Los temas transversales, pilares de la educación para el desarrollo sostenible y la ciudadanía global
El desarrollo de las competencias ecosociales, socioemocionales, morales y éticas, de carácter transversal, constituye la base del desarrollo de la ciudadanía global y es necesario para dar respuesta a los retos del S.XXI.
El currículo hace explícitas las intenciones educativas que la sociedad deposita en escuela. Este proyecto social sirve a su vez de guía para que en los centros educativos el profesorado planifique y desarrolle las prácticas que permitan ir alcanzando las metas acordadas.
En el nuevo currículo establecido por las administraciones educativas estas intenciones educativas toman como fuente los Desafíos del siglo XXI y las Competencias Clave planteadas en el marco europeo, que a su vez se plasman en las áreas y materias de las distintas etapas. Esta es una de las dimensiones o significados de la “transversalidad” del currículo. Los aprendizajes esenciales –competencias específicas, contenidos básicos y criterios de evaluación- de todas las áreas y materias están “atravesados” por estos desafíos y competencias.
El enfoque competencial sale así al paso de una de las dificultades a las que se enfrentaron modelos curriculares anteriores en los que los “temas transversales”, por ser teóricamente responsabilidad de todos, podían acabar siéndolo de nadie. En el nuevo currículo, la salud, la sostenibilidad, el consumo responsable, la lucha contra las desigualdades de toda naturaleza, así como los valores éticos y cívicos que sustentan estos retos, están presentes en las áreas y materias, entrelazados con los conocimientos disciplinares. Todo docente puede reconocer en su asignatura estas intenciones educativas transversales, e identificar su responsabilidad y aportación ellas.
No obstante, algunos aprendizajes esenciales trascienden las áreas y materias. Es decir, es necesario que el profesorado- y el conjunto de la comunidad educativa- planifique, con igual compromiso e intencionalidad que lo hace en las asignaturas curriculares, aquellos otros espacios y actividades de la vida de los centros educativos que provocan experiencias de aprendizaje en el alumnado tan significativas y valiosas como las que tienen lugar en las aulas.
El clima de convivencia, la presencia de la justicia restaurativa, las prácticas de consumo del colegio o instituto, los hábitos de salud que se promuevan, el cuidado que se manifieste en las relaciones interpersonales, el peso que se dé a la voz y la participación del alumnado y las familias, los compromisos que se asuman con el entorno son algunos ejemplos de esta otra dimensión o significado de la “transversalidad”.
Algunos aprendizajes tienen especial relevancia a la hora de promover ambos aspectos de la transversalidad; son ejes vertebradores del desarrollo de ciudadanos y ciudadanas libres, solidarios y responsables, y deben impregnar todas las prácticas del centro. A esto se añade que tienen una menor tradición; su presencia en el currículo –tanto en el diseño como en el desarrollo- ha venido siendo menor. Es muy importante, por ello, ayudar al profesorado y a la comunidad educativa en su conjunto a convertir estas intenciones educativas en prácticas cotidianas.