“Oiga, ¿se lo explico?” Niños y niñas que viven y comunican la ciencia

27 marzo 2025
Un alumno de Secundaria experimenta con una lámpara estroboscópica para estudiar la vibración por resonancia en diversos tipos de cuerdas, en una edición anterior de la feria Madrid es ciencia.

Hoy comienza la XIV edición de Madrid es ciencia, una feria veterana, muy esperada por los centros escolares madrileños, y que ha servido como modelo para muchas otras ferias científicas en España. 

La feria Madrid es ciencia se celebra del 27 al 29 de marzo, en IFEMA, en el marco de la Semana de la Educación de La Comunidad de Madrid. En esta edición participan más de setenta centros educativos, doce universidades, veinte centros de investigación y doce museos y sociedades científicas, además de una veintena de empresas relacionadas con el mundo STEM.

Desde que se puso en marcha en el año 2000, la feria ha demostrado que es posible acercar la ciencia al ciudadano de a pie e implicarlo, además, en el trabajo de los científicos. Las largas colas en la entrada de los pabellones de IFEMA son la demostración clara de que la ciencia interesa a todos cuando se presenta de forma abierta, interactiva e inteligente. Pero el mayor logro de este evento es la implicación de esos niños y niñas que asaltan a los visitantes con un entusiasta “Oiga, ¿se lo explico?”. Niños y niñas que se sienten como verdaderos protagonistas de la ciencia, contagian la emoción del descubrimiento y, además, son muy eficaces traduciendo el lenguaje críptico de los investigadores y comunicando los fenómenos y conceptos con sus propias palabras.

Como novedad, este año se han convocado dos certámenes dirigidos al alumnado de Secundaria (ESO, Bachillerato y Formación Profesional) para promover su espíritu emprendedor. El primero de ellos, Investiga y publica, fomentará la publicación de trabajos de investigación, mientras que Jóvenes emprendedores promoverá nuevas ideas de emprendimiento. Por otro lado, se celebra el Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuánticas con experiencias y talleres relacionados, y también hay una presencia significativa de la inteligencia artificial, con un espacio que acogerá experiencias, debates, talleres de iniciación y juegos desarrollados por expertos y estudiantes.

Experimento de capilaridad realizado por alumnado de Primaria, en una edición anterior de la feria.

Los turbulentos inicios

La feria científica española más antigua es el Día de la Ciencia en la Calle, que se celebra en A Coruña desde 1996. Un año más tarde empezó la feria del Parque de las Ciencias de Granada y en el año 2000 se lanzó la feria Madrid por la Ciencia, así como Exporecerca Jove en Barcelona.

Cuenta Ignacio Bayo, periodista científico que colaboró en la primera convocatoria de Madrid por la Ciencia, que actualmente se denomina Madrid es Ciencia, una pequeña historia de los inicios de esta feria:

  • “La historia surge de la fértil imaginación de Ramón Núñez Centella, creador y director de los Museos Científicos Coruñeses, que a principios de los 90 organiza la “Fiesta de la ciencia en la calle”. Y prosigue en la primavera de 1999, cuando la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, que proyecta poner en marcha iniciativas de comunicación científica, organiza un encuentro con diversos especialistas en la materia (periodistas, museólogos, divulgadores, científicos…) en la que el que estas líneas escribe sugiere a Almudena del Rosal, la responsable del programa, que acuda a La Coruña a ver en directo la fiesta. A su regreso, entusiasmada, puso en marcha la idea de crear una auténtica feria de la ciencia, para lo cual contó, además de con quien suscribe, con la asesoría de Augusto Ibáñez, y posteriormente de José González como coordinador de centros educativos (actual director de la feria madrileña) y Enrique Sánchez.” (Bayo, 2007).

En efecto, a finales de los noventa tuve la ocasión de participar en unas mesas de cultura científica que organizaba el Servicio de programación Científica de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, que dirigía Almudena del Rosal. En noviembre de 1999 me pidió ayuda para diseñar una pequeña feria de la ciencia a semejanza de la que se celebraba en A Coruña, con algunos puestos de colegios en torno a algún museo de la ciencia. Pero el proyecto presentado, mucho más ambicioso, proponía una gran feria de la ciencia que emulaba a la Feria del Libro, también en el Parque del Retiro, con casetas donde el alumnado presentaría sus experimentos y grandes carpas para las universidades y centros de investigación destacados. La idea gustó, pero inmediatamente recibimos la negativa rotunda del Ayuntamiento de Madrid que, a cambio del Retiro, ofreció unos pabellones de la Casa de Campo.

Así que a finales de 1999 convocamos en la Consejería de Educación a medio centenar de docentes, que destacaban por su probada profesionalidad y por el enfoque creativo y experimental de sus clases de ciencias y, para sorpresa de la Consejería, ninguno faltó a la cita. Todos venían cargados de expectativas ante la idea de que su alumnado protagonizara la comunicación de conceptos científicos y técnicos al público general, y se entregaron con entusiasmo a desarrollar el programa con su alumnado, para exponerlo en la feria. Huelga decir que fue todo muy voluntarista, porque se pretendía celebrar el evento en mayo, y ni siquiera disponíamos de presupuestos. Pero el tesón del profesorado salvó todos los obstáculos y el desarrollo de esa primera feria fue una verdadera celebración para todas y todos. La feria recibió unos 18.000 visitantes, que por momentos no cabían en el modesto pabellón de “La Pipa”, en la Casa de Campo.

