Claves para una enseñanza de calidad, según la OCDE

15 septiembre 2025
La enseñanza de calidad no depende tanto de grandes innovaciones como de docentes y líderes que reflexionan y actúan conjuntamente sobre lo que hacen, para mejorarlo (img.: iStock).

¿Necesitan los sistemas educativos más innovación o son más eficaces las mejoras graduales sobre lo que ya hacen? Un ambicioso estudio de la OCDE sobre la práctica de aula de más de 150 escuelas de 50 países, concluye que la forma más eficaz y segura de mejorar el rendimiento escolar no es perseguir la última moda pedagógica o tecnológica, sino perfeccionar las prácticas docentes básicas mediante un análisis riguroso de lo que ocurre en las aulas. La idea central es que los pequeños avances acumulados pueden desencadenar un cambio real en los sistemas educativos.

Falsas dicotomías

La presión por innovar hace que muchas escuelas incorporen con cierta precipitación las últimas tendencias pedagógicas o las tecnologías más disruptivas, como la IA generativa. Sin embargo, una reciente investigación de la OCDE –Claves para una enseñanza de alta calidad– demuestra que “perfeccionar las prácticas docentes existentes a través de un examen minucioso de la realidad actual de las aulas, puede ser un enfoque poderoso –y potencialmente más seguro– que centrarse en las últimas tendencias o tecnologías que prometen un cambio transformador.”

Perfeccionar las prácticas docentes existentes puede ser un enfoque más efectivo que centrarse en las últimas tendencias o tecnologías

Este nuevo planteamiento supone un giro copernicano en las políticas educativas de la OCDE de las dos últimas décadas, en las que la innovación educativa y la tecnología digital venían ocupando un papel central en los procesos de enseñanza y aprendizaje como catalizadores del cambio. Bajo esa perspectiva, la tecnología digital se concebía como una vía idónea para adaptar los procesos de enseñanza a las necesidades individuales de los estudiantes, ofreciendo recursos diferenciados, itinerarios flexibles y feedback inmediato, a la vez que se fomentaba la experimentación con metodologías activas (aprendizaje basado en proyectos, trabajo colaborativo, etc.), para potenciar nuevas formas de interacción y creación de conocimiento.

Pero los resultados del último informe PISA, mucho peores de lo esperado, a pesar de que ya se contaba con el efecto del cierre de colegios por la pandemia, dieron lugar a una reflexión profunda sobre lo que realmente funciona en educación. Con ese objetivo, los investigadores de la OCDE han tratado de analizar, con mirada pragmática, si las llamadas pedagogías innovadoras son mejores, con el fin de superar el estancamiento del desempeño escolar observado en las pruebas:

  • “Contrastar lo progresista con lo tradicional, o lo activo con lo pasivo, presupone que un enfoque es mejor, distinto y opuesto al otro; que se debe adoptar un enfoque y rechazar otro. Pero no se trata de ‘lo uno o lo otro’, sino más bien de ‘lo uno y lo otro’, lo que puede servir de base para cuestionar enfoques de una manera más significativa” (p. 16).
La calidad de la enseñanza es el factor más influyente en el rendimiento del alumnado

El informe considera que la calidad de la enseñanza es el factor más influyente en el rendimiento del alumnado y debe entenderse como una tarea compleja que combina ciencia, arte y oficio (praxis docente). El componente científico puede abordarse con una búsqueda de evidencias, pero asumiendo sus limitaciones, que son reconocidas por el propio informe:

  • “Incluso con las prácticas mejor documentadas, no es posible prescribir de forma absoluta y completa lo que debe hacerse en cada situación a la que se enfrentan los docentes. […] La evidencia científica puede mejorar el conocimiento de los docentes, pero nunca reemplazar su experiencia o la comprensión única que tienen de sus estudiantes y del entorno escolar” (p. 24).

En síntesis, el informe cuestiona la dicotomía entre lo “tradicional” y lo “progresista”, porque “la pedagogía es mucho más compleja de lo que estas dicotomías pueden transmitir”, e invita a comprender mejor la naturaleza de la enseñanza, ya que, “no existe un único enfoque que sea mejor que los demás”.

