Seis rutas hacia una educación transformadora

28 diciembre 2020
Si la sociedad actual está en crisis, toca hacer caso a Hannah Arendt, que nos propone que «una crisis nos obliga a volver a las preguntas», o a Freire, que dice que «todo conocimiento comienza por la pregunta». Es decir, es el momento de pensar juntos y de hacernos preguntas que nos muevan y nos remuevan (img.: iStock).

¿Cuál es nuestro papel en la transformación que el mundo necesita? ¿Cómo sería una educación capaz de transformar realmente el mundo? A estas preguntas trata de responder una guía elaborada por los autores de este artículo [1], de la mano de Ashoka y la colaboración de otras organizaciones (Fundación SM, Univ. CJC, etc.); una guía llena de preguntas, reflexiones y experiencias concretas para explorar y poner en marcha la Educación Transformadora. En este artículo, extractado de la guía, los autores nos muestran un marco compartido sobre el qué y el para qué de la educación transformadora, y lo acompañan con seis rutas posibles para poner en marcha esta nueva mirada. Se trata de una propuesta basada en la pedagogía de la pregunta. Por tanto, no se ofrecen respuestas definitivas, sino un camino de descubrimiento, reflexión y acción.

Vivimos en un mundo de divisiones, complejo, incierto, de crisis interconectadas donde el ritmo de cambio se acelera exponencialmente. Vemos la división a nivel personal, con problemas de salud mental cada vez mayores; a nivel social, con un aumento de la polarización y las desigualdades; a nivel ecológico, con una desestabilización climática y destrucción ecosistémica que no tienen vuelta atrás. Estas crisis son una misma basada en un paradigma de separación y dominio. Ante este momento histórico, necesitamos paradigmas que nos reconecten, que nos generen confianza y cohesión.

La Educación Transformadora puede ayudar a afrontar esta situación construyendo un mundo donde todas las personas puedan ser agentes de cambio para que el poder y la capacidad de transformación no esté en manos de unos pocos.

Hay un dato relevante que nos facilitan los estudios de la red internacional de emprendedores sociales de Ashoka: cuando tenemos experiencias de acción social en edades tempranas, es más probable que desarrollemos identidad y competencias como agentes de cambio que nos lleven a toda una vida de compromiso con la transformación. Por eso, la infancia y la juventud debe tener oportunidades y recursos para aprender a transformar su entorno. Desde esa premisa, buscamos construir a través de la educación una sociedad donde todo el mundo pueda desarrollar las competencias que le permitan incidir positivamente a su alrededor. Competencias como empatía, trabajo en equipo, liderazgo compartido o iniciativa transformadora. En un mundo donde todas las personas somos agentes de cambio, todas las personas son poderosas, tienen voz, tienen acceso a los recursos necesarios y pueden prosperar juntas expresando amor y respeto en acción con otros y con el planeta.

La buena noticia es que agentes de cambio podemos encontrar en cualquier lugar: jóvenes que se organizan para mantener vivo su pueblo, emprendedores sociales que generan iniciativas locales con mirada global, colectivos que abren caminos para la liberación de sus opresiones, movimientos sociales que salen a la calle para construir nuevas realidades, personas que impulsan empresas con modelos sostenibles y regenerativos guiados más allá que por fines económicos, asociaciones vecinales que canalizan cambios en su barrio, etc. Además, como educadores también somos agentes de cambio en el momento que asumimos nuestro doble rol: somos guías en el aprendizaje y somos impulsores de cambios educativos y sociales.

Para canalizar ese mundo de agentes de cambio, os proponemos cuatro transformaciones que ya están ocurriendo: la transformación personal (el desarrollo de esas competencias y esa identidad como agentes de cambio, tanto en jóvenes como en educadores) con una pedagogía enfocada en la acción, aprender transformando y transformar aprendiendo. Es en esa acción donde pasamos de la transformación personal a la transformación comunitaria, impactando más allá de nuestra organización y en coordinación con más agentes de nuestro entorno. No nos quedamos ahí, sino que también ambicionamos lograr una transformación institucional (donde nuestra organización o centro educativo genera proyectos integrales, sostenibles en el tiempo, sumergiendo su identidad, cultura, equipos, prácticas y estructuras en la Educación Transformadora) y una transformación sistémica (actuando sobre la causa-raíz de los problemas que buscamos abordar y cocreando nuevos paradigmas que nos permitan encarnar una sociedad diferente, más justa y bella).

La Educación Transformadora no es una moda actual. Más bien lo contrario: forma parte del legado pedagógico e histórico que desde hace más de cien  años llevan señalando muchos referentes como Paulo Freire, Célestin Freinet o bell hooks (Gloria Jean Watkins), con marcos y  metodologías muy variados e impulsado por iniciativas locales y organizaciones internacionales como la UNESCO o la ONU.

Por eso, no buscamos mostrar un modelo educativo unitario, sino que hemos aprendido de los puntos de vista y patrones de escuelas, redes, organizaciones y referentes de todo el mundo que llevan décadas generando cambios a través de la educación de maneras diferentes. Estos patrones nos muestran caminos transitables para aprender como sistema, repensar la educación como herramienta para el cambio social y el rol de la infancia y la juventud en ese cambio.

A través de las experiencias de la red de Ashoka y de los descubrimientos del ecosistema de Educación Transformadora, surgieron seis caminos distintos que nos permitieron organizar las estrategias o rutas empleadas por colectivos y referentes. Estas seis categorías son caminos que se entrelazan, como un cordón de más de tres cuerdas, fuerte y resistente. Un conjunto vivo de herramientas que evolucionarán a través de nuevas preguntas y evidencias.

 

Ruta 1 – Empatizar

¿Qué nos incita a conectar con lo que está pasando en el mundo para movernos a la acción?

La agencia de cambio necesita partir de una conexión empática con lo que está ocurriendo en el mundo. Una conexión afectiva, cognitiva y activa que nos permita sentir y entender para pasar a la acción.

La empatía es, ante todo, un ejercicio de alteridad que nos invita a salir de nuestra zona de confort para encontrarnos genuinamente con el otro. Descubrir la diversidad implica abrazar la incomodidad, la incertidumbre y el conflicto, no silenciándolos sino usándolos como fuentes de aprendizaje y crecimiento para construir un mundo más justo y equitativo.

Este enfoque en la alteridad y la diversidad nos ayuda a cuestionar nuestros propios sesgos y privilegios. La empatía sin crítica es peligrosa, ya que puede resultar en acciones que reproduzcan las lógicas y violencias habituales. Una conexión empática y activa requiere de una mirada crítica que nos permita ver más allá de las soluciones superficiales y abordar las causas raíz de los problemas sociales y ambientales. Es una mirada que nos hace conectar no solo con otras personas, sino con aquello más allá de lo humano, aprendiendo y sintiendo fuera de nuestra perspectiva habitual.


Lectura recomendada: 

Educación transformadora. Algunas prácticas de conexión empática (ruta 1)


 

Ruta 2 – Cooperar

¿A quiénes necesitamos tener a nuestro lado para transformar y aprender mano a mano?

Cooperar y coliderar significa que nuestros grupos de jóvenes trabajen mano a mano con otros agentes de la comunidad para transformar el territorio que compartimos.

Situar a la comunidad en el centro del proceso de aprendizaje junto a los aprendices nos lleva a convertir las instituciones educativas en motores de cambio y bienestar para el territorio. Una educación orientada a la acción transformadora vincula los objetivos de aprendizaje con las necesidades y aspiraciones de la comunidad. Abre las fronteras de las escuelas y organizaciones educativas, mapeando los agentes cercanos y tejiendo vínculos basados en la interdependencia positiva, es decir, la creación de objetivos compartidos que solo pueden lograrse desde el apoyo mutuo.

Este enfoque promueve la participación y protagonismo del niño, niña o joven como ciudadano activo, creando una cultura de agencia colectiva dentro de un ecosistema de aprendizaje interconectado. Involucrándose con la comunidad, enseña a los aprendices que pueden participar en proyectos no solo como espectadores sino como actores desarrollando su propia agencia e impacto. Al facilitar estas nuevas colaboraciones, los educadores también crecemos en liderazgo compartido y adaptativo, aprendiendo a tejer relaciones con un potencial increíble y convirtiéndonos también en agentes de cambio.


Lectura recomendada:

Educación transformadora. Algunas prácticas de cooperación (ruta 2)


 

Ruta 3 – Imaginar

¿Qué otras realidades más justas y bellas somos capaces de cocrear?

En un mundo dominado por distopías y soluciones rápidas, la Educación Transformadora nos invita a expandir nuestros imaginarios más allá de lo que consideramos normal. Abrir la mirada implica cuestionar las lógicas e imaginarios que son la base de los sistemas que generaron nuestros problemas, atreviéndose a visionar sociedades y futuros alternativos.

Por eso necesitamos procesos educativos que, desde la diversidad, abran los imaginarios y expandan los límites de lo posible.

Para este ejercicio de apertura de imaginarios, podemos invitar a nuestros grupos a escuchar, crear y contar historias transformadoras que nos muevan hacia nuevos imaginarios y a generar comunidad alrededor de la hoguera.

Tras soñar con esas sociedades construidas sobre otros paradigmas, podemos estimular nuestra creatividad como un proceso del que emergen ideas originales para traer al presente y hacer realidad esos sueños compartidos. El arte y el diseño juegan un papel fundamental en este proceso imaginativo y creativo que nos permite soñar y construir nuevas realidades.


Lectura recomendada:

Educación transformadora. Algunas prácticas para la creación de imaginarios (ruta 3)


 

Ruta 4 – Transformar

¿Qué nos impulsa hacia la acción transformadora?

El camino hacia la transformación social suele comenzar en la infancia. Por eso, nuestro papel como educadores es generar procesos donde nuestros grupos aprendan transformando y transformen aprendiendo, en una pedagogía orientada a la acción y a la incidencia, a través de la que se genera impacto real basado en las necesidades comunitarias.

La Educación Transformadora implica un proceso continuo de acción y reflexión. Quienes aprenden son protagonistas activos de su aprendizaje, pero también de la creación de su realidad y de la transformación de su entorno. Es crucial que nuestros grupos de jóvenes experimenten en acción lo que significa llevar a cabo el cambio que han diseñado. Esto conlleva pasar de concienciar a desarrollar competencias transformadoras para la ciudadanía global.

Ante esta mirada podemos diseñar estructuras de participación, autogestión y emancipación donde este aprendizaje suceda. El viaje de la participación en la educación es un camino que transforma a nuestros grupos de meros espectadores a verdaderos protagonistas de su aprendizaje y de la transformación social.

Este viaje conlleva desarrollar identidad como agentes de cambio. Es en la acción cuando nos identificamos como tales y percibimos nuestro impacto, conectando con nuestro propósito transformador en un mundo en constante cambio.


Lectura recomendada:

Educación transformadora. Algunas prácticas para la transformación (ruta 4)


 

Ruta 5 – Transformación sistémica

¿Cómo transformar la raíz de nuestros problemas para construir desde nuevos paradigmas?

El cambio sistémico nos habla de transformaciones que requieren una mirada profunda hacia estructuras y paradigmas subyacentes, y una mirada amplia hacia las interconexiones del sistema. La mirada profunda nos recuerda que ver un problema significa ver solo la punta de un iceberg. Debajo de la superficie se encuentran las estructuras, los paradigmas y mentalidades que sostienen ese problema.

Transformar con mirada sistémica profunda significa incidir en ellos.

La mirada amplia nos ofrece el marco de las 5R para comprender la amplitud de un sistema y sus conexiones: Recursos, Reglas, Roles, Relaciones y Resultados. Un enfoque holístico que nos proporciona una herramienta valiosa para analizar y transformar de manera integral.


Lectura recomendada:

Educación transformadora: Ejemplos de buenas prácticas de cambio sistémico (ruta 5)


 

Ruta 6 – Transformación institucional

¿Qué estructuras necesitamos construir en nuestra organización para sostener una cultura transformadora?

El cambio institucional conlleva una transformación profunda y sostenible en las instituciones educativas. La cocreación de una cultura organizacional con identidad de Educación Transformadora. Esta cultura se ve reflejada en estructuras y rutinas concretas que hacen realidad esa identidad en el día a día.

Probablemente, la manera más profunda de llevar a cabo este cambio institucional y conectarlo con el cambio sistémico es la construcción de una política prefigurativa: encarnar en el presente, en nuestra organización, los modelos alternativos que imaginamos para el futuro, modelos de sociedad que visionamos y creamos en y con nuestra comunidad, generando un hilo