Uno de los escollos a superar, no pequeño, fue que el Servicio de Programación científica de Almudena del Rosal dependía de la Dirección General de Investigación, y la Dirección General de Educación no debía quedar al margen. De modo que mantuvimos algunas reuniones con Educación, más formales que efectivas, para recabar su colaboración y limar asperezas.

Pero el obstáculo más importante, que la feria no pudo superar, fue la crisis económica de 2008, que ocasionó su cierre por recortes presupuestarios a finales de ese año. Meses antes había celebrado su novena convocatoria, con una asistencia récord de 180.000 visitantes. Además, el jurado del concurso Ciencia en Acción 2008 había otorgado, por unanimidad, el Premio Especial de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), a la iniciativa de la feria, porque implicaba “el acercamiento de la ciencia a la ciudadanía y la difusión de la cultura científica, así como la participación de alumnos, profesores e investigadores en la comunicación de la ciencia”. El jurado destacó también “el carácter pionero” de la feria y valoró su “actitud abierta hacia iniciativas de sociedades científicas, universitarias, centros de investigación y centros de enseñanza secundaria, actores principales en la comunicación de la ciencia y la tecnología”. Pero estos reconocimientos no lograron enmascarar el sabor amargo del cierre. La Feria reaparecería años después, en 2021, pero más pequeña y discreta, y asociada a la convocatoria de la Semana de la Educación. Poco a poco recupera el pulso de los inicios, y en la anterior edición logró reunir a 23.000 asistentes.

Un instrumento idóneo, con limitaciones, para generar vocaciones STEM

El principal objetivo de esta cita anual, organizada por la Fundación para el Conocimiento madri+d, de la Consejería de Educación, Ciencia y Universidades, es acercar las carreras científicas y tecnológicas a los jóvenes, con el objetivo de promover vocaciones en este ámbito y poner en valor la contribución de la ciencia al desarrollo económico y el bienestar de la sociedad.

Es indudable que una feria de la ciencia es la forma más cercana e inmersiva -y seguramente más eficaz- de acercarse a los ámbitos STEM, pero no nos engañemos. Sacar la ciencia de su torre de marfil y acercarla a la población escolar para que sea apreciada como una gran empresa colectiva de la que pueden formar parte, es condición necesaria para despertar vocaciones científicas, pero no es suficiente. Sería necesario, además, hacer de la ciencia una salida profesional atractiva, y no la carrera de obstáculos actual que mantiene a muchos jóvenes investigadores en situación de precariedad hasta ya superada la mitad de su vida laboral.

Esta situación de precariedad es bien conocida por el conjunto de la ciudadanía, a juzgar por los resultados de la última encuesta de percepción social de la Ciencia y la Tecnología 2022, publicada por la FECYT en 2023:

Imagen de la profesión científica entre la población española. Fuente: FECYT (2023). Encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología 2022, pág. 21.

Como se aprecia en la gráfica anterior, tomada de dicha encuesta, la mayoría de la población considera que la profesión científica compensa personalmente y que es muy atractiva para los jóvenes, pero también considera que la profesión científica sigue estando mal remunerada económicamente, con escaso reconocimiento social y sin estabilidad laboral. Quizás lo más preocupante es que el grupo de entrevistados más jóvenes (hasta los 34 años de edad) es el que, en mayor medida, considera la profesión poco atractiva para la juventud.

El personal científico joven desborda pasión, vocación y tenacidad, pero, lamentablemente, carece de condiciones laborales comparables a las de profesionales de formación similar. Y este abismo salarial y de derechos laborales se agranda cuando hablamos de las jóvenes investigadoras. Como botón de muestra, un estudio reciente basado en datos de 24 universidades británicas revela que las mujeres tardan de media 14 años más que los hombres en conseguir una Cátedra. Esta desigualdad de género reduce las oportunidades de promoción de las mujeres y aumenta la probabilidad de que abandonen prematuramente una carrera académica o investigadora.

Por ello, sí a estas iniciativas de divulgación científica tan participativas y significativas, pero exijamos, además, una apuesta más decidida para ofrecer carreras dignas y atractivas a esos chicos y chicas que desearían optar por la ciencia como trayectoria profesional.


Referencias

  • Ignacio Bayo (2007). La ciencia al alcance de todos. Revista Técnica Industrial, n.º 270, p. 21-23. Disponible en este enlace.
  • VV. AA. (2000). Primera feria Madrid por la ciencia 2000. Recopilación de experiencias presentadas por los centros educativos. Madrid: SM.
  • Departamento de Cultura Científica y de la Innovación (2018). Libro verde Ferias de la Ciencia. Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, FECYT. Disponible en este enlace.