El arte de indagar: transformando la educación a través de sistemas relacionales

10 julio 2024
Mediante la comunicación interpersonal con nuestro alumnado los docentes lo cuidamos, lo acompañamos, lo orientamos y lo reconocemos (img.: iStock).

Una buena comunicación interpersonal en la escuela, a través de la indagación y del diálogo constructivo, favorece la creación y la consolidación de vínculos afectivos que favorecen el aprendizaje. Una escuela es, de hecho, un gran sistema relacional en el que los vínculos e interacciones dan soporte a los aprendizajes del alumnado y al desarrollo profesional docente.

Nos relacionamos en redes en un presente en continuo cambio, transformando continuamente el ser que somos al convivir con los otros en los espacios de relación donde escuchamos, pedimos, ofrecemos, acordamos y nos reconocemos mutuamente.

Desde la teoría de sistemas, un sistema adaptativo complejo (SAC) es, como su nombre lo indica, un sistema complejo, en el sentido de que es diverso y conformado por múltiples elementos interconectados, y adaptativo, porque tiene la capacidad de cambiar y aprender de la experiencia. La definición y las características de estos sistemas complejos han sido recogidas por múltiples autores, como Anderson, (1999), Burnes (2005), Contreras. (2012) Palmberg (2009) o Brownlee (2007). Si pensamos en nuestro alrededor, son sistemas adaptativos complejos el ser humano, las colonias de hormigas, el cerebro o cualquier iniciativa/esfuerzo de grupos sociales humanos dentro de un sistema cultural y social dado.

La comunidad educativa, al igual que una escuela, un claustro docente o un grupo de estudiantes, es también un sistema complejo. Es un sistema vivo que se adapta, se autoorganiza y está en constante evolución. Un sistema adaptativo que está formado por redes de personas en constante conexión, de manera que lo que ocurre en un momento tiene un impacto a lo largo de toda la red de conexiones. Así, una clase es una red de personas conectadas en una red de relaciones a través de las interacciones que se establecen entre sus miembros.

La comunidad educativa es un sistema complejo, un sistema vivo que se adapta, se autoorganiza y está en constante evolución.

Seguimos a Watzlawick (1976) cuando manifiesta que “es imposible no comunicar”, ya que todo comportamiento es una forma de comunicación y, como no existe forma contraria al comportamiento, (un «no comportamiento» o «anti-comportamiento»), tampoco existe la «no comunicación». Por eso, todo lo que comunicamos tiene un impacto en nuestro alumnos y en su representación sobre ellos mismos y su identidad, tanto individual como la basada en sus relaciones con los demás.

Cuando interactuamos con otros dibujamos nuestro paisaje interior y ayudamos a dibujarlo al otro. Cuando hablamos expresamos cómo vemos el mundo y cómo lo ven los otros y se producen modificaciones en nuestra percepción y representación mental del otro, de su mundo y de su forma de ver las cosas, y tanto lo que decimos como lo que escuchamos provoca un efecto en nuestras creencias, en nuestro pensamiento y en nuestro corazón, condicionando que el mensaje tenga un efecto motivador o todo lo contrario.

Mediante las interacciones que llevamos a cabo con nuestros alumnos y la comunicación (interpersonal) los docentes cuidamos, acompañamos, orientamos y reconocemos sus esfuerzos. En el proceso de comunicación mostramos escenarios donde se desenvuelven, crecen y se desarrollan. Les mostramos nuevos aprendizajes, compartimos los aprendizajes que han logrado y esbozamos conjuntamente el camino para seguir explorando y aprendiendo.

Indagar para hacer crecer

Los espacios educativos son los lugares donde ocurre de manera organizada el encuentro entre el docente y los alumnos, es el lugar donde se van configurando los mundos de significados de los estudiantes y del propio docente a través de las interacciones y las relaciones interpersonales. A través de las conversaciones llevamos a cabo nuestro ser social, nos comunicamos con los demás, compartimos inquietudes, conocimientos, proyectamos, influimos en otros, mostramos nuestro mundo y ayudamos a construir el mundo de otros.

Cuando alguien propone, relata sus experiencias, emite sus propias opiniones, sugiere determinados cursos de acción, toma determinadas decisiones y generalmente hace alguna petición a partir de sus propias inquietudes, es un hablar auto referido. «En su hablar, el individuo habla desde sí mismo y su habla revela su propia individualidad»  Echeverría (2009).

Cuando intentamos averiguar, igual que al proponer, lo hacemos motivados por la inquietud y el deseo, solo que la inquietud es diferente. No se busca que alguien realice algo, por el contrario, buscamos que el otro se exprese, diga lo que piensa, lo que siente, lo que conoce, en definitiva, buscamos conocer mejor al otro.

Al indagar nos abrimos al otro para conocerlo, para saber y comprender lo que piensa, para comprender cómo es su mundo, para acceder al espacio en el que se sitúa al hablar. Eso nos permite conocer sus inquietudes, descubrir el significado que atribuye a las cosas y mostrar espacios comunes que inviten a la acción y al aprendizaje.

En este sentido, por tanto, la indagación es un hablar al servicio de la escucha del otro. Es un hablar que tiene como objetivo escuchar y esto es lo que la mueve. Cuando alguien indaga, lo que se muestra, lo que se revela es su interés por saber algo del otro o de los otros.

En nuestra práctica, ¿cuántas veces establecemos esa forma de relacionarnos con los alumnos? ¿Hasta qué punto conocemos a los estudiantes en un sentido más profundo, más allá de elementos básicos y evidentes de su identidad pública? ¿Hasta qué punto conocemos sus interpretaciones, los sentidos que atribuyen a las situaciones que han vivido, los sentidos que subyacen a los aprendizajes y las materias que les enseñamos?

Estimular una buena comunicación interpersonal, compartir con los alumnos la importancia y el valor que le concedemos a escuchar e indagar nos abre las puertas a otros mundos y eso favorece que se creen y consoliden vínculos afectivos que, como sabemos, favorecen el aprendizaje. Es la importancia del diálogo constructivo para fomentar vínculos sólidos.


Iolanda Nieves de la Vega es profesora de la unidad docente Business Spanish for Communication del MBA de IESE Business School (Universidad de Navarra), docente del Máster de formación permanente en educación de las altas capacidades y miembro de la Cátedra de Neuroeducación UB-EDU1ST.

Referencias

  • Anderson, P. (1999). Complexity theory and organization science. Organization Science, 10 (3): 216-232.
  • Brownlee, J. (2007). Complex Adaptive Systems. Technical Report 070302A. Complex Intelligent Systems Laboratory, Centre for Information Technology Research, Faculty of Information. Communication Technology, Swinburne University of Technology. Melbourne, Australia.
  • Burnes, B. (2005). Complexity theories and organizational change. International Journal of Management Reviews, 7 (2): 73-90.
  • Contreras, F.; Barbosa, D.; Castro, G. (2012).La organización como sistema complejo: implicaciones para la conceptualización del liderazgo. Criterio Libre, 10 (16): 193-206.
  • Echeverria, R. (2009) Escritos sobre aprendizaje. Santiago: Comunicaciones Noreste LTDA.
  • Palmberg, K. (2009). Complex adaptive systems as metaphors for organizational management. The Learning Organization, 16 (6): 483-498.
  • Watzlawick, P., Jackson, D., y Beavin, J. (1976). Teoría de la comunicación humana. 4ª Ed. Buenos Aires: Tiempo contemporáneo.

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