La perspectiva de género en la Educación Primaria y en la Educación Secundaria Obligatoria
La nueva ley educativa tiene como seña de identidad un enfoque de igualdad de género, coeducación, prevención de la violencia de género y respeto a la diversidad afectivo-sexual.
La materia de Educación en Valores Cívicos y Éticos, que se cursa en Educación Primaria y en Educación Secundaria Obligatoria, da especial relevancia a la educación para la igualdad de género. La educación afectivo-sexual, adaptada al nivel madurativo del alumnado, es uno de sus principios educativos, de forma que se facilita un desarrollo y cuidado personal, y también el cuidado de las demás personas, adquiriendo herramientas para una convivencia respetuosa no sexista y comprometida con el logro de la efectiva igualdad y la erradicación de la violencia de género, además de la normalización de todas las opciones identitarias y sexo-afectivas.
Otro de los aspectos significativos es la referencia al papel de las mujeres a lo largo de la historia, así como el estudio de la contribución de las mujeres del mundo académico, de las artes, las letras y las ciencias, frecuentemente olvidadas. Pero, además, se incide en la influencia que tuvieron y tienen las mujeres en los principales movimientos en defensa de sus derechos, así como la situación actual del feminismo, potenciando un análisis crítico de la situación secular de desigualdad de género y los retos de futuro para conformar sociedades igualitarias. Todo ello se podría complementar con una mirada crítica sobre los motivos por los que la participación pública de las mujeres ha sido dificultada, cuando no anulada, en amplios periodos de la historia.
En el desarrollo curricular de la Educación Primaria y de la Educación Secundaria Obligatoria se recogen adecuadamente los contenidos que promueven una cultura del cuidado. Sin embargo, se echa de menos la visibilización de la deuda de cuidados, históricamente y en la actualidad, que tienen los varones con respecto a las mujeres, así como incidir en la importancia de conseguir la corresponsabilidad de los cuidados sociales y ambientales, según las posibilidades de cada momento vital de las personas. Una sociedad para el bien común deberá articularse alrededor de los cuidados, la democracia, la sostenibilidad y la corresponsabilidad.
Todos estos aspectos son fundamentales, pues los cambios culturales que la crisis ecológica y social necesita requieren de transformaciones profundas, empezando por asumir nuestra radical ecodependencia e interdependencia. En este sentido, el rol de cuidados adjudicado tradicionalmente a lo femenino es central para encarar los retos que nos acucian provocados por la crisis multisistémica actual. Una educación que fomente el pensamiento holístico y crítico, así como la creatividad y la articulación comunitaria, será de enorme relevancia para conformar sociedades resilientes ecológicamente y justas socialmente, que ayuden a superar situaciones adversas y a lograr transformaciones sociales que posibiliten el cuidado del planeta y el de todas las personas que lo habitamos.
Es importante poner en valor del papel de muchas mujeres como agentes de cambio ecosocial. Las mujeres han tenido y tienen un papel protagonista en movimientos de defensa del territorio, en luchas pacifistas o en asociaciones de carácter solidario.
El ecofeminismo, que pone en el centro la sostenibilidad de la vida en su doble dimensión, la defensa del planeta y la importancia de los cuidados como seres vulnerables que somos, es una propuesta fundamental para promover una cultura del cuidado y servir de inspiración a una sociedad social y ecológicamente sostenible. Por tanto, es necesario educar en la corresponsabilidad de la reproducción cotidiana de la vida de los seres humanos, tradicionalmente realizada por las mujeres, y en la defensa de nuestra casa común que es el planeta. Supone un gran avance que el ecofeminismo se incluya dentro de los saberes básicos en la asignatura de Educación en Valores Cívicos y Éticos de Educación Secundaria Obligatoria.
La LOMLOE también hace referencia a evitar los estereotipos de género en la orientación académica y profesional del alumnado, de forma que motiva a la formación del alumnado femenino en estudios tradicionalmente con mayor preferencia hacia el alumnado masculino y viceversa.
Aunque la Ley Orgánica de Educación promulgada en 2006 introdujo por primera vez la palabra coeducación en una ley educativa, esa referencia no ha supuesto la erradicación de la segregación del alumnado por género en centros educativos apoyados con fondos públicos. En este sentido, la LOMLOE incluye la coeducación y la no segregación como uno de los principios de la educación. La nueva ley hace una defensa clara de la educación mixta como garante de la no discriminación por motivos de género y para el desarrollo de valores democráticos como la igualdad, la convivencia, la participación y el aprendizaje de las relaciones diversas e inclusivas, que difícilmente pueden ser afianzados en centros educativos segregados o de educación diferenciada.
Las etapas educativas a las que afecta esta ley orgánica, están claramente feminizadas en cuanto a su profesorado, especialmente las de Educación Infantil y Educación Primaria. Sin embargo, los porcentajes de mujeres en los cargos directivos de los centros no guardan la misma proporción. Si bien la LOMLOE apuesta por la composición equilibrada de mujeres y hombres en el caso de las comisiones de escolarización y en el de los consejos escolares de los centros, lo que es muy positivo, se echa de menos una apuesta clara para conseguir una igualdad de género en la dirección y del resto de miembros de los equipos directivos de los centros. La corrección de esta situación es un elemento esencial de coherencia con la apuesta igualitaria de la ley educativa.
Por último, también echamos de menos el uso del lenguaje inclusivo no sexista en la redacción de la propia LOMLOE, dado que las palabras que utilizamos para comunicarnos son las bases para nuestra conexión con las demás personas y una herramienta fundamental para alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres. Este aspecto va mucho más allá de lo “políticamente correcto”, pues el lenguaje influye poderosamente en las actitudes, el comportamiento y las percepciones sociales.