El inicio del curso reabre el debate sobre la jornada escolar
El informe de la OCDE Propuestas para un plan de acción para reducir el abandono escolar temprano en España propone acabar con el horario intensivo de la mañana y convertirlo en jornada partida, una recomendación que ha avivado el agrio debate sobre la jornada escolar en España.
En las escuelas públicas de infantil y primaria viene avanzando desde hace décadas la jornada intensiva, con clase solo por la mañana, un cambio que se intensificó durante la COVID y que, a pesar de que no hay datos fiables de mejoras que lo respalden, ha seguido extendiéndose tras la pandemia en toda España, salvo en Cataluña, País Vasco y Navarra, donde la Administración educativa apuesta por el horario partido. Se trata de un cambio bastante concentrado en los centros públicos. No es el caso de la mayoría de los centros privados y concertados, que mantienen el horario partido, con más tiempo de patio, una pausa para comer y un par de sesiones de tarde.
A pesar de los estudios que desaconsejan el cambio a la jornada intensiva, cada inicio de curso se reabre el debate para promoverlo en los centros que aún mantienen la jornada tradicional, de mañana y tarde. La polémica se ha avivado tras la publicación del informe Propuestas para un plan de acción para reducir el abandono escolar temprano en España, elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en colaboración con el Ministerio de Educación y Formación Profesional y la Dirección General de Apoyo a la Reforma Estructural de la Comisión Europea.
El informe, publicado el verano pasado, ofrece recomendaciones para reducir el abandono escolar temprano en España, cuya tasa, que según la Encuesta de Población Activa del INE alcanzó en 2023 el 13,6% de las personas de entre 18 y 24 años, sigue siendo una de las más elevadas de los países miembros de la OCDE y de la Unión Europea, aunque con muchas diferencias entre comunidades.
Entre las áreas de acción propuestas por la OCDE, la más controvertida es la de acabar con el horario intensivo de la mañana (jornada continuada) y convertirlo en jornada partida. Es decir, ampliar el horario lectivo o, más bien, el tiempo de aprendizaje y de atención al alumnado.
Cuestiona la OCDE que muchos centros, en tendencia creciente en los últimos años, funcionan con un horario intensivo centrado en las mañanas, y sostiene que una ampliación del tiempo de aprendizaje, en mañana y tarde, generaría un entorno más rico para el aprendizaje del alumnado, especialmente del procedente de contextos socioeconómicos desfavorecidos. Además, esta jornada ampliada podría suponer un alivio para muchas economías familiares ya que, según sostiene el informe, cerca del 47% de los hogares contrata clases extraescolares para sus hijos, que ya no serían necesarias. En el caso de los hogares de ingresos bajos más de la mitad de estas clases son de apoyo sobre materias curriculares.
Decisiones en base a evidencias
El informe aclara que la propuesta de ampliación de horario se apoya en la evidencia de la investigación y en las buenas prácticas nacionales e internacionales. En concreto, la OCDE sugiere adoptar el modelo seguido por países como Dinamarca y Portugal, que han sustituido, con éxito, el horario intensivo por un sistema flexible de jornada completa. E insiste en que los datos muestran que pasar más tiempo en el centro educativo ayuda a elevar las tasas de graduación y a mejorar el aprendizaje y otros indicadores sociales y conductuales. Por otro lado, las investigaciones tienden a corroborar que estas ventajas son más notables en el caso del alumnado más desfavorecido.
Claro que una decisión de este calado no sería nada fácil de implementar. Por un lado, entre otros obstáculos, chocaría con las centrales sindicales mayoritarias, favorables a la jornada intensiva, que probablemente vivirían el cambio a la jornada partida como un retroceso en derechos laborales.
Por otro lado, tampoco sería una decisión barata. Para evitar el voluntarismo, debería ir acompañada de financiación suficiente y de mayores recursos, como mejoras en la prestación de comedores escolares, en la dotación para actividades extraescolares o en la provisión de profesorado de apoyo. De hecho, la OCDE propone invertir en subvenciones para la alimentación y las infraestructuras escolares, remunerar adecuadamente al personal de los centros, e incrementar las ayudas a alumnos en riesgo de exclusión.
Otras recomendaciones
Además de ampliar el tiempo de aprendizaje, en jornada de mañana y tarde, la OCDE propone reducir la segregación escolar mediante políticas que faciliten una distribución más heterogénea del alumnado, tanto en centros públicos como privados concertados.
También sugiere revisar los salarios y las oportunidades de desarrollo profesional para los directores, y promover una mayor flexibilidad curricular para atender mejor a la diversidad de necesidades del alumnado. Asimismo, plantea la elaboración de un “índice de vulnerabilidad escolar” común a todas las CCAA para asignar más recursos a los centros más vulnerables.
Propone, además, desarrollar una formación profesional (FP) más atractiva para retener a quienes desean abandonar los estudios y para atraer a quienes podrían retomarlos.
En resumen, la implementación de la jornada escolar partida requeriría fuertes inversiones, especialmente para la contratación de más profesorado y/o cubrir los complementos salariales de quienes atiendan las actividades extraescolares o de ampliación en los centros. Si unimos esta dificultad presupuestaria a la previsible resistencia sindical cabe suponer que estas recomendaciones de la OCDE, sean o no juiciosas, tendrán un recorrido bastante limitado.
Más información
- OCDE (2023), “Propuestas para un plan de acción para reducir el abandono escolar temprano en España”, OCDE, N° 71, OECD Publishing, París. Recuperado de https://doi.org/10.1787/9bc3285d-es