La curiosidad como motor para el aprendizaje

24 octubre 2019

Una alianza Porvir | EDUforics

Por Tiago Eugênio

Hace mucho tiempo, filósofos y psicólogos han venido describiendo la curiosidad como apetito para el conocimiento, una especie de eslabón a través del cual se junta el hambre con las ganas de comer, o también, “el pabilo en la vela del aprendizaje”.

Los estudios de la Neurociencia vinculados a los procesos de aprendizaje corroboran esta tesis y sugieren cambios radicales en la forma como lidiamos con el conocimiento y promovemos el aprendizaje. ¿Sabes por qué? Aqui te damos algunos motivos:

  • El profesor jamás debe masticar el contenido y entregarlo como un puré preelaborado para que el alumno se harte de información. Así como un buen director de cine que se esfuerza para mantener pujante la curiosidad del espectador de inicio a fin de la película, el profesor debe discutir el contenido de forma seriada y planificada, abriéndoles más espacio a las preguntas que a las respuestas. El conocimiento debe construirse y no simplemente.
  • Los alumnos deben mirarse entre ellos. Con toda seguridad, la sonrisa y el movimiento de los músculos faciales del compañero son mucho más curiosos que una fila de nucas estáticas.
  • Es recomendable que el profesor, siempre al final de su clase, encienda la mecha de la vela para la próxima clase.
  • Rápidamente puede presentárseles una pregunta que motive al alumno a buscar informaciones para saciar su Esta postura puede contribuir a que el profesor empiece la clase con nuevas informaciones, muchas de las cuales las puede desconocer.

De acuerdo con resultados de un estudio de la Psicología Cognitiva y de la Neurociencia, el profesor debería preocuparse más, inicialmente, sobre cómo va a frustrar a sus alumnos y no cómo va a satisfacerlos.

Pero… ¿por qué?

Entiéndase: la curiosidad es un estado cognitivo repulsivo, cuya satisfacción activa áreas específicas del hipocampo relacionadas a la memoria y al aprendizaje. Siendo así, los profesores deben utilizar con más frecuencia lo desconocido, el misterio, lo mágico, lo imposible, lo impensable y lo intangible.

Parece que los profesores nunca se han preguntado por qué las películas de ciencia ficción y seriales de tema policial tienen tanto éxito. Si no lo sabes, te lo digo aquí.

Simplemente, porque estas películas y seriales imprimen una atmósfera de posibilidades para aquellos que las ven. La imagen, el sonido y la historia de fantasía actúan como combustibles latentes de la curiosidad que, por consiguiente, enciende el pabilo de la vela del aprendizaje en la mente de los espectadores.

La curiosidad hace que el corazón lata más rápido, nos deja las manos sudadas e instala la ansiedad y la inquietud. Estas circunstancias son en realidad efectos colaterales más que la curiosidad, de hecho. La causa es la expectativa.

En una conversación, prueba pensar en la posibilidad de contarle un secreto importante a un amigo. Probablemente no le dará ninguna importancia al resto de la conversación, pues la atención estará concentrada exclusivamente en la revelación del secreto. Mientras no se lo cuentes, miles de ideas locas le pasarán por la mente a tu amigo – su cerebro se volverá un centinela feroz atrás de la información confidencial. Eso ocurre porque simplemente se ha creado una expectativa en el oyente.

Las expectativas se ejecutan a través de historias fantasiosas enmarcadas en el cerebro. En este momento, las vías neuronales le crean un guion a lo imposible, a lo imaginable o entonces a lo más probable, de acuerdo con las informaciones conocidas o con las codicias deseadas.

Es una forma sofisticada de forjar el futuro, de pleitear frustraciones o tal vez de mezclar satisfacciones. No sé si en realidad se trata de una vía de doble sentido o entonces de una díada como “el huevo y la gallina”, pero es casi seguro que la curiosidad genera expectativas, o viceversa.

En un estudio publicado en la revista “Memory & Cognition”, un grupo de científicos mostró que la expectativa impacta significativamente sobre la memoria y el aprendizaje.

En este estudio, se separó a los estudiantes en dos grupos. El primer grupo recibió informaciones que tendría que hacer una prueba al final de la clase. El segundo grupo recibió la tarea de enseñarles a los compañeros el contenido aprendido al final de la clase.

Lo interesante del estudio es que no se aplicó ninguna prueba y no hubo ningún momento de enseñarles a los compañeros del grupo el contenido de la clase. Simplemente se estudió el efecto de la expectativa de realizar determinada tarea sobre el aprendizaje. En realidad, los científicos solamente aplicaron un test después de las clases para analizar y comparar el número de informaciones retenidas por los grupos de estudiantes.

Los resultados indicaron que los alumnos con expectativas de enseñar a sus compañeros tuvieron un desempeño más eficiente que los alumnos con expectativas de hacer solamente la prueba.

Este estudio, por lo tanto, demuestra que el aprendizaje puede modularse por estrategias que fomentan o no la curiosidad (y expectativas) del individuo.
Veamos otro estudio: científicos de las Universidades de Illinois y de Stanford verificaron si es posible practicar la curiosidad, además de verificar cuáles áreas del cerebro se activan por la curiosidad y cómo estas se relacionan con otras habilidades cognitivas, tales como la memoria, la atención, el raciocinio y el aprendizaje.

En el primer experimento, escanearon los cerebros de algunos estudiantes universitarios en la máquina de resonancia magnética mientras estos respondían 40 preguntas de diferentes asuntos. Antes de responder cada cuestión, el estudiante señalaba el grado de curiosidad con relación a la respuesta de una pregunta específica. Después, se le preguntaba al estudiante su grado de seguridad de la respuesta dada. Tras la respuesta, el participante recibía un “feedback” (retroalimentación evaluativa) sobre la opción elegida y descubría cuál era la respuesta correcta para cada pregunta.

¿Qué fue lo que el estudio reveló? Dependiendo del grado de curiosidad del participante sobre la pregunta, se activaban diferentes áreas del cerebro. Cuanto mayor era la curiosidad con relación a la respuesta, mayor era la activación del cuerpo estriado y de los ganglios de la base – regiones que componen los llamados núcleos de la base del cerebro con diferentes estructuras responsables del aprendizaje y de la memoria.

Varios estudios anteriores ya habían mostrado que los ganglios basales son los responsables del procesamiento del “feedback”. Básicamente esto ocurre cuando el individuo ejecuta algo y el otro le ofrece la retroalimentación: si está correcto, si está equivocado, si está por encima de lo esperado etc. Este proceso se utiliza para que el individuo diagnostique una secuencia óptima de acciones para determinar un objetivo, y este proceso, en general, se realiza por medio de la tentativa y el error.

En el segundo experimento, otro grupo de estudiantes respondió a las cuestiones, repitiendo el mismo protocolo del primer experimento. No se utilizó la resonancia magnética. Después de 11 a 16 días, los participantes regresaron al laboratorio para realizar una tarea de memoria. En este test, los investigadores presentaron las mismas cuestiones y preguntaron si el estudiante recordaba la respuesta dada unos días atrás. Los estudiantes recibían US$ 0,25 por cada respuesta correcta. Durante el test, los científicos evaluaron la dilatación de la pupila como indicación del grado de curiosidad del participante ante la pregunta. El resultado de este experimento mostró una asociación entre el aumento de la dilatación de la pupila con el aumento del grado de curiosidad y el mayor éxito en el test de memoria. En consonancia con los resultados del primer experimento, la curiosidad probablemente activó áreas del cerebro relacionadas a la memoria y el aprendizaje.

¿Pero qué es lo que esto significa en la práctica? Estos hallazgos dan base y explican por qué es importante invertir en materiales y experiencias de aprendizaje que les hagan brillar los ojos a los alumnos. La dilatación de la pupila es un indicador de la activación de la curiosidad y, por consecuencia, de la formación de memorias de largo plazo, o sea, es un indicador fuerte de que habrá aprendizaje.

Y si quieres conocer más con respecto a las bases biológicas de la curiosidad, baja el libro digital “Aprender a partir de la curiosidad”.

¿Qué encontrarás en el e-book?:

  • Las bases biológicas de la curiosidad;
  • La curiosidad en el cerebro: ¿qué es lo que ocurre?;
  • Curiosidad, memoria y aprendizaje;
  • La llama del saber en la educación;
  • Cultura de la curiosidad.

Publicado originalmente en Porvir.