Competencias profesionales de los docentes en la aplicación del nuevo currículo

30 enero 2023

La aplicación del currículo de la LOMLOE implica un cambio profundo en el funcionamiento y en la cultura de los centros, así como en la propia actividad de los docentes. Por ello, el autor de este artículo sostiene que el esfuerzo  principal de las Administraciones y de las instituciones educativas debe situarse en el fortalecimiento de las competencias de los docentes y en mejorar el funcionamiento de los centros para reforzar la cultura de confianza, de colaboración, de apoyo mutuo y de innovación, con el fin de aprovechar con mayor intensidad las oportunidades que ofrece el nuevo currículo para conseguir interesar y comprometer a todo el alumnado en sus aprendizajes. 

 

Competencias profesionales de los docentes 

La relevancia de las competencias en el ámbito laboral se produce desde los modelos y análisis de la formación profesional. Desde estos enfoques, se suelen definir las competencias como los saberes necesarios que se movilizan para desempeñar una determinada tarea en un específico contexto laboral y que incorporan un componente de eficacia en la resolución de los problemas propios de la profesión (Blas, 2007). A partir de este planteamiento, el modelo de competencias profesionales se ha ido consolidando, si bien sus definiciones y tipos de competencias son muy variados e incluso en ocasiones contradictorios.

Este enfoque competencial de la profesión se ha concretado también en las actividades que han de desarrollar los docentes. El modelo pionero en este campo se inició en el Reino Unido con la creación de la Agencia de Formación del Profesorado (Teacher Training Agency) en 1996 al señalar aquellas competencias que los docentes han de desempeñar para alcanzar una valoración positiva y progresar en su desarrollo profesional.

Desde una lógica similar, aunque adaptada a las características propias de la enseñanza y del aprendizaje de los estudiantes, las competencias se han adentrado de forma imparable en los sistemas educativos y se han constituido en el referente principal de los currículos en  buena parte de los países de mayor tradición educativa. El programa de la OCDE planteado en 1997, “Definición y selección de competencias: bases teóricas y metodológicas (DeSeCo)”, puede considerarse el inicio de este cambio conceptual y metodológico (OECD, 2005). En él, se establecie- ron tres iniciales competencias clave: utilizar herramientas (lenguaje, tecnología) de  forma  interactiva, interactuar  en  grupos  heterogéneos y actuar de forma autónoma. En el mismo año, la OCDE impulsó el Programa  para  la  Evaluación  Internacional  para  Estudiantes  (PISA), que reforzó progresivamente la referencia a las competencias para la evaluación internacional.

La principal semejanza entre ambos enfoques competenciales se encuentra en la importancia otorgada a la dinamización de los conocimientos aprendidos, la orientación hacia la práctica y la resolución de problemas. Aunque en distintos planos, uno ligado a la actividad profesional y otro al aprendizaje, el significado de la competencia marca una relación entre ambos.

Sin embargo, hay diferencias y relaciones que es preciso tener en cuenta. Las competencias docentes hacen referencia al conjunto del quehacer profesional y, como a continuación expondremos, se refieren al qué y cómo enseñar y evaluar, es decir, al desarrollo del currículo, pero también al trabajo en equipo, a la participación en la gestión del centro, a la colaboración con las familias o a la gestión de la propia formación. No cabe duda de que estas últimas competencias son también beneficiosas para garantizar un mejor desarrollo y aplicación del currículo, pero apuntan más bien al conjunto de la actividad docente en todas sus facetas y dimensiones. Por ello, una satisfactoria formulación de las competencias profesionales del profesorado tiene un enorme valor para orientar su formación inicial y permanente y para precisar sus prioridades educativas en todos los ámbitos de su actividad profesional. Conviene destacar, a su vez, que las competencias docentes se definen y concretan desde el modelo educativo y curricular establecido, por lo que deben actualizarse y reformularse en función de los cambios educativos que se vayan produciendo.

A pesar del valor de las competencias docentes para orientar el trabajo del profesorado, escasa atención han recibido para definirlas y desarrollarlas en España. Mientras que el modelo curricular se ha ido mejorando y adaptando continuamente en las últimas décadas por la necesidad de que la enseñanza responda a los retos de la sociedad actual y futura, no ha sucedido lo mismo con las competencias del profesorado. Hay que reconocer, sin embargo, que el Ministerio de Educación y Formación Profesional (2022) ha manifestado recientemente que está trabajando en elaborar un marco de competencias docentes.

