¿Es posible hablar de educación sin hablar de desigualdad?
La autora de este artículo, socióloga e investigadora brasileña, sostiene que la comprensión del proceso educativo debe someterse a una profunda reflexión sobre las desigualdades sociales y económicas que influyen en el aprendizaje y los resultados escolares de las personas, porque la desigualdad no es un aspecto marginal, sino un elemento central que define y condiciona las trayectorias educativas.
El proceso de aprendizaje escolar es multidimensional: no solo involucra al estudiante y a la escuela, sino también a factores externos que influyen en su desarrollo. La discusión en torno a las trayectorias escolares y los resultados del proceso de escolarización va más allá de los límites de las escuelas y las familias y se ubica en el centro del debate político y académico.
Este hecho cobra especial relevancia en el contexto brasileño, marcado por importantes desigualdades sociales que se reflejan en las trayectorias escolares de las personas desde una edad muy temprana. La disparidad en el acceso a los recursos educativos, la variación en la calidad de las infraestructuras escolares y las diferencias en las oportunidades de aprendizaje disponibles son algunos ejemplos de cómo las desigualdades sociales moldean el sistema educativo. Las condiciones socioeconómicas de las familias, como los ingresos y el nivel educativo de los padres, también influyen significativamente en el proceso de escolarización de los estudiantes y en sus perspectivas de éxito académico. Además, la ubicación de las escuelas y los recursos de los que disponen reflejan y perpetúan, a menudo, las desigualdades en las comunidades en las que están insertas.
En este sentido, cuando se habla de educación en el contexto brasileño es esencial considerar las desigualdades que la afectan y la manera en que la afectan. El objetivo de este texto es indicar por qué la comprensión del proceso educativo brasileño debe someterse a una profunda reflexión sobre las disparidades sociales y económicas que influyen en el aprendizaje y los resultados escolares de las personas. Como presentaré a continuación, la desigualdad no es un aspecto marginal, sino un elemento central que define y condiciona las trayectorias educativas.
La relación entre el individuo, la escuela y la familia
La literatura sociológica en educación (Costa, 2008; Soares y Alaves, 2013; Nogueira et al., 2015; Brito, 2017) señala la importancia de pensar la relación entre individuo y escuela como un fenómeno multifacético, teniendo en cuenta factores externos a estos dos actores que influyen en el proceso de escolarización y aprendizaje, donde la familia es un elemento de influencia central. Para estos autores, la “herencia familiar” influye sistemáticamente en las trayectorias escolares; por lo tanto, los resultados obtenidos no dependen del simple esfuerzo individual y no están vinculados solo a la dimensión personal.
Las características morfológicas y socioeconómicas del grupo familiar, como los ingresos, el nivel de educación de los padres y el acceso a los bienes culturales, producen efectos en los resultados escolares de las personas. Por tanto, las diferencias de rendimiento de los estudiantes están comúnmente vinculadas a otras diferencias objetivas, que surgen principalmente de los elementos disponibles en su entorno familiar. Esas diferencias objetivas contribuyen a la configuración de los diferentes destinos escolares. Esto no significa que no pueda haber excepciones. Pero es importante aclarar que se trata, precisamente, de excepciones, y no de la regla. Dos familias, una en la que los padres tienen educación superior y la otra en la que ninguno de los progenitores ha completado la escuela secundaria, tienen experiencias diferentes, que configuran de modo significativo las oportunidades educativas de los hijos y dan lugar a trayectorias escolares distintas (Nogueira et al., 2015).
El nivel de escolaridad está directamente relacionado con los ingresos y la disposición de bienes culturales de la familia, factores que afectan la experiencia escolar de los estudiantes. Además, las elecciones de los padres se realizan en función de las oportunidades y los límites impuestos por la propia estructura social, que incluye “la posición social de la ocupación de los padres, la estructura familiar, el capital económico y cultural de la familia, sus redes sociales, así como otros aspectos que caracterizan la posición social y las disposiciones culturales de la familia” (cf. Alves, 2010, p. 448).
Otro aspecto importante planteado por la literatura es que hay efectos derivados del propio entorno escolar que operan como determinantes del destino y el resultado escolar de las personas. Es importante considerar que toda institución educativa está inserta en un contexto social sobre el cual no tiene control, pero que impacta directamente en las relaciones establecidas en los espacios de aprendizaje, así como en el propio proceso de enseñanza y aprendizaje. El contexto en el que se insertan las escuelas crea tanto restricciones como oportunidades estructurales para las escuelas y sus estudiantes (Ribeiro, 2013). Factores como el lugar donde se encuentra, la violencia, la delincuencia, los recursos físicos y los aspectos didácticos de cada escuela repercuten directamente en el tipo de experiencia y en los resultados obtenidos por los estudiantes a lo largo de su trayectoria escolar.
