Una propuesta formativa a través de comunidades profesionales de conocimiento

13 mayo 2024
La propuesta formativa Miradas que mejoran promueve la construcción de comunidades profesionales de conocimiento a través de la colaboración docente (img.: iStock).

En un artículo anterior se presentó la propuesta Miradas que mejora. Construyendo comunidades profesionales de conocimiento, una formación liderada por la Fundación Promaestro, en colaboración con la Fundación SM. En este artículo se describe el propósito de este modelo formativo, y se presentan las claves para la creación de comunidades profesionales de conocimiento.

La propuesta Miradas que mejoran se orienta a apoyar el trabajo del profesorado, fomentando el desarrollo de una profesión colaborativa que produce conocimiento educativo a través de la reflexión y la investigación (Verástegui et al., 2023; Verástegui y Úbeda, 2022; UNESCO, 2022). Un conocimiento que, en último término, posibilita al colectivo docente ganar autonomía y participar en el diálogo y debate público sobre educación (UNESCO, 2022).  En este sentido, Miradas que mejoran promueve que el profesorado participante observe, reflexione, sistematice y transfiera prácticas educativas que estén trabajando activamente en alguno de los cinco ejes propuestos en el informe de la UNESCO (2022): (1) Pedagogía, (2) Currículo, (3) Equipo docente, (4) Escuela y (5) Aprendizaje continuo. 

De acuerdo con lo anterior, los objetivos específicos de la formación fueron: 

  • Promover la innovación crítica en las aulas a partir de las evidencias y del conocimiento docente.
  • Crear una comunidad profesional de conocimiento basada en la colaboración y en la interdependencia. 
  • Conocer y aplicar las habilidades y herramientas disponibles para la autoobservación de la práctica educativa. 
  • Impulsar el liderazgo educativo a partir de la reflexión compartida sobre los Futuros de la educación propuestos por la UNESCO (2022). 

En definitiva, Miradas que mejoran ha sido una comunidad profesional diversa e internacional, orientada a reformular las prácticas pedagógicas “a la luz de las exigencias del presente y el futuro” (UNESCO, 2022, p. 52). Es por ello por lo que el profesorado participante de esta comunidad ha sistematizado sus prácticas con el fin de transferir y difundir este conocimiento al resto de la comunidad educativa. Un resultado que se muestra en este informe para ampliar el diálogo y el discurso educativo sobre los futuros de la educación a través de la experiencia docente.  

¿Qué es una comunidad profesional de conocimiento?  

  • La comunidad profesional de conocimiento es aquella que genera y transfiere conocimiento educativo a partir de las dinámicas de colaboración (Verástegui, 2023).

La investigación reciente acerca de los efectos de la colaboración docente (Hargreaves y O´Connor, 2020; Vangrieken et al., 2015) arroja resultados de sumo interés pues se ha identificado que cuando la colaboración entre docentes genera vínculos de interdependencia profesional. Esto tiene efectos positivos en la motivación y bienestar profesional (Ghedin y Aquario, 2020; Kolleck, 2019; Reddy et al., 2021). También están comenzando a emerger evidencias acerca del impacto positivo de este tipo de colaboración en el rendimiento del estudiantado (Burgess et al., 2019; Kanellopoulou y Darra, 2019). Es por todo ello, que la colaboración docente se convierte en una prioridad para mejorar el desarrollo profesional y los sistemas educativos actuales (Hargreaves y O´Connor, 2020; Molina y López, 2019; Witterholt et al., 2016).  

Por colaboración podemos entender:  

  • la actividad voluntaria entre dos o más docentes que, basados en una relación de confianza y respeto, a través del liderazgo colaborativo y la administración escolar, coordinan esfuerzos, concilian diferentes enfoques e intercambian ideas y materiales para aumentar la eficacia docente, así como la satisfacción laboral afectiva y cognitiva (Mora-Ruano et al., 2018, p.4). 

Por tanto, podemos afirmar que la colaboración docente se convierte en una dinámica necesaria para el éxito escolar (Mora-Ruano et al., 2019), ya que existe evidencia de que aquellas comunidades profesionales que basan su trabajo en las dinámicas colaborativas de interdependencia (Lesson Study, observación entre iguales y sistematización de la práctica) son una forma efectiva a la hora de abordar los retos educativos de cada centroescolar (Soto et al., 2019).  

Asimismo, la investigación que relaciona la colaboración docente con la creación de conocimiento y de comunidades profesionales (Verástegui et al., 2023; Verástegui y Úbeda, 2022) amplía el alcance de esta colaboración más allá de cada centro a través de una dinámica de sistematización y transferencia de conocimiento educativo. De esta manera, la comunidad profesional y la experiencia colaborativa resultan imprescindibles para culminar y legitimar los procesos de construcción de conocimiento procedente de las aulas y los entornos escolares. Es decir, la construcción de conocimiento docente, entendido como el conjunto de afirmaciones sobre la validez de las prácticas educativas basadas en la observación sistematizada y en la discusión de resultados a partir de unos criterios previamente definidos (Verástegui et al., 2023).  

