¿Vacaciones docentes en julio? También es tiempo de formación

24 junio 2025
Una práctica extendida y poco conocida fuera del ámbito educativo es la participación del profesorado en cursos de formación durante las vacaciones de verano (img.: iStock).

Lejos de desconectar por completo al terminar el curso escolar, una parte significativa del profesorado español dedica unos días, o alguna semana, a la formación en metodologías activas, innovación educativa, neuroeducación, herramientas digitales, convivencia escolar o inclusión, entre muchos otros temas que le permiten actualizarse y mejorar su práctica educativa.

En España está muy extendida la idea de que, cuando en junio finaliza el curso escolar, el profesorado inicia unas largas vacaciones veraniegas, pero lo cierto es que una buena parte aprovecha el mes de julio para seguir formándose, actualizarse y mejorar su práctica docente. Esta formación, fuera del calendario escolar, refleja un fuerte compromiso profesional con la mejora continua.

Los cursos de verano abordan un amplio abanico de temáticas, y son organizados por fundaciones educativas, administraciones, universidades, sindicatos y movimientos pedagógicos. Ejemplos destacados son las Jornadas de la Asociación Rosa Sensat, las Escuelas de verano de los Movimientos de Renovación Pedagógica, los cursos de verano de FERE-Escuelas Católicas, los Centro Internacional de Formación del Profesorado de la Universidad de La Rioja o los numerosos cursos de verano para docentes organizados por universidades, fundaciones, sindicatos y plataformas educativas. Algunas de estas capacitaciones se desarrollan en septiembre, como la Universidad de Otoño del Colegio de doctores y licenciados o el Congreso de innovación educativa del Gobierno de Aragón. Esta formación del profesorado, arraigada, aunque desconocida, refleja la vocación docente y el compromiso profesional del profesorado con la mejora continua de la educación.

Los primeros días de julio ofrecen, también, un momento propicio para la formación interna de los centros y para la reflexión conjunta sobre lo aprendido durante el curso. Así, una parte del mes de julio se convierte en un tiempo de reflexión compartida, más allá de la rutina del calendario escolar.

Esta voluntad de formarse en pleno verano desmiente el tópico de unas vacaciones extensas y pasivas. Es una práctica profesional responsable, sostenida en la convicción de que enseñar exige estar en constante evolución para responder mejor a las necesidades del alumnado y de una sociedad cambiante.

De cursillos aislados a formación en comunidades de aprendizaje

La formación permanente es un factor esencial en la mejora educativa, ya que el profesorado es la variable más influyente en el logro de resultados de aprendizaje. Pero la capacitación a través de cursillos aislados, a los que asiste el docente a título individual, genera un impacto limitado en el centro, y está dejando paso a una formación más ambiciosa, en la que es el equipo docente el que se forma de manera conjunta, a través de una comunidad de práctica.

Estas comunidades de práctica, o comunidades profesionales de aprendizaje, proporcionan un espacio seguro y colaborativo donde los docentes de un proyecto educativo común pueden reflexionar sobre sus prácticas pedagógicas, discutir los desafíos que afrontan en el aula y buscar soluciones conjuntas.

Como ejemplo de estas comunidades de práctica en el marco de un proyecto compartido podemos citar el Congreso Marianista de Educación, que se celebrará en el Palacio de Congresos de Zaragoza los días 30 de junio, y 1 y 2 de julio, y congregará a más de 600 educadoras y educadores, bajo el lema “Juntos cuidamos el futuro”.

Este encuentro, organizado por los Colegios Marianistas y SM, se convertirá en un espacio clave para compartir prácticas, reflexionar sobre los desafíos de la escuela actual y avanzar hacia modelos más humanos y sostenibles. El congreso pretende ofrecer una respuesta creativa frente a los retos actuales de la educación, abordando temas como la atención en el aula al alumnado de altas capacidades, los retos de la neuroeducación, el acompañamiento socioemocional al alumnado, prevención, identificación ante el estrés digital, estrategias para facilitar la comunicación en las escuelas, o la IA en la labor docente, entre otros. A lo largo del congreso tendrán lugar diferentes ponencias con expertos de referencia nacionales e internacionales, y un amplio grupo de docentes de esos colegios compartirán las claves y los resultados de las prácticas transformadoras llevadas a cabo en sus centros, 19 centros de España y uno de Brasil.

Esta reflexión compartida en comunidades de práctica se revela como un instrumento de transformación educativa, pero, también, en una vía eficaz de profesionalización docente. En este sentido, el director de educación de la OCDE, Andreas Schleicher, sostiene que lo que mejora la satisfacción docente es el desarrollo profesional efectivo:

  • Colaborar con otros maestros, observar clases, dar retroalimentación, aprender juntos… todo eso crea eficacia y felicidad. La escuela debe ser un lugar donde todos aprenden, no solo los estudiantes. Combinar autonomía profesional con cultura colaborativa es fundamental”.

Cuando el profesorado confía en su impacto, colabora eficazmente, comparte prácticas exitosas y mantiene altas expectativas para su alumnado, los resultados académicos mejoran significativamente. Eso es una comunidad profesional de aprendizaje.