La educación ecosocial en la Educación Primaria
Por educación ecosocial entendemos aquella que capacita al alumnado para ser un agente que promueva sociedades justas, democráticas y sostenibles, al tiempo que se desarrolla de manera integral y equilibrada.
El proyecto de Real Decreto por el que se establece la ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Primaria en el marco de la LOMLOE constituye una mejora significativa con respecto a la ley educativa anterior, en realidad respecto a todas las leyes educativas anteriores, en cuanto a la inclusión de la educación ecosocial.
Uno de los elementos en los que se sustancia esta afirmación es que la ecodependencia aparece nombrada explícitamente en el currículo como un contenido importante a aprender. Esto es central, pues comprender que una vida digna está indisolublemente unida a ecosistemas sanos es uno de los aprendizajes centrales desde la perspectiva ecosocial. En su puesta en marcha en el aula, sería necesario reforzar esta mirada complementándola con un enfoque ecocéntrico, desplazando el antropocéntrico que sitúa al resto de la naturaleza al servicio del ser humano. Esta mirada ecocéntrica puede acompañarse de una veneración, en el sentido laico, del conjunto de la vida como algo tan importante que merece la categoría de “sagrado”. También con comprender que la sostenibilidad pasa porque el sistema socioeconómico humano se integre en el funcionamiento del conjunto de los ecosistemas, imitándolos.
Relacionada con la concepción de la ecodependencia, surge la importancia de conocer el funcionamiento de la biosfera. Esto es algo que las propuestas curriculares de las enseñanzas mínimas de la Educación Primaria abordan de manera todavía incipiente, como corresponde a la edad del alumnado. En todo caso, sería interesante ir entrenando la mirada holística del alumnado, sin profundizar en un conocimiento del medio basado en el análisis parcializado.
De manera consecuente con la concepción del ser humano como ecodependiente, las propuestas curriculares abordan el cambio climático, la pérdida de biodiversidad (aunque sin alertar sobre la Sexta Extinción de especies y las consecuencias que tiene sobre la funcionalidad de la biosfera) y los límites de recursos planetarios; pero no enlaza todos los elementos para mostrar la crisis civilizatoria en la que nos encontramos inmersos. En consecuencia, las salidas que se plantean a estas problemáticas ambientales globales no abordan la raíz de los problemas y, en muchas ocasiones, son de corte individual. Sin un buen diagnóstico de la situación no aparecen las soluciones estructurales necesarias, que además deben venir acompañadas de imaginarios deseables (a distintas escalas), que combatan la ecofatiga y alienten a formar parte activa de los procesos de cambio necesarios.
Si la ecodependencia es un elemento determinante del enfoque ecosocial, la justicia es otro de ellos. Las propuestas curriculares de las enseñanzas mínimas de la Educación Primaria muestran cómo nuestras sociedades son desiguales desde una perspectiva interseccional (género, clase, etnia, origen, etc.), obviamente a un nivel asumible por el alumnado de esa edad.
Sin embargo, se quedan cortas (aunque lo abordan) en mostrar que son posibles otros órdenes políticos, económicos y culturales más justos; y en trabajar que las necesidades humanas son finitas, dando sustento con ello a la importancia de la reducción de la producción y consumo global y de la redistribución de la riqueza. En todo caso, los Derechos Humanos y del Niño y la Niña aparecen con profusión, así como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, marcando una columna vertebral de lo que serían sociedades articuladas con justicia.
Íntimamente ligada a la justicia está la democracia. De todas las temáticas ecosociales, esta es la que mejor abordan las enseñanzas mínimas. De este modo, se desarrollan herramientas para la reflexión y la toma de decisiones colectivas, se valoran las aportaciones de mujeres y hombres diversos, y se aprende a regular conflictos de manera noviolenta.
Todo ello desemboca, por un lado, en capacitar al alumnado para ser un agente de cambio ecosocial. Este es otro de los puntos fuertes de las propuestas curriculares. Por ejemplo, se muestra como las ONG son importantes en la conformación social, aunque se deberían incluir los movimientos sociales; se desarrolla la empatía y la compasión del alumnado; los pensamientos crítico y holístico (aunque más el primero que el segundo); y la creatividad como herramienta básica para que el alumnado pueda desenvolverse en el mundo incierto en el que vive.
El segundo aspecto en el que desembocan todos estos aspectos es el desarrollo personal del alumnado. Las propuestas curriculares se orientan a que el alumnado se construya de manera equilibrada e integral, ligando aspectos emocionales, relacionales y físicos. Para hacerlo, transmite que, como somos interdependientes y ecodependientes, no habrá una buena vida individual, solo podrá haberla colectiva, entendiendo el colectivo como las sociedades humanas y también como el conjunto de la vida. En el aula esto se puede profundizar remarcando que los seres humanos somos vulnerables. Por otra parte, como consecuencia de la interdependencia surge la corresponsabilidad en los cuidados imprescindibles para tener vidas dignas. Este es otro aspecto sobre el que se puede profundizar en la labor docente y cuando las Comunidades Autónomas fijen los currículos a partir de las enseñanzas mínimas que establece el Real Decreto.
Finalmente, la carencia más importante que detectamos en las enseñanzas mínimas de Educación Primaria en lo que concierne a la educación ecosocial se ubica en el tratamiento de la tecnología. Esta tiene un espacio importante en el currículo, especialmente en lo relativo al uso de aparatos digitales. Sin embargo, es importante aplicar el pensamiento crítico al desarrollo científico-tecnológico, sin negar el reconocimiento del valor positivo que han tenido en muchos aspectos. Es necesario conocer la huella material, energética y social de las tecnologías en todo su ciclo de vida (desde la extracción de las materias primas, a la fase de residuo), con el fin de evaluar los impactos ecosociales que llevan asociadas y reflexionar sobre su implantación en un futuro cercano de escasez de combustibles fósiles y minerales. Como decimos, este es el aspecto en el que el abordaje de la educación ecosocial en las enseñanzas mínimas muestra una mayor carencia, especialmente en su concreción en los criterios de evaluación y saberes básicos, ya que, si bien es un elemento que aparece en el perfil de salida de la Educación Primaria, no se concreta en estos componentes curriculares.
Para saber más
- Morán Cuadrado, Ch., González Reyes, L., Nieto González, M. y Rodríguez Muños, M. (2021). El conocimiento y la defensa del medio natural en la LOMLOE. FUHEM. Recuperado de este enlace.
- FUHEM (2021). La LOMLOE como una oportunidad para educar en la sostenibilidad. Recuperado de este enlace.