Un conocimiento que requiere de la agencia profesional para que pueda ser explicitado y convertido en conocimiento disponible para la comunidad educativa (Corcelles et al., 2023; Escudero, 2020) y, por tanto, para ampliar el discurso sobre los futuros de la educación (UNESCO, 2022).  

La reflexión y discusión sistemática de la práctica educativa  

Dicen que “cada maestrillo tiene su librillo”, y es que en las aulas nos encontramos con diferentes prácticas educativas, distintas formas de enseñar el contenido, de trabajarlo, de fortalecerlo, además de casi una infinidad de estrategias con las que cada docente intenta responder a las necesidades del alumnado. Podemos definir la práctica educativa como la acción pedagógica realizada para conseguir el aprendizaje del alumnado. Sin embargo… ¿Solemos reflexionar sobre cómo están funcionando esas prácticas? ¿Sabemos si nuestra práctica funciona al menos igual de bien que otras prácticas? ¿Se están beneficiando mis estudiantes de manera significativa? ¿Se están beneficiando todos por igual? ¿En qué momento debería plantearme cambiar algo de lo que estoy haciendo en mi aula? 

La respuesta a estas preguntas se llega a través de la práctica reflexiva, es decir, 

  • la capacidad de desarrollar el juicio pedagógico que permite hacer frente a la realidad educativa de manera crítica, pensada, compartida y sistemática, con el fin de abordarla adecuadamente, generar conocimiento de la propia actividad profesional y buscar alternativas para la mejora (Verástegui y Úbeda, 2022, p.5). 

En otras palabras, la práctica reflexiva también puede ser entendida como la “capacidad que tiene el docente de pensar en, sobre y para su práctica profesional” (Verástegui et al., 2023). 

Esta reflexión sobre la práctica docente se entiende como un proceso mediante el cual los profesores toman decisiones sobre su enseñanza mientras la llevan a cabo, piensan sobre su enseñanza después, identifican posibles retos y deducen soluciones. Es a través de la reflexión como los profesores desarrollan su juicio pedagógico y pueden validar sus prácticas educativas. 

Esta validación de la práctica se produce a través de una discusión sistemática colaborativa, es decir, el proceso por el cual un grupo de docentes dedican un tiempo específico a hablar sobre cuestiones pedagógicas, siguiendo un esquema concreto para ello (Verástegui et al., 2023). Además, cabe señalar que para que esta discusión sea productiva, es necesario acordar los criterios que se utilizarán para analizar las prácticas educativas. 

En términos generales, el proceso de discusión es circular: diseñamos, observamos, comunicamos e integramos para posteriormente volver a diseñar, y comenzar el proceso de discusión sistemática y colaborativa. 

Proceso de discusión (fuente: elaboración propia)

En definitiva, son diversos los beneficios que esta discusión sistemática tiene para el profesorado, ya que permite: 

  • Conocerse a uno mismo como profesional.
  • Delimitar las áreas de mejora de la práctica.
  • Crear cultura profesional colaborativa.
  • Abordar con rigor la práctica educativa.

A través de Miradas que mejoran se ha fomentado este proceso de discusión mediante las diversas actividades planteadas, en las cuales los docentes tuvieron que hacer el ejercicio de diseñar, observar, integrar y comunicar una práctica educativa.  

La autoobservación sobre el desempeño profesional  

  • La observación entre docentes coloca la cuestión del conocimiento en el centro de la mejora educativa, desde un enfoque holístico y sistémico de la realidad en el que el profesorado se ubica como un colectivo esencial en su construcción (Verástegui, 2023).

La observación de la práctica educativa es otra de las dinámicas colaborativas de interdependencia fundamentales para la generación de conocimiento docente (Contreras y Pérez de Lara, 2010; Leijen et al., 2020; Roth et al., 2019). Esto se debe a que la observación sistematizada permite concretar la reflexión en el tiempo, formulando unos objetivos educativos que alcanzar sobre prácticas específicas y determinando los cauces de la sistematización (Úbeda, 2018). Dicha observación es un proceso que implica “mirar de manera intencionada, sistemática y específica el proceso de enseñanza-aprendizaje” (Verástegui y Pérez, 2021, p. 18), es decir, las acciones educativas que se desarrollan en el aula y en el centro (Verástegui et al., 2023). Los beneficios de la observación de la práctica educativa se pueden recoger de la siguiente manera:  

  • Promoción de una formación práctica y contextualizada.
  • Impulso de culturas profesionales de aprendizaje.
  • Incorporación de evidencias a la práctica educativa (impacto, recursos y necesidades).
  • Aumento del reconocimiento.

Esta observación sistematizada de la práctica puede desarrollarse tanto en su dimensión individual -autoobservación- como en su dimensión profesional -observación entre iguales- (Spencer, 2014). En la formación Miradas que mejoran solo se pudo ejecutar la autoobservación, debido a que la comunidad profesional estaba compuesta por docentes de diferentes países y centros educativos. Por tanto, se incentivó a que cada docente participante realizara un proceso de autoobservación para reflexionar sobre su práctica educativa. 

