Por una ciudadanía digital crítica en Educación Secundaria 

08 septiembre 2022
Las personas deben comprender los principios generales, los mecanismos y la lógica subyacentes a la evolución de las tecnologías digitales (img.: iStock).

Las propuestas curriculares de Educación Secundaria proponen un espacio-tiempo dedicado a las materias de Tecnología y Digitalización en las que se hace énfasis en un enfoque de ciudadanía digital crítica. Dado que la cultura digital atraviesa de manera tan vertebral nuestras prácticas educativas y la vida del alumnado fuera del aula, en este artículo queremos apuntar a las múltiples oportunidades que emergen de esta realidad.  

Seguramente te has enfrentado alguna vez en tu vida a un captcha. Es una de esas pruebas en formularios web para saber si eres un robot o una persona. Cuando respondes correctamente, pasas a la siguiente fase. Al mismo tiempo, quizás sin saberlo, tu respuesta ha entrenado a una inteligencia artificial de reconocimiento de imágenes. Comprender esta multi-direccionalidad de nuestras acciones en Internet es clave para un aprovechamiento crítico, ético y responsable de la cultura digital. 

Vincular las actividades escolares con la vida cotidiana 

La inteligencia artificial también está en contacto permanente con nuestro alumnado de Educación Secundaria a través de sus smartphones. Por medio de estos dispositivos, conocen el mundo, crean y mantienen vínculos con otras personas, y también reciben un reflejo de sí mismos, de sí mismas. Las aplicaciones en sus teléfonos móviles toman decisiones, sugieren y hacen recomendaciones a nuestro alumnado sobre qué ver, qué escuchar, qué gustar. 

No en balde una de las competencias clave en ingeniería y tecnología para el aprendizaje permanente recomendadas por el Consejo de la Unión Europea es que “las personas deben comprender los principios generales, los mecanismos y la lógica subyacentes a la evolución de las tecnologías digitales”. Son principios de inteligencia artificial en una economía global para los que organizaciones internacionales están reclamando una revisión ética y la aplicación práctica de nuevos derechos digitales. 

También en las aulas tenemos la responsabilidad social ante nuestros estudiantes y la oportunidad educativa de cuestionar, investigar y poner a prueba sus smartphones, creando actividades escolares que conecten con sus experiencias y den sentido a sus aprendizajes. 

Poner el pensamiento computacional al servicio de la vida 

El pensamiento computacional es aquella parte del pensamiento crítico que desarrollamos cuando aprendemos a programar ordenadores, y que tiene que ver con las capacidades lógicas para ordenar, sistematizar y encontrar patrones. Es frecuente entender que estas habilidades sólo pueden desarrollarse frente a un ordenador, pero no es algo imprescindible si seguimos el método y hacemos buen uso de la imaginación. 

Les contaré una anécdota. En mi primer año en la universidad me recomendaron acudir a una academia de refuerzo. Mi sorpresa fue grande cuando en esa academia encontré un profesor que explicó toda la asignatura anual de programación en pseudocódigo utilizando sólo rotulador y pizarra. Mientras, nosotras aprendíamos a programar con lápiz y papel. Me gustaba sentarme a programar mi código en los jardines bajo el sol de primavera. 

El hecho de que el pensamiento computacional puede aprenderse sin ordenadores es una garantía de equidad pues es un saber básico accesible en cualquier momento y en cualquier lugar. De manera similar, las cuatro prácticas computacionales más elementales también podemos implementarlas en contextos diversos: 

  1. Experimentación e iteración: desarrollar un poco, hacer pruebas y desarrollar un poco más. La ventaja de aprender a describir problemas y situaciones mediante una escritura como el pseudocódigo, o ayudándose de elementos gráficos como los flujogramas, es que el pensamiento computacional puede ponerse en práctica en la vida cotidiana. Desde una perspectiva de autoconocimiento, escribir la rutina de mis acciones cotidianas me ayuda a observar, identificar y modificar mis propios hábitos. Dado que el diseño de aplicaciones está orientado a generar fuertes hábitos de consumo, tomar conciencia y entrenar nuevas rutinas es empoderar a nuestro alumnado. 
  2. Pruebas y depuración: asegurarse de que las cosas funcionan y resolver fallos. El pensamiento computacional nos ayuda a ver los errores como oportunidades de aprendizaje. Por defecto los smartphones funcionan técnicamente bien, pero como hemos comentado anteriormente a menudo no funcionan tan bien desde la perspectiva de nuestros derechos digitales. Es fundamental que nuestro alumnado conozca sus derechos digitales y se familiarice con la configuración y ajustes de las aplicaciones que consume, especialmente en términos de privacidad y seguridad, siendo capaces de corregir cualquier vulnerabilidad o situación de riesgo. 
  3. Abstracción y modularización: explorar conexiones entre el todo y las partes. El pensamiento computacional también implica descomponer algo en partes más sencillas. Por ejemplo, para comprender qué es un smartphone podemos descomponer su hardware: primero, sus componentes con sus funciones respectivas como, por ejemplo, la batería o el procesador; después, los elementos electrónicos en circuitos internos como resistencias o condensadores; y finalmente, los minerales que componen cada circuito electrónico, como Zinc, Oro o Coltán. Las partes nos revelan la conexión del smartphone con los recursos naturales y los procesos industriales necesarios para la extracción y fabricación de componentes electrónicos. 
  4. Reutilización y reinvención: crear algo a partir de tecnologías ya existentes. En la programación de ordenadores es frecuente y necesaria la reutilización de código. También los Objetivos de Desarrollo Sostenible implican reducir la extracción de nuevos recursos y la generación de basura electrónica, mediante la reparación, la reutilización, el rediseño y el reciclaje. Aprender a reparar móviles y ordenadores en el marco de la economía circular supone desarrollar las competencias tecnológicas y de emprendimiento necesarias para esta etapa educativa, al tiempo que damos respuesta a los actuales retos ecosociales. 

El nuevo currículo está orientado a acompañar de la mejor manera al alumnado de ESO en la construcción de su proyecto vital, profesional y social. Problematizar sus smartphones es una oportunidad educativa de vincular las actividades escolares con situaciones, problemas y actividades presentes en su vida cotidiana. Ahora también sabemos que disponemos de metodologías como el pensamiento computacional para abordar esta complejidad y acompañarlos en un consumo responsable de las tecnologías.