La pedagogía es mucho más compleja de lo que las dicotomías (tradicional-progresista) pueden transmitir

La conclusión inmediata es que “los docentes necesitan un repertorio de múltiples prácticas del cual elegir aquellas que se correspondan con el enfoque y el propósito de su enseñanza”. También recuerda la importancia -y la eficacia- de las zonas intermedias entre la enseñanza más convencional y la más innovadora, porque “a medida que aumenta la evidencia a favor de determinadas prácticas, también lo hacen los matices respecto a qué y cuándo estas prácticas tienen impacto”. Esto recuerda la necesidad de evitar la polarización educativa y de moverse en esa zona intermedia y llena de matices entre la enseñanza más convencional y la más innovadora.

Los y las docentes necesitan un repertorio de múltiples prácticas para elegir las que se correspondan con el enfoque y propósito de su enseñanza

Foco en las estrategias de enseñanza y el apoyo socioemocional

De las tres grandes dimensiones o perspectivas que los estudios empíricos suelen usar para estudiar la calidad de la enseñanza –la gestión del aula, el apoyo socioemocional y las estrategias para involucrar y apoyar a los alumnos– el informe se centra en las estrategias de enseñanza y el apoyo socioemocional, ya que las posibles mejoras en las prácticas de gestión del aula parecen más limitadas.

Más concretamente, el análisis se centra en cinco objetivos esenciales para lograr una enseñanza de alta calidad, que a su vez se concretan en diversas prácticas aplicables en distintos contextos y niveles educativos:

  1. Asegurar el compromiso cognitivo. Se trata de lograr que el alumnado mantenga un esfuerzo sostenido, lo que exige proponer actividades con el nivel adecuado de dificultad, conectar con contextos reales, fomentar la experimentación, ofrecer diferentes representaciones y estimular la metacognición.
  2. Elaborar contenidos disciplinares de calidad. Se pretende ayudar a construir una comprensión profunda de las materias, para lo que el profesorado debe garantizar la claridad, coherencia y precisión de los contenidos; asegurar la conexión entre aprendizajes previos y las nuevas ideas, y promover una visión crítica y contextualizada de cada disciplina.
  3. Proporcionar apoyo socioemocional. Busca generar un clima positivo en el aula y desarrollar competencias socioemocionales. Esto exige que el profesorado domine estas habilidades y ofrezca oportunidades para practicarlas, a través de relaciones de confianza y seguridad que favorezcan el aprendizaje.
  4. Fomentar la interacción en el aula. Supone promover debates, colaboración y preguntas de calidad. La dificultad radica en establecer rutinas claras, equilibrar la iniciativa entre docentes y alumnado, y garantizar un entorno equitativo que dé voz a todas y todos.
  5. Utilizar la evaluación formativa y la retroalimentación. Consiste en un proceso continuo para diagnosticar aprendizajes, fijar objetivos, adaptar la enseñanza y dar una retroalimentación adecuada, porque “la investigación ha demostrado que la retroalimentación puede impactar decisivamente en los aprendizajes, pero también puede perjudicar si se implementa de manera incorrecta” (p. 24). Además, el equipo docente debe seleccionar cuidadosamente los momentos y estrategias para atender a la diversidad del aula, a la vez que promueven la autogestión del aprendizaje en su alumnado.

La investigación confirma que estas prácticas impactan positivamente tanto en los resultados cognitivos como en los socioemocionales, aunque se requiere establecer más puentes entre teoría y práctica.

La mejora exige un enfoque integral

La calidad de la enseñanza no depende únicamente del equipo docente. También influyen factores como el tamaño de las clases, el currículo o el clima escolar, entre otros. Por ello, el informe subraya que mejorar la enseñanza exige un enfoque integral, basado en la evidencia, la reflexión docente y el apoyo institucional, con especial atención a los cinco objetivos señalados.

Por otro lado, es necesario traducir la investigación a la práctica. No basta con divulgar evidencias; hay que crear mecanismos para que esos hallazgos se interpreten y adapten al contexto real de la escuela. Para ello, los líderes educativos deben combinar el apoyo al desarrollo profesional docente con cambios organizativos que liberen tiempo para la colaboración, reduzcan cargas y doten a las escuelas de recursos para experimentar y reflexionar. Sin estos elementos, incluso las prácticas con mayor evidencia carecerían de impacto.

La mejora de la enseñanza es la estrategia más potente para mejorar los resultados

El informe concluye que mejorar la enseñanza es la estrategia más potente para mejorar los resultados, pero también la más coherente con la naturaleza profesional del trabajo docente. La prioridad, por tanto, debe ser invertir en el desarrollo profesional del equipo docente, en liderazgos escolares que faciliten las condiciones necesarias y en sistemas que conviertan la investigación y la colaboración docente en una rutina profesional.


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