Por autoobservación entendemos el proceso mediante el cual el docente realiza sus propios registros y observaciones sobre su práctica a través de diferentes herramientas con el fin de identificar fortalezas y áreas de mejora. Algunas de las herramientas más utilizadas para registrar información de la propia práctica son: rúbricas, hojas de registro cuantitativo y cualitativo, cuadernos de campo y el diario de clase (escrito, digital, vídeo, notas de audio).  

En el caso específico de Miradas que mejoran, la Fundación Promaestro proporciona un instrumento de observación (Ver Anexo) que permite dar respuesta a dos preguntas: ¿qué tengo que observar? y ¿cómo voy a medir lo observado? De esta manera, el instrumento, compuesto de diversos factores e indicadores, permite registrar y sistematizar la información sobre tres dimensiones de la práctica educativa: el diseño y eficacia de la práctica, el aprendizaje del alumnado y la praxis docente. El instrumento se explicará con más detalle en el siguiente capítulo, donde se explica paso a paso la formación ejecutada.  

La sistematización y transferencia del conocimiento educativo generado  

Por último, el proceso de generación de conocimiento docente culmina con la sistematización y transferencia de la práctica educativa (Groundwater-Smith et al., 2016; Verástegui y Úbeda, 2022). Tales dinámicas requieren de procesos colaborativos y contextualizados (Malpica, 2013; Verástegui, 2019) que “revelan un alto nivel de logro en la agencia del equipo docente implicado” (Verástegui y Úbeda, 2022, p. 8).  

La sistematización de la práctica podemos entenderla como el proceso mediante el cual los profesores recogen y organizan la ejecución de alguna práctica educativa a través de plantillas o de algún otro tipo de soporte (visual, escrito…) (Verástegui et al., 2023). Este proceso precisa de criterios comunes y objetivados que permitan conocer qué es lo que funciona mejor (o no) en las aulas con relación a los procesos de enseñanza-aprendizaje contextualizados (Malpica, 2013; Úbeda, 2018; Verástegui y Úbeda, 2022). Es decir, explorar el impacto educativo de la práctica, entendido como el grado en que una práctica consigue unos objetivos de aprendizaje concretos. Esta finalidad de la sistematización ofrece diversos beneficios para la profesión docente, destacando los siguientes: 

  • Aumenta el conocimiento del alumnado y de uno mismo como profesional.
  • Potencia el intercambio y la generación de conocimiento entre docentes.
  • Facilita la coordinación y la colaboración en el centro educativo.
  • Permite saber si una práctica funciona y evalúa su impacto educativo. 

En definitiva, estos beneficios muestran cómo la sistematización implica un proceso de reflexión y análisis crítico de los aspectos que conforman una práctica, lo que a su vez redunda en una práctica con más posibilidades de ser relevante y transferible a la comunidad educativa (Verástegui, 2019). 

Esta transferencia de la práctica educativa permite culminar el proceso de generación de conocimiento docente. Podemos definirla como:  

  • el proceso por el cual los profesores difunden la secuencia didáctica (objetivos, secuencia de actividades, metodología, recursos, contenidos, evaluación y resultados) de una práctica de aula o de centro a través de diferentes soportes a la comunidad educativa de referencia (compañeros, centro, familias) o a la comunidad más amplia (investigadores, políticos, medios…) a través de diferentes soportes (redes sociales, revistas, jornadas…) (Verástegui et al., 2023, p.21).  

Los beneficios que tiene la transferencia del conocimiento docente, sobre lo que funciona mejor (o no) en el aula o centro educativo, son los siguientes:  

  • Fortalece el aprendizaje del propio docente. 
  • Incentiva buscar mejoras en la práctica educativa. 
  • Potencia las fortalezas profesionales. 
  • Genera una comunidad profesional de mayor colaboración.
  • Brinda una mejor experiencia de aprendizaje para los estudiantes. 

Así, la transferencia se convierte en la dinámica que permite explicitar y compartir los criterios profesionales de valoración de la práctica educativa, es decir, evidencias sobre cuáles son las respuestas dadas a las necesidades que tiene el centro y cuál es el valor educativo de aquellas (Úbeda, 2018). Esta explicitación del conocimiento generado posibilita al colectivo docente fortalecerse frente a la comunidad y al sistema educativo (Verástegui y Úbeda, 2022), dado que es una información esencial para diversos agentes como son los líderes escolares, los agentes políticos o la investigación académica (Biesta et al., 2019; Malpica, 2013; Murillo et al., 2017; Verástegui y Úbeda, 2022).  

A través de la formación Miradas que mejoran  se pretende que los docentes participantes transfieran su conocimiento y experiencia a una comunidad educativa más amplia, ampliando el debate sobre los Futuros de la Educación.  

 Referencias 

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Anexo