Preocupante deterioro del bienestar del profesorado y del alumnado en las aulas

Educo y Fundación SM han presentado esta mañana en Madrid el informe Mejorando la protección y el bienestar en las escuelas, que refleja un deterioro alarmante en el bienestar socioemocional de estudiantes y docentes en España, recogido a través de sus propias voces.
Tras la superación de los peores momentos de la pandemia del COVID 19 la Fundación SM realizó un estudio que mostró un malestar elevado entre el profesorado: el 39 % de los docentes presentaba síntomas compatibles con la ansiedad y la depresión (Fundación SM, 2023). Otro estudio de Unicef reveló que un 20,8% de los adolescentes españoles manifestaba algún problema de salud mental (Unicef, 2022). Ahora, cuando se cumplen cinco años tras el inicio de la pandemia, la Fundación SM se ha unido a Educo para conocer en profundidad los factores que afectan al bienestar socioemocional de profesorado y alumnado.
La metodología utilizada se basa en una investigación cualitativa que incluyó entrevistas grupales y talleres con profesorado y alumnado de centros públicos y concertados de cuatro comunidades autónomas (Madrid, Cataluña, Valencia y Galicia), y entrevistas en profundidad con profesorado de diversas partes de España distribuido en atención a las variables de género, titularidad y experiencia docente.
Decae el bienestar socioemocional del alumnado
Los testimonios del profesorado destacan un deterioro generalizado en el bienestar socioemocional del colectivo estudiantil. Señalan la pandemia de la covid-19 como un punto de inflexión, aunque en algunos casos esta situación solo sirvió para amplificar problemáticas subyacentes que ya existían.
Según el profesorado, existen al menos dos factores clave que pueden estar contribuyendo a este malestar: por un lado, las relaciones familiares, afectadas en términos generales por la dificultad de padres y madres para dedicar tiempo de calidad a sus hijos; y por otro, el uso excesivo de la tecnología, especialmente el tiempo prolongado que los estudiantes pasan frente a las pantallas.
A su vez, los docentes consideran que esta problemática se refleja principalmente en el ámbito socioemocional, donde se observan estudiantes más vulnerables, con baja autoestima y escasa tolerancia a la frustración; en el plano conductual, donde destaca un aumento de comportamientos disruptivos en el aula, y en el aspecto académico, en el que se aprecian mayores dificultades para que el alumnado mantenga la atención y la concentración necesarias para seguir el proceso de enseñanza- aprendizaje.
Entre el alumnado existe consenso al señalar que el origen de los problemas que afectan a su bienestar en clase está también fuera del centro educativo y, a su juicio, se relaciona con el entorno familiar y el tecnológico.
En concreto, el alumnado de Secundaria destaca que la principal causa de los conflictos entre ellos son insultos, rumores o bromas que muchas veces trascienden el ámbito escolar por las redes sociales. Y cuando se producen, prefieren mantener distancia con el profesorado, lo cual demuestra la importancia de que estos sean referentes de confianza y promuevan entornos seguros.
También se deteriora el bienestar del profesorado
El informe aborda los factores que están deteriorando el bienestar del profesorado. Las principales conclusiones son las siguientes:
- Aulas cada vez más diversas y complejas. Al empeoramiento del bienestar socioemocional se suman alumnos con necesidades educativas especiales (NEE, ritmos de aprendizaje diversos, familias con diferentes capacidades de brindar apoyo educativo, etc. Y todo el marco de un nuevo modelo educativo que demanda mayor personalización en los aprendizajes y educar y no menos importante, evaluar, en el desarrollo de competencias. Así lo expresa un docente de Galicia: “Veinticinco alumnos que vienen de casas diferentes, con medios distintos, con estimulación y motivaciones diferentes en una clase no es viable porque de esos 25, hay 5 o 6 con muchísimas necesidades”.
- Sobrecarga de responsabilidades en el profesorado. Los docentes sienten que se les asignan responsabilidades que van más allá de su labor educativa, a menudo superando sus capacidades formativas y los recursos a su alcance. Hablamos precisamente de la escasez de recursos, especialmente de profesionales especializados que atiendan a las casuísticas que acabamos de mencionar (NEE, bienestar emocional) y que deberían complementar la labor pedagógica del docente.
- Falta de reconocimiento del profesorado. La comunidad docente percibe con frecuencia que su profesión está considerada socialmente como una labor cómoda que dispone de unas privilegiadas condiciones y un largo período vacacional, y, en consecuencia, no sienten que el trabajo que conlleva, tanto dentro como fuera del horario escolar (preparar programaciones, clases, modelos de evaluación, etc.), goce del reconocimiento que merece. El profesorado tampoco percibe ese reconocimiento de su labor, de su conocimiento experto y formación especializada por parte de las familias, especialmente en el caso de aquellas menos implicadas en la educación de sus hijos e hijas. Esta falta de reconocimiento por parte de algunas familias a la figura del docente se traduce en actitudes como la desconfianza (en algunos casos hasta cuestionando decisiones pedagógicas); las faltas de respeto; o la demanda de inmediatez en las comunicaciones y relaciones entre el docente y las familias.
- Sensación de cuestionamiento y desprotección. El profesorado siente que se le exige y se le cuestiona cada vez más, y a menudo se siente desprotegido ante cualquier conflicto que pueda surgir con las familias. Este es un aspecto central pues esta relación a menudo compleja o conflictiva con las familias, junto con la falta de recursos provenientes de las Administraciones, es el factor que como relatan los discursos de los docentes, explica que el 40 % de ellos decida tomar una distancia emocional como una estrategia para separar la vida personal y la profesional. Un distanciamiento considerado como imprescindible para preservar la salud mental.
