Instrumentos para la implementación de la educación para la ciudadanía global en la escuela
La educación para la ciudadanía global (ECG) puede ser un gran vector de transformación de la escuela, que impacta en el modo que tiene el centro de organizarse y en el qué y cómo se aprende. Pero una transformación sistémica requiere de procesos y herramientas para la gestión del cambio, que articulen el diagnóstico, la implantación y el seguimiento.
El desafío de educar para la ciudadanía global
Lo que se está fraguando en la escuela no solo son los profesionales del futuro sino, más decisivamente, ciudadanas y ciudadanos que se desenvuelven hoy y mañana en un escenario global. Personas que actúan en lo local con ciertos derechos y responsabilidades, pero cuya acción repercute en lo global, y viceversa. ¿Cómo asegurarnos de que comprenderán el funcionamiento del mundo y sus dinámicas complejas? ¿Qué capacidad tendrán de actuar sabia y eficazmente en él? ¿Cuáles son y serán sus opciones éticas y políticas? ¿De quiénes se sentirán responsables?
Aunque las respuestas a estas cuestiones sean responsabilidad última de cada persona, la escuela juega un rol único por su capacidad para orientarla hacia un mundo más inclusivo, justo y sostenible. Así lo han comprendido la ONU, la UNESCO, la OCDE y otras grandes organizaciones internacionales, que están impulsando programas de transformación de la educación en clave del desarrollo de la ciudadanía global.
En la visión de SM, la educación para la ciudadanía global no solo busca que el alumno o la alumna pueda aprender a desenvolverse adaptativamente en un mundo cambiante sino, sobre todo, contribuir a su desarrollo integral como persona plena, sobre la base del respeto de la dignidad humana y el aprecio a la diversidad.
No obstante, no debemos olvidar que la expresión “ciudadanía global” es un concepto en construcción, y los propios términos que la forman entran en conflicto:
Así, al referirnos a ciudadanía, la situamos ineludiblemente en cuatro coordenadas:
- Identidad: quién soy yo, quién es esta persona o grupo humano.
- Derechos y deberes: cuáles son nuestras responsabilidades, en un determinado espacio y tiempo.
- Pertenencia: cuál es el lugar que sentimos propio y con qué grupos de personas nos identificamos.
- Vínculos: cómo nos relacionamos unos y otros, desde qué valores, con qué objetivos.
Al adjetivarla con global llevamos estas coordenadas a un marco más amplio, que desborda las fronteras físicas, culturales, lingüísticas, religiosas o étnicas. En nuestra visión, el marco que proporciona la globalidad es el universo entero, la “casa común”, e implica una responsabilidad por parte de cada uno de nosotros con las siguientes generaciones.
¿Qué pretende la educación para la ciudadanía global? ¿Qué objetivos persigue? La UNESCO ha planteado que
- “La educación para la ciudadanía mundial aspira a ser un factor de transformación, inculcando los conocimientos, las habilidades, los valores y las actitudes que los educandos necesitan para poder contribuir a un mundo más inclusivo, justo y pacífico” (UNESCO, 2015).
Por ello, según la misma organización, buscaría desarrollar aprendizajes en tres dimensiones:
- Dimensión cognitiva: Adquisición de conocimientos, comprensión y pensamiento crítico acerca de cuestiones mundiales, regionales, nacionales y locales, así como de las interrelaciones y la interdependencia de diferentes países y grupos de población.
- Dimensión socioemocional: Sentido de pertenencia a una humanidad común, compartiendo valores y responsabilidades, empatía, solidaridad y respeto de las diferencias y la diversidad.
- Dimensión conductual: Acción eficaz y responsable en el ámbito local, nacional y mundial con miras a un mundo más pacífico y sostenible.
Lógicamente son orientaciones generales que cada institución educativa debe ajustar a su propio proyecto y contexto. Para ello pondrá mayor énfasis en unos u otros aprendizajes y reformulará estos objetivos articulándolos con los aspectos más significativos del proyecto educativo institucional.