Avanzar en su definición es una tarea necesaria, pero exige posterior- mente incorporarlas al menos en la formación inicial del profesorado, en el acceso a la función docente y en un programa de evaluación que sea un referente para su actividad y su desarrollo profesional. Este es uno de los factores que favorecen la adquisición de las competencias al que haremos mención brevemente en un apartado posterior.

En resumen. La definición, fortalecimiento e incorporación al sistema educativo de las competencias docentes favorece su desarrollo profesional, pero también la aplicación del modelo educativo y curricular vigente. Asimismo, orienta sobre cómo trabajar en el ámbito educativo y ayuda a configurar los programas de formación, de innovación y de evaluación. El diálogo continuo entre las competencias docentes y el modelo educativo y curricular es un camino que merece la pena recorrer.

Docentes competentes y comprometidos

Junto con las propuestas de los organismos internacionales, una de las que ha tenido un mayor recorrido e influencia ha sido la formulada por Perrenoud (1999). Desde este modelo y a modo de ilustración, señalamos a continuación una relación de competencias profesionales que se seleccionaron para el diseño de un programa de evaluación (Marchesi y Pérez, 2018, 2022):

  • Ser capaz de favorecer el aprendizaje competencial del alumnado, su evaluación y su progresión.
  • Adaptar de forma flexible la enseñanza y la evaluación a la diversidad del alumnado.
  • Incorporar la tecnología de forma pedagógica en el aula.
  • Contribuir al desarrollo socioemocional y moral del alumnado.
  • Trabajar en equipo con los compañeros.
  • Colaborar en la planificación y en la gestión del centro.
  • Trabajar de forma colaborativa con las familias.
  • Participar en programas de formación y en proyectos o experiencias innovadoras.

Este listado de competencias profesionales u otro similar es claramente insuficiente para llevar a cabo una evaluación del desempeño docente. Para que facilite la tarea educativa del profesorado, debe desarrollarse e incorporar los indicadores y los criterios de cada una de ellas, así como las fuentes de información que pongan de manifiesto su nivel de ejecución.

También se deberían incluir las características de las situaciones en las que se espera que puedan manifestarse estas competencias, las condiciones que contribuyen a su despliegue y aquellas otras como el contexto sociocultural del centro y la diversidad de su alumnado que influyen en su expresión. Además, ha de tenerse en cuenta que estas habilidades básicas deben incluir una visión global, reflexiva e integradora del trabajo del profesorado, sin la cual difícilmente el docente puede enfrentarse a las situaciones novedosas e inciertas de la educación.

Es importante no olvidar algo que se apuntó anteriormente: las competencias de los docentes no son habilidades estables y casi inmutables que configuran el ejercicio profesional del profesorado. Por el contrario, son dinámicas y cambiantes, y han de articularse y concretarse en función de los cambios en el modelo educativo y curricular que se establezca en cada país. Su finalidad principal es convertirse en un referente para la actividad educativa, el desarrollo del currículo, la formación, la evaluación y el desarrollo profesional del profesorado.

Además de estas competencias, hay que señalar una dimensión personal que tiende a olvidarse cuando se analizan las competencias profesionales del profesorado: el interés, la motivación y el compromiso de los docentes con la educación y con el aprendizaje de sus alumnos. Enseñar no es solo poner en acción un conjunto de habilidades técnicas para facilitar el aprendizaje del alumnado, sino que incorpora unas dimensiones emocionales y éticas sin las cuales se desdibuja la profesión docente. Estas dimensiones orientan la forma de relacionarse con los demás, la confianza en uno mismo y en los otros, las metas capaces de orientar su trabajo, el compromiso con su acción educadora y el sentido de su profesión.

 

Notas

  • El texto es un extracto de la siguiente obra: Coll, C.; Martín, E.; Marchesi, Á. (2023). Nuevo currículo, nuevos desafíos educativos. Tus proyectos, tus recursos. SM, Madrid. Disponible en este enlace. 

Referencias

  • Blas, F. (2007). Competencias profesionales en la Formación Profesional. Alianza, Madrid.
  • Marchesi, Á. y Pérez, E. (2018). Modelo de evaluación para el desarrollo profesional de los docentes. Fundación SM, Madrid.
  • Marchesi, Á. y Pérez, A. (2022). “Apuntes para la evaluación del profesorado”, en Cuadernos de pedagogía (en prensa).
  • Ministerio de Educación y Formación Profesional (2022). Documento para debate. 24 propuestas de reforma para la mejora de la profesión docente. Ministerio de Educación y Formación Profesional, Madrid.
  • OECD (2005). The definition and selection of key competencies. Executive Summary. Disponible en este enlace.
  • Perrenoud, Ph. (1999). Dix nouvelles compétences pour enseigner. ESF.