Escuelas saludables. Comer bien para aprender mejor

La comida habla de nosotros, nuestras emociones, nuestras relaciones y, también, de nuestros aprendizajes. El comedor escolar se convierte, de este modo, en un espacio fundamental para el desarrollo integral y la educación para el desarrollo sostenible.
La historia de la humanidad ha sido, en buena parte, la historia de la búsqueda de comida, pero, gracias a los procesos de industrialización agrícola y al desarrollo de la industria alimentaria, la escasez de alimentos ha dado lugar, en los países desarrollados, al problema contrario, el sobrepeso y la obesidad, que se extienden con dimensiones casi epidémicas.
Según las estimaciones del Atlas Mundial de la Obesidad 2025, recientemente publicado, alrededor del 50% de la población adulta tendrá sobrepeso u obesidad hacia 2030 -un factor asociados a hipertensión, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y algunos cánceres-, lo que puede tensionar los sistemas sanitarios y ocasionar un elevado coste económico y social. Y más preocupante aún es el crecimiento continuo de la obesidad infantil, que no se circunscribe al Primer Mundo, sino que se extiende imparable por los países menos desarrollados como consecuencia, entre otras cosas, de la globalización de los alimentos ultraprocesados, más baratos que los naturales pero con un impacto mucho más negativo en el medioambiente y en la salud.
Y exceso convive con la escasez. Mientras crece el problema de la obesidad, la distribución alimentaria sigue siendo desigual e injusta, de modo que según el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI 2023), que fue elaborado por cinco organismos de las Naciones Unidas, 733 millones de personas seguían pasando hambre (lo que equivalía a una de cada 11 personas en el mundo), una cantidad que superaba en más de 122 millones de personas a las que se enfrentan al hambre en 2019. El incremento se debía a la pandemia y a las reiteradas perturbaciones relacionadas con las crisis climáticas, las migraciones forzadas, la crisis económica y los conflictos armados, incluida la guerra en Ucrania.
El Correo de la UNESCO de abril-junio aborda con rigor estas problemáticas y ofrece diversas miradas sobre el impacto cultural, social, ético, económico y educativo de la alimentación, así como su importancia en la educación para el desarrollo sostenible.
Nutrición sana en los colegios
El pasado 15 de abril, el Consejo de Ministros aprobó el Real Decreto de Comedores Escolares Saludables y Sostenibles, un paquete de medidas que pretende convertir los comedores de todos los centros educativos de España —públicos, concertados y privados— en espacios de referencia para una alimentación sana, variada y respetuosa con el entorno, con independencia del nivel de renta de las familias, y en base a las recomendaciones sanitarias de organismos científicos como la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) o la OMS (Organización Mundial de la Salud).
El real decreto señala que todos los centros escolares con comedor deben garantizar a los estudiantes un consumo diario de fruta y verdura fresca, especificando que al menos el 45% de la fruta y hortalizas que se sirvan sean de temporada, para fomentar modelos de comedores más saludables y más sostenibles, y, al mismo tiempo, para reforzar la producción local. La norma establece, además, la obligación de servir entre una y tres raciones de pescado a la semana. Asimismo, promociona la presencia de legumbres en los menús, ya sea en el primer o segundo plato o como guarnición. En el caso de los cereales, el real decreto estipula que semanalmente se ofrezca al menos una ración de arroz o pasta integral, además de varias de pan integral. Por otro lado, se prohíben las bebidas azucaradas y la bollería industrial, tanto en los menús como en las máquinas vending o cafeterías de los centros. También se limitan los platos precocinados como pizzas, empanadillas o frituras congeladas a solo una ración al mes.
Aprendizaje y nutrición
En marzo de este año se publicó el informe Educación y nutrición: aprender a comer bien (disponible en inglés) que vincula de manera directa la nutrición con la educación y sostiene que saber comer bien es fundamental para el desarrollo integral. Este estudio.
El informe, que ha sido elaborado por el equipo del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (GEM) de la UNESCO junto a la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, sostiene que la educación nutricional debe ocupar un lugar central en la agenda política global. No se trata solo de promover dietas equilibradas, sino de garantizar que todos los niños tengan acceso a comidas escolares saludables. Los datos de UNICEF son contundentes: 148 millones de niños menores de cinco años presentan retraso en el crecimiento y 45 millones tienen un peso inferior al normal, consecuencias directas de la malnutrición. Estas cifras evidencian la magnitud del problema y subrayan la urgencia de incorporar estrategias que aseguren una buena nutrición desde la primera infancia.
Diversas investigaciones han demostrado que una alimentación adecuada en los primeros años no solo influye en la salud física, sino que también tiene efectos profundos en el desarrollo cognitivo y en la prevención de la violencia. Y a la inversa, una desnutrición en la primera infancia conduce a problemas de déficit de atención y de gestión de las funciones ejecutivas durante la vida adulta. Por tanto, una nutrición adecuada desde la primera infancia contribuye a una mejora en el aprendizaje y a una vida más saludable. Ante este escenario, el informe propone tres líneas de actuación básicas:
- En primer lugar, se recomienda garantizar el acceso universal a comidas nutritivas. Esto implica no solo disponer de alimentos adecuados en las escuelas, sino también asegurar que estos sean de calidad, frescos y adaptados a las necesidades de cada población. La meta es que cada niño pueda contar con una alimentación que favorezca su crecimiento y su rendimiento académico.
- En segundo lugar, se destaca la importancia de promover una educación alimentaria, es decir, enseñar al alumnado desde pequeños a reconocer alimentos saludables, entender los efectos de la nutrición en el cuerpo y en el cerebro, y aprender a elegir de forma consciente lo que comen. Esta formación nutricional puede traducirse va más allá de explicar las cualidades de cada alimento; se trata de incorporar hábitos que perduren a lo largo de la vida y contribuyan a mejorar la formación y la responsabilidad sobre la salud.
- Por último, el informe pide una regulación estricta en la comercialización de alimentos poco saludables destinados a los niños. En un contexto en el que el mercado oferta productos altos en grasas, azúcares y sal, es fundamental establecer medidas que protejan a los niños y niñas en edad escolar y frenen la expansión de opciones inadecuadas para su desarrollo. Además, se impulsa el desarrollo de sistemas alimentarios sostenibles y respetuosos con la biodiversidad, entre ellos, iniciativas de “kilómetro cero” o que conecten la granja con la escuela. Este tipo de proyectos no solo mejoran la calidad de la dieta escolar, sino que también sensibilizan a la comunidad sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y conservar la diversidad de nuestros cultivos.
Se trata, por tanto, de recuperar nuestros vínculos con los alimentos, y de entender que aprender a comer es un pilar esencial para una educación de calidad y para la construcción de sociedades más justas y sostenibles.
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