Según Costa (2008), la ubicación de la escuela es determinante del tipo de estudiante que será atendido por ella, especialmente en el sistema público, donde los estudiantes son asignados a escuelas cercanas a sus hogares, aunque estas no sean las más prestigiosas. Esto se debe a que existe una correlación entre el nivel socioeconómico de las familias y las elecciones realizadas por ellas. Las familias de clase más alta suelen optar por las escuelas más prestigiosas, independientemente del coste de la matrícula, la ubicación o los gastos de desplazamiento necesarios. Este cálculo tiene menos importancia y peso en la toma de decisiones que para las familias de clase baja, que comúnmente necesitan optar por escuelas que, aunque sean menos prestigiosas y tengan un rendimiento general más bajo, están más cerca de sus hogares y no requieren una inversión en términos de transporte, por ejemplo. Mientras para las familias más ricas la calidad que ofrece la escuela es el principal motor de la decisión, para las familias más pobres es necesario hacer un cálculo no solo de cuánto cuesta, sino también de si es posible disponer de sus recursos materiales para esa finalidad. Existe una delimitación del horizonte de elección, que está condicionado por el nivel socioeconómico de las familias.
Así, los recursos materiales y humanos de las escuelas son un reflejo de su ubicación. Las escuelas públicas ubicadas en áreas periféricas atienden predominantemente a estudiantes con un nivel socioeconómico más bajo y por lo común presentan peores condiciones objetivas con respecto al espacio físico y al personal docente, especialmente en comparación con las escuelas públicas en las regiones centrales de las capitales (Soares, 2004). Si se las compara con las escuelas privadas, esa distancia es aún más significativa.
Los estudios sobre la influencia de la escuela en el proceso de escolarización y aprendizaje señalan que las escuelas, por sí solas, no son capaces de enfrentar o compensar la fuerza de la estructura social. Sin embargo, algunas instituciones educativas logran proporcionar un aprendizaje mejor que el esperado para las condiciones sociales de sus estudiantes dadas sus propias características (Soares y Alaves, 2013).
De manera general, la literatura señala tres factores principales que determinan el rendimiento cognitivo de los individuos en el proceso de escolarización: los asociados a la estructura escolar, los asociados a la familia y los relacionados con el propio alumno. Los estudios realizados a lo largo de las décadas de 1950 y 1960 señalan que los factores externos a la escuela explican más las desigualdades de los resultados de los estudiantes que los factores internos de la escuela. Además, confirman que no solo los resultados escolares, sino también el acceso a las oportunidades educativas, están directamente relacionados con los aspectos socioeconómicos y culturales de las personas y sus familias (Soares, 2004).
Tayná Mendes es socióloga e investigadora. Licenciada en Ciencias Sociales (IFCS/UFRJ) y maestranda en Sociología en el PPGSA/UFRJ. Investigadora del Núcleo Interdisciplinario de Estudios sobre Desigualdad (NIED/IFCS) y asociada al Centro de Estudios sobre Riqueza y Estratificación Social (CERES/IESP). Trabaja en torno a los temas de las desigualdades en los resultados y las oportunidades educativas, las desigualdades de género, origen social y dinámicas familiares, las trayectorias sociales y los métodos de investigación. Ha participado en el proyecto Aula GO de la Fundación SM.
Referencias
- Alves, Fátima (2010). “Escolhas Familiares, Estratificação Educacional e Desempenho Escolar: Quais as Relações?”. DADOS – Revista de Ciências Sociais, Rio de Janeiro, vol. 53, no 2, pp. 447-468.
- Brito, Murillo (2017). “Novas tendências ou velhas persistências? Modernização e expansão educacional no Brasil”. Caderno de Pesquisa, v. 47, n 163, pp. 224-263.
- Costa, Marcio da (2008). “Prestígio e hierarquia escolar: estudo de caso sobre diferenças entre escolas em uma rede municipal”. Revista Brasileira de Educação, v. 13, n 39, pp. 455-594.
- Nogueira, Cláudio; Resende, Tânia; Viana, Maria José B. (2015). “Escolha do estabelecimento de ensino, mobilização familiar e desempenho escolar”. Revista Brasileira de Educação, v. 20, n 62, pp. 749-772.
- Ribeiro, Eduardo (2013). “Vizinhança, violência urbana e educação no Rio de Janeiro: efeitos territoriais e resultados escolares”. BIB, São Paulo, n 7, pp. 41-87.
- Soares, José Francisco (2004). “O efeito da escola no desempenho cognitivo de seus alunos”. REICE – Revista Electrónica Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, v. 2, n. 2, pp. 83-104.
- Soares, José Francisco; Alaves, Maria Teresa (2013). “Efeitos de escolas e municípios na qualidade do ensino fundamental”. Caderno de Pesquisa, v. 43, n 149, pp. 492-517.