Las bibliotecas comunitarias de Río: una historia de compromiso con el bien común

18 julio 2025
Las bibliotecas comunitarias son espacios privilegiados para la educación lectora y para impulsar el concepto de la lectura como derecho humano (img.: iStock).

A lo largo de las últimas décadas, Río de Janeiro ha visto nacer y consolidarse un movimiento de bibliotecas comunitarias en sus favelas y periferias. Frente a la escasez de bibliotecas públicas convencionales, estos espacios autoorganizados han cubierto un gran vacío, no solo por el acceso gratuito a libros, sino también por la oferta de talleres, formación digital y actividades culturales que transforman la vida comunitaria.

Con más de seis millones de habitantes, Río de Janeiro apenas dispone de una biblioteca municipal por cada 100.000 personas. Frente a esta oferta escasa, vecinos organizados, ONG y educadores comenzaron, a finales de los ochenta y principios de los noventa, a recoger donaciones de libros y a instalar pequeñas bibliotecas en salones comunitarios de Maré, Complexo do Alemão y Vidigal. Proyectos pioneros como la Biblioteca da Vila Autódromo y la Rede de Leitura de Manguinhos demostraron enseguida que la lectura podía convertirse en el punto de partida de iniciativas de teatro, muralismo y radio escolar.

En este contexto, emergieron algunas bibliotecas populares de fuerte arraigo local, como el Instituto Marginow, en la favela de Santa Marta, que comenzó en 2002 impartiendo clases de alfabetización para adultos y talleres de narrativa oral. Con el tiempo, Marginow amplió su oferta a laboratorios de cine y fotografía, atendiendo a jóvenes que, de otro modo, no hubieran tenido acceso a estas disciplinas. Por su parte, la Biblioteca do Erê, inaugurada en 2008 en Rocinha, combinó desde el comienzo el préstamo de libros con “kits tecnológicos” —tablets, kits de robótica y software de edición—, vinculando la lectura a competencias digitales. Otores ejemplos destacados son el Núcleo de Leitura São Paulo (Vidigal), que organiza lecturas al aire libre y talleres de periodismo comunitario, y la Biblioteca Comunitária do Andaraí (Universidade do Estado do Rio de Janeiro), que entrena a mediadores universitarios para llevar la lectura a escuelas públicas y grupos de madres.

Pilares de transformación social

El valor de estas iniciativas va más allá del préstamo de libros.

  • Al llevar gratuitamente el conocimiento y la tecnología a la puerta de casa, democratizan el acceso cultural en barrios donde el coste de un libro nuevo está fuera de alcance.
  • Al mismo tiempo, funcionan como espacios de cohesión: en ellos se organizan talleres de poesía, ciclos de cine debate y clases de idiomas, generando redes de apoyo vecinal. Jóvenes voluntarios se entrenan como mediadores y bibliotecarios, ganan confianza y a menudo se convierten en líderes comunitarios.
  • Muchas de estas bibliotecas también ofrecen alternativas de ocio y aprendizaje que ayudan a prevenir la violencia y a fortalecer el tejido social de las favelas.
  • Además, en numerosos casos las mujeres de la comunidad lideran proyectos de narración oral y alfabetización, lo que multiplica el impacto social y empodera a grupos tradicionalmente marginados.

Las bibliotecas comunitarias han sido impulsores de cambio real en las favelas: un estudio de la Secretaría Municipal de Educación de Río revela que las escuelas cercanas a una biblioteca comunitaria reducen hasta en un 15 % la tasa de abandono escolar. En Manguinhos, los eventos culturales nocturnos organizados por la biblioteca parque y por los clubes de lectura coinciden con descensos en los índices de violencia durante esos mismos horarios.

En 2011 la UNESCO nombró a Río de Janeiro Capital Mundial del Libro 2013, reconociendo el esfuerzo colectivo de más de 50 bibliotecas comunitarias. Durante ese año se celebraron mil actividades en más de cien barrios, con ferias del libro, lecturas nocturnas y talleres de encuadernación. Las bibliotecas comunitarias fueron, en muchos casos, los principales nodos locales de la programación oficial, lo que contribuyó a validar su modelo y a atraer fondos internacionales para reforzar redes de mediación.

De lo informal a lo institucional: las Bibliotecas Parque

A mediados de los años 2000, la Alcaldía de Río apostó por un modelo inspirado en las “bibliotecas parque” mexicanas, inaugurando tres grandes centros culturales en zonas vulnerables: la Biblioteca Parque de Manguinhos (2006), la Biblioteca Parque de Rocinha (2007) y la Biblioteca Parque de Madureira (2010). Estas instalaciones, diseñadas por el arquitecto Alexandre Brasil, combinan salas de lectura, telecentros, aulas multimedia y auditorios al aire libre. Aunque gestionadas por el Ayuntamiento, colaboran estrechamente con las bibliotecas comunitarias locales —incluyendo Marginow y Biblioteca do Erê— para formar mediadores de lectura y compartir colecciones.

Desafíos y futuro

Hoy día, a pesar de sus logros, estas bibliotecas comunitarias afrontan retos importantes: la financiación a menudo depende de donaciones esporádicas y subvenciones temporales; la regularización de terrenos de las favelas puede poner en riesgo sus espacios físicos; la conectividad a Internet, clave para muchos proyectos digitales, sigue siendo irregular, y la capacitación continua de mediadores requiere recursos que no siempre están disponibles.

Para garantizar su sostenibilidad, se promueven alianzas con universidades, convenios público-privados y un fortalecimiento de la Rede Nacional de Bibliotecas Comunitárias, que ofrece soporte técnico y facilita el intercambio de recursos.

Las bibliotecas comunitarias de Río de Janeiro constituyen hoy pilares de transformación social: democratizan el conocimiento, fomentan la cohesión vecinal, previenen la violencia y empoderan a generaciones enteras. El reconocimiento de Río como Ciudad Mundial del Libro 2013 selló su relevancia internacional. Ahora, el desafío es garantizar su sostenibilidad y expansión, consolidando así un modelo de cultura y solidaridad en el corazón de las favelas.