¿Cómo educar para la ciudadanía global?
Lo que está en juego no es solo un conjunto de conocimientos específicos, sino también un modo que tendría la persona de comprenderse a sí misma, a los demás y al mundo. Por tanto, la ECG debería estar presente en todas las etapas del sistema educativo: proponemos un modelo global e integrado para trabajar la competencia para la ciudadanía global que suponga una revisión permanente de los contenidos académicos, las prácticas educativas, los procesos internos, el modelo relacional, los valores y la organización. De manera que la educación en la competencia global no se convierta en un mero contenido transversal, en un objetivo didáctico de talleres “extraordinarios” o en un guiño retórico de los textos normativos e institucionales. Esto significa abordar la educación para la ciudadanía global en sus dos vertientes, de desarrollo más competencial y de desarrollo más integral y humano.
Respecto de la vertiente competencial, Fernando Reimers la conecta con la educación para el siglo XXI, y señala:
- “Estamos en el umbral de una nueva era, en la que la educación global será parte de la transformación que tendrá lugar en la educación. Esta transformación requiere extensiones no lineales de lo que se ha enseñado en el pasado, o los modos en que se ha enseñado, sino un replanteamiento esencial de la enseñanza y del aprendizaje.” (Reimers et al., 2016, p. xxi).
Este enfoque pragmático no debería eclipsar objetivos educativos más ambiciosos. En todo caso, se constata que la educación no puede actuar ingenuamente, sino que debe formar a ciudadanos y ciudadanas lúcidos, capaces de comprender las fuerzas que actúan bajo la superficie del mercado, y de actuar en consecuencia (Laguna, 2016, p.24).
Respecto de la otra vertiente, más humanista, Oxfam señala:
- “Entendemos por tal una educación que contribuye a la formación de ciudadanos y ciudadanas responsables, comprometidos con la justicia y la sostenibilidad del Planeta, que promueve el respeto y la estima de la diversidad como fuente de enriquecimiento humano, la defensa del medio ambiente y el consumo responsable, el respeto de los derechos humanos individuales y colectivos, la igualdad de género, la valoración del diálogo como instrumento para la resolución pacífica de los conflictos, la participación, la corresponsabilidad y el compromiso en la construcción de una sociedad justa, equitativa y solidaria”. (CCM, 2009, p. 141).
La educación para la ciudadanía global, así entendida, cruza transversalmente todos los aspectos de la escuela, por lo que tiene un enorme potencial de transformación, y debería abordarse de forma sistémica desde los ámbitos de actuación de la escuela. Siguiendo el modelo participativo que ofrece el informe “Creando juntos la escuela que queremos”, son tres: el ámbito organizativo y de las personas, el ámbito del aprendizaje y el ámbito del proyecto vital (Ibáñez, 2019).
Instrumentos para impulsar la transformación
Puesto que la educación para la ciudadanía global afecta a todos los ámbitos de la actividad educativa, su implementación en la escuela constituye un gran vector de transformación. Pero una transformación sistémica requiere de procesos y herramientas para la gestión del cambio, que articulen el diagnóstico, la implantación y el seguimiento.
Son procesos que requieren mucho acompañamiento, pero la tecnología puede ayudar a articularlos y a escalarlos fácilmente a otros centros. Por ello, desde SM se desarrolló una base tecnológica ideada para favorecer y facilitar tres las funciones clave de un proyecto de transformación:
- Diagnóstico. Lo primero que se necesita es conocer el punto de partida, para disponer de datos objetivos que ayuden en el diseño de las prioridades. Como base para este diagnóstico SM se elaboró desde SM -con apoyo de especialistas y del Instituto IDEA- un cuestionario para analizar las dimensiones de la educación para la ciudadanía global que hemos presentado en el apartado anterior. Son cuestiones específicas para cada uno de los colectivos que participan en el diagnóstico: miembros del equipo directivo, profesorado, alumnado, familias, personal de administración y servicio, y, si se trata de una red de centros, los miembros del equipo responsable de dicha red. Cada cuestionario se envía a través del correo electrónico, aseguran la unicidad y confidencialidad de las respuestas, y los datos recogidos se analizan en tiempo real.
