Federico Mayor Zaragoza: un legado por la paz y la educación

19 junio 2025
Mayor Zaragoza, en su etapa como director general de la UNESCO (img.: Por UNESCO / Michel Claude, Wikimedia Commons, CC BY-SA 3.0)

Ayer se celebró, en el Aula Magna de la universidad Carlos III de Madrid, un homenaje al presidente de la Fundación Cultura de Paz, que fue director general de la UNESCO entre 1987 y 1999 y falleció en diciembre del pasado año, a la edad de 90 años. Científico, educador, poeta, Federico Mayor Zaragoza lanzó, desde la plataforma de la UNESCO, diversas iniciativas a favor de la educación para la paz, la defensa de los derechos humanos y la diplomacia científica que contribuyeron a dar forma a las orientaciones de la Organización tal y como las conocemos hoy.

Científico, diplomático, educador, poeta…  Podría decirse que Federico Mayor Zaragoza fue un hombre del Renacimiento, que destacó especialmente por la promoción de la paz, la educación y la cultura a nivel mundial. Farmacéutico de formación, experto en metabolismo cerebral, empezó su carrera como profesor de bioquímica en la facultad de Farmacia de la Universidad de Granada y de ahí pasó a la Universidad Autónoma de Madrid, desde donde impulsó la creación del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. También fue uno de los principales impulsores del proyecto SESAME, el sincrotrón situado en Jordania que es hoy un referente de la diplomacia científica.

En su etapa más reciente, como presidente de la Fundación Cultura de Paz, Mayor Zaragoza había estado trabajando en la creación de la Red Global de Universidades e Instituciones Científicas y Artísticas de Apoyo a las Cátedras de Educación para la Paz, la Convivencia Democrática, los Derechos Humanos, Educación y Sostenibilidad, una iniciativa alineada con su compromiso por la construcción de un mundo más justo, pacífico y solidario.

Mayor Zaragoza, en un curso de verano de la Universidad Internacional de Andalucía – UNIA (img.: UNIA / Wikimedia Commons, CC BY 2.0).

No debe extrañar, por tanto, que bajo el lema “Una vida por la paz”, se dieran cita en el Aula Magna de la Universidad Carlos III un nutrido y variopinto grupo de académicos, políticos, educadores y artistas, para recordar a este gran impulsor de la educación y de la cultura.

En su homenaje intervinieron, entre otros, personajes tan destacados y diversos como Antonio Guterres, secretario general de la ONU; Carmen Calvo, presidenta del Consejo de Estado; María Novo, directora de Ecoarte; Pedro Mercado, rector de la Universidad de Granada; Paola Bovolenta, directora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa; Luis Marina, director de Relaciones Internacionales del Instituto Cervantes; Marta Álvarez, presidenta de la Fundación Ramon Areces; Jesús Ávila, presidente de la Fundación Severo Ochoa; Carlos Fernández Liesa, catedrático de Derecho Internacional Público Universidad Carlos III de Madrid; Federico Mayor Menéndez, director del Instituto de Biología Molecular (IUBM-UAM) así como numerosos representantes de cátedras, asociaciones y clubes de la UNESCO, que con este acto iniciaban su congreso Por una Cultura de Paz. Cerró el acto el compositor Juan Antonio Simarro, con una emotiva intervención musical.

La Fundación SM distribuyó entre los asistentes ejemplares del monográfico del Correo de la UNESCO de marzo de 2025, en memoria de Mayor Zaragoza. Puede acceder a dicho monográfico, que recoge diversas aportaciones significativas a lo largo de su vida, en este enlace.

Portada de la edición especial del Correo de la UNESCO, de marzo de 2025.

Recuerdos del porvenir

Es el significativo título de un documental dirigido por Sholeh Hejazi, presente en el acto de homenaje, que recoge una amplia entrevista con el Mayor Zaragoza y varios de sus poemas. Se proyectó un fragmento, en el que analiza la historia reciente de España y el panorama internacional. 

El título del documental se hace eco del “deber de memoria” que Mayor Zaragoza reivindicaba para reinventar el futuro, y es casi homónimo del libro publicado por la Editorial PPC en 2018, “Recuerdos para el porvenir. Referentes y valores para el siglo XXI”, en el que Mayor Zaragoza reflexiona sobre acontecimientos clave del siglo XX, ofreciendo una perspectiva de futuro. 

Portada del libro, publicado por PPC en 2018.

Un ferviente impulsor de la ciudadanía global

Federico Mayor Zaragoza prologó, en 2020, Ciudadanía Global para el siglo XXI, una ambiciosa obra colectiva de la Fundación SM, coordinada por Rafael Díaz Salazar, que ofrece un acercamiento al concepto y la práctica de la ciudadanía global desde diversas perspectivas, a través de la educación y de la movilización social, con el fin de facilitar su desarrollo dentro de la comunidad educativa. La educación debe promover la toma de conciencia de que se vive en un mundo interrelacionado cuyo dinamismo no puede aprehenderse de forma local, sino como un sistema global de conocimientos, aptitudes y valores en cambio constante. El paso de individuo a persona y de esta a ciudadano es un proceso educativo fundamental.

En agradecido homenaje a su memoria, reproducimos unos párrafos del prólogo de esta obra:

  • En el Informe para la educación en el siglo xxi (cuya elaboración encomendé al entonces presidente de la Comunidad Europea, Jacques Delors, a principios de la década de los noventa), fruto del trabajo de una gran Comisión integrada por docentes de todos los grados, pedagogos, sociólogos, filósofos, etc., se proponen cuatro “avenidas” principales para el proceso educativo: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos. De todas ellas, quisiera destacar, de una manera especial, la de “aprender a ser”. Hace ya más de un siglo, Francisco Giner de los Ríos definió la educación como “dirigir con sentido la propia vida”. En definitiva, aprender a utilizar esas facultades distintivas y desmesuradas de la especie humana: pensar, imaginar, anticiparse, ¡crear!
  • A las “avenidas” de la Comisión de Jacques Delors añadí “aprender a emprender”, ya que, como he comentado en numerosas ocasiones, recuerdo que, después de una estancia prolongada en el Departamento de Bioquímica de la Universidad de Oxford, en cuyo emblema del condado figura la máxima de Sapere aude (‘Atrévete a saber’), cuando regresaba a España pensé que junto a atreverse a saber, hay que saber atreverse, ya que, si el riesgo sin conocimiento es peligroso, el conocimiento sin riesgo es inútil.
Además de atreverse a saber, hay que saber atreverse
  • Asimismo, no se debe olvidar la importante distinción entre educación y capacitación. La capacitación varía a veces de forma sustantiva, fijando el progreso en la adquisición de nuevos conocimientos. En cambio, la educación no se basa en aptitudes, sino en actitudes; es decir, en el seguimiento de unos principios intransitorios que se derivan de las facultades exclusivas de la condición humana. Ambas no tienen más exigencias comunes y permanentes que la calidad y el rigor, donde no caben parcialidades, sesgos ni geometrías políticas.
La educación no se basa en aptitudes, sino en actitudes; en el seguimiento de unos principios que se derivan de la condición humana.
  • Hemos entrado en una nueva era en la que los seres humanos ya no vivirán confinados territorial e intelectualmente; en la que la longevidad procurará una formidable experiencia que debe ser plenamente aprovechada; en la que los jóvenes, conocedores de la Tierra, con conciencia y ciudadanía global, contribuirán con su imaginación y su impulso a hacer realidad, por fin, los cambios radicales que, enfrentados por primera vez en la historia a procesos potencialmente irreversibles, son apremiantes. Y la inercia constituye el gran enemigo en este proceso.
  • Ahora que tenemos conciencia global, medios para expresarnos con libertad irrestricta y un porcentaje proporcionalmente mayor de mujeres en la toma de decisiones, debemos descubrir e inventar nuevos caminos y esclarecer los sombríos horizontes actuales, para que el legado que debemos dejar a los que llegan a un paso de nosotros esté a la altura de la dignidad humana. Cada ser humano debe ser capaz de crear nuestra propia esperanza.
  • Necesitamos formar a través de la educación ciudadanos y ciudadanas del mundo con una nueva mirada para abarcar la Tierra entera, libres y responsables para llevar a cabo las acciones cotidianas que pueden enmendar las preocupantes proyecciones de la realidad en la que vivimos. No es posible continuar con más informes y diagnósticos: ha llegado la hora de los tratamientos a tiempo, antes de que se alcancen puntos sin retorno.
Necesitamos formar ciudadanos y ciudadanas del mundo, libres y responsables
  • El mayor logro al que se ha llegado para asegurar un futuro sostenible ha sido, en los últimos tiempos, construir, tanto a escala personal como colectiva, una conciencia global sobre el estado de la Tierra como patrimonio común de toda la humanidad. A través, sobre todo, de la educación en sus distintos grados, pero también por el impacto de los informes elaborados por la comunidad científica y académica, así como por las Naciones Unidas, se ha conseguido difundir el sentimiento de una auténtica emergencia planetaria por el progresivo deterioro ambiental.
  • Hasta hace poco, la voluntad de cambio ha producido únicamente destellos en una trayectoria de la humanidad caracterizada por un poder absoluto masculino, en el que los seres humanos han sido invisibles, anónimos, silenciosos, atemorizados, sumisos. Pero ahora, como gran hito histórico, la humanidad tiene una conciencia global, contempla el conjunto en todas las dimensiones del planeta Tierra. Se da cuenta de que el por-venir está por-hacer. Y de que es posible inventarlo, como ya manifestó el presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy en su extraordinario discurso en la ciudad de Washington el 23 de junio del año 1963: “Dicen que el desarme y la paz son objetivos inalcanzables. Demostraré que son factibles, porque no hay ningún desafío que se sitúe más allá de la capacidad creadora de la especie humana”.
Ahora, la humanidad tiene una conciencia global. Se da cuenta de que el por-venir está por-hacer.
  • La participación ciudadana ha sido siempre muy contenida y la voz de la gente corriente, por su bajo tono habitual, no ha sido oída ni escuchada. En la actualidad, en cambio, ya son muchos los que pueden trascender su propia realidad para pasar de súbditos y súbditas a ciudadanos y ciudadanas plenos y devenir visibles, identificables, intrépidos, insumisos. La educación es fundamental para allanar el camino de la nueva era, la era de la gente.

Gracias, don Federico.