En la presentación del informe, Ariana Pérez, de la Fundación SM, quiso puntualizar que esta estrategia de distanciamiento en ningún caso tiene su origen ni correlato en el alumnado. La vinculación con el alumnado se considera fundamental para la consecución de buenos resultados académicos. Es, incluso, inevitable, especialmente cuando se trata de etapas educativas tempranas o estudiantes con necesidades educativas especiales.
La vinculación con el alumnado se considera fundamental para la consecución de buenos resultados académicos
A los problemas anteriormente expuestos habría que añadir otros estresores, que resumimos a continuación, acompañados por algunas frases textuales recogidas en los grupos de discusión:
- Las ratios elevadas, que dificultan la atención individualizada (“Yo creo que una ratio elevada no ayuda nada a que el profesor trabaje cómodo y pueda desarrollar bien su papel”).
- La desconexión entre la formación docente y las necesidades reales de las aulas (“Nosotros no estamos formados para dar respuesta a los problemas que se están generando ahora”).
- La burocracia excesiva (“Tenemos que hacer informes de todo, tenemos que dejar todo registrado, pero tenemos que dar clase también. Yo lo que quiero es preparar mis clases, estar con mis niños, escucharlos, enseñarles y dedicarme a lo que me quiero dedicar, que es ser profesor”).
- Los cambios legislativos constantes (“La ley de educación no se tiene que cambiar cada 4 años. Tiene que haber un pacto entre los partidos políticos”).
- La escasez de apoyo emocional (“No es muy lógico que nosotros no tengamos un psicólogo en el centro o algún terapeuta. Alguien que nos pueda ayudar en momentos de estrés”).
La borrosa figura del Coordinador de bienestar
El informe subraya que hay que impulsar la figura del Coordinador de Bienestar, introducida en 2021 por la LOPIVI (Ley Orgánica de Protección integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia). Su rol es vital para mejorar el ambiente en el aula y garantizar un entorno escolar seguro y respetuoso. Tiene la responsabilidad de promover una cultura de buen trato dentro de la comunidad educativa, facilitando estrategias de prevención, detección e intervención en situaciones de riesgo.
La LOPIVI representa un gran avance en la protección de los derechos de niños, niñas y adolescentes en España. Sin embargo, presenta algunas lagunas que impiden alcanzar los objetivos de prevención de violencias en el ámbito educativo, muy especialmente en lo que se refiere a la figura del Coordinador de Bienestar y Protección. Esta nueva figura, que debería ser clave, no consigue cumplir las funciones y alcanzar los logros para los que fue creada. La ausencia de recursos adecuados, de disponibilidad horaria, de reconocimiento y de apoyo y coordinación por parte de las administraciones limita su capacidad de acción, convirtiendo esta figura en un rol con altas responsabilidades, pero con escaso respaldo institucional. La falta de visibilidad y reconocimiento dentro de la comunidad educativa también son un obstáculo, ya que muchos alumnos y familias desconocen su existencia y funciones.
Su limitada capacidad de intervención la relega a un papel meramente reactivo, actuando solo cuando los casos de violencia ya se han dado. Como consecuencia, las funciones clave asociadas a la promoción de una cultura del buen trato, la sensibilización, la prevención y la detección precoz quedan en un segundo plano.
Para que la figura del Coordinador de Bienestar y Protección cumpla de manera efectiva sus funciones, es esencial dotarla de mayor disponibilidad horaria, formación práctica, coordinación y respaldo institucional. Solo así podrá impulsar entornos educativos seguros, promoviendo el bienestar y el buen trato de forma preventiva y no solo reactiva.
Recomendaciones para un cambio de tendencia
La investigación no solo buscaba analizar las causas que afectan el bienestar de alumnos y docentes, sino también proponer soluciones basadas en sus propias perspectivas para crear entornos escolares más seguros y acogedores.
En el marco de esta investigación, docentes y alumnos coinciden en destacar una serie de propuestas que señalan el camino para construir entornos de cuidado, que llamamos “escuelas que cuidan”:
- Promover una mayor colaboración entre familias y centros educativos para construir relaciones de respeto mutuo.
- Contar con estructuras y recursos de apoyo emocional en los centros para atender las necesidades de la comunidad educativa. Se necesitan profesionales especializados en el cuidado de la salud mental del alumnado, pero también del profesorado.
- Apoyar la autonomía y la libertad académica de los equipos docentes. Esto está muy relacionado con la necesidad de reconocer el conocimiento experto y la labor especializada que realizan los docentes.
- Crear un modelo de desarrollo profesional que atraiga, forme y retenga a los mejores docentes.
- Fomentar un liderazgo participativo, para contribuir a la cohesión del equipo docente y a generar un clima de confianza y autoeficacia.
Por último, el estudio señala que la Administración tiene la responsabilidad de abordar la pérdida de bienestar en las escuelas, garantizando medidas efectivas para crear entornos educativos seguros, saludables y propicios para el aprendizaje. Invertir en protección y bienestar no es un gasto, sino una inversión en el futuro de la infancia.
Referencias
- Fundación SM (2023). Educobarómetro. El profesorado en España 2023. Madrid: Fundación SM, Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo (IDEA) y Observatorio de la Escuela en Iberoamérica (OES).
- UNICEF (2022). Estado Mundial de la Infancia 2021. En mi mente: Promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia. Disponible en este enlace.
Consulta y descarga el informe:
EDUCO y Fundación SM (2025). Mejorando la protección y el bienestar en las escuelas. Disponible en este enlace.