO2 como basura, quizá podamos entender mejor qué hacer para no generar tantos desperdicios.

Soy también educador, y para mí ha sido un privilegio ser profesor universitario, porque siento, sinceramente, que aprendo más de mis alumnos que lo que ellos aprenden de mí. En todos los ejercicios de intercambio alumno-profesor creo que hay algo que nos falta, y que sería una oportunidad muy bonita para todos, y es que el proceso educativo sea más divertido, que la experiencia de aprender y de educarnos sea más divertida en general, y no sea una experiencia tan rígida ni tan formal. ¿Qué pasaría si empezamos a pensar en cómo aplicar estos conceptos y enseñar a los chicos cosas necesarias para su formación y para su futuro? Pero, intentarlo de manera más didáctica, divertida y visual. Esa es una gran oportunidad que tenemos y esperamos que se pueda aplicar en muchos conceptos relacionados con esto.

Esta es otra manera de visualizar el carbono, distinta a la de la basura, quizás más entretenida y, es que una tonelada métrica de carbono equivale al volumen de aire caliente que tenemos en un globo aerostático, con los que seguro que estamos familiarizados. Como les decía, en Estados Unidos el promedio de una persona es de dieciséis toneladas al año; en México es bastante menor, quizás ocho o diez. En América Latina el porcentaje es menor, evidentemente, pues Estados Unidos es uno de los mercados donde mayor consumo existe.

Este es un problema global, en donde todos debemos intentar aportar de alguna manera, porque ese futuro, desde la educación, desde nuestro privilegio y oportunidad de formar a las personas del futuro, ese futuro va a depender mucho de cómo la sociedad haga algo al respecto, aportando soluciones para mejorar el problema.

Buscando incentivos para actuar

Se pueden hacer muchas cosas al respecto, unas más complejas que otras, y aquí les doy un ejemplo de lo que nosotros hacemos con respecto al tema de la movilidad y el transporte desde el punto de vista de la tecnología.

El trabajo que realizamos se basa en el cambio de comportamiento, una de las cosas más difíciles de conseguir, porque son procesos complejos y de largo aliento. Así surgió un cuestionamiento en nosotros. Nos preguntamos ¿qué pasaría si le comenzamos a pagar a la gente para que realice esos cambios? Descubrimos que hay un mercado, una economía del carbono a nivel mundial -estamos hablando de billones de dólares que se están perdiendo y que se podrían distribuir entre quienes empiezan a actuar-. Si cualquiera de ustedes empieza a usar la bicicleta una vez a la semana, ese cambio tiene un valor en el mercado, y podrían empezar a pagarles a ustedes por generar ese cambio de comportamiento. Hay un valor real ahí, que se está perdiendo, y vemos una oportunidad muy grande.

En nuestras ciudades todos los días estamos generando CO2, pero no lo vemos, y por ello no nos afecta directamente, o al menos pensamos que no nos afecta directamente, pero el tema es crítico. El reto como educadores también tiene que ver con esto. Nosotros queremos pensar que podemos transformar este gran problema en algo un poco más divertido, más didáctico, de modo que esos incentivos permitan que los estudiantes, que la sociedad sean parte de esto, no porque no les quede alternativa, sino porque nos motiva, porque nos gusta, porque sentimos que todos vamos a estar mejor.

¿Cuál es nuestro incentivo como educadores? ¿Cuál es el incentivo que tenemos para incluir la sostenibilidad en nuestros procesos, en nuestra enseñanza, en nuestras aulas, en nuestro currículum? ¿Cómo logramos que el alumnado, desde una pequeña edad, empiece a entender que esto es algo importante, y en lo que todos tenemos que participar?


Ramiro Almeida es cofundador y director ejecutivo de Tram Global Inc, una empresa de tecnología que permite a personas y empresas medir y reducir sus emisiones de carbono. Junto con el cofundador, el doctor Ryan Chin, ha creado equipos de ingeniería de clase mundial en inteligencia artificial, robótica, visión artificial y procesamiento de datos a gran escala. En 2012, recibió la prestigiosa beca Loeb de la Universidad de Harvard y es becario del MIT Media Lab. Ha publicado sobre tecnología, diseño urbano, innovación social, fotografía, arte, fútbol y antropología. Es creador y director de la docuserie Miami Now.