- Planificación e implantación. A la vista de los resultados del diagnóstico, la tecnología facilita que cada institución o colegio priorice las dimensiones e indicadores sobre los que va a configurar su plan de desarrollo contextualizado a sus necesidades e inquietudes para el desarrollo de la educación para la ciudadanía global como eje identitario y estratégico del plan de acción. Para facilitar la configuración del plan de desarrollo se sugieren acciones específicas para progresar en cada uno de los indicadores que han sido evaluados. Estas acciones sugeridas pueden ser modificadas y adaptadas para ajustarse a la realidad concreta. de cada centro educativo
- Seguimiento. Una vez que cada colegio ha configurado su plan de acción la base tecnológica desarrollada ofrece la posibilidad de hacer seguimiento de las acciones que se detallaron en el plan y evaluar su impacto.
Algunas experiencias
Se han llevado a cabo diversas experiencias piloto para testar tanto el modelo conceptual descrito en este capítulo como la utilidad y aportación de valor de la tecnología desarrollada. Una de las más significativas y recientes es el diagnóstico sobre la educación para la ciudadanía global realizado entre los meses de mayo y junio de 2019 en dos colegios chilenos pertenecientes a la Red Educacional Ignaciana (REI) de la Compañía de Jesús.
De las diversas experiencias destacamos cuatro conclusiones:
- La buena valoración de la evaluación realizada, por su riqueza, profundidad y utilidad para identificar y diagnosticar los aspectos esenciales de de un centro educativo que están implicados en la ECG.
- La facilidad y rapidez en la recogida de información y en la devolución del análisis de la misma. Se valora mucho contar con los informes en prácticamente tiempo real para poder tomar decisiones ajustadas al momento concreto.
- La calidad de los datos y la diversidad de fuentes, que permite tener una visión agregada y diferenciada del nivel adquirido en cada uno de los indicadores seleccionados para la evaluación.
- El enorme potencial del propio diagnóstico como fuente de concienciación y de formación inicial. Al evaluar los resultados del diagnóstico, los equipos directivos constatan que la mera participación en el proceso de diagnóstico genera expectativas y disposición para el cambio: por un lado contribuye a la creación de un código común, es decir, a dar un mismo significado a conceptos que con anterioridad cada uno interpretaba de manera diferente y, por otro, ayuda a la comprensión del marco de referencia para la educación para la ciudadanía global.
En resumen, las experiencias realizadas han contribuido a aumentar la concienciación sobre la relevancia y el calado que supone la apuesta por la educación para la ciudadanía global. Y también a mejorar la implicación y el compromiso de los equipos directivos y la propia comunidad educativa para conseguir objetivos comunes.
Referencias bibliográficas
- CCM-Consorcio Conectando Mundos (2009). Educar para una ciudadanía global. Construir un mundo justo desde la escuela. Barcelona: Intermón Oxfam.
- Ibáñez, A. (coord.) (2019). Creando juntos la escuela que queremos. Madrid: SM.
- Laguna, J. (2016). “Lucidez, compasión y utopía: Competencias espirituales para un mundo en cambio” en Nuevas fronteras, un mismo compromiso. Retos actuales del diálogo fe-justicia. Cuadernos Cristianisme i Justicia n.º 200. Barcelona, pp. 24-27.
- Reimers, F.; Chopra, V.; Chung, C.K.; Higdon, J.; O’Donnell, E.B. (2016). Empowering Global Citizens: A World Course. North Charleston: CreateSpace.
- UNESCO. Información en web: “¿En qué consiste la Educación para la Ciudadanía Mundial?” Disponible en: https://es.unesco.org/themes/ecm/definicion (Fecha de última consulta: 5 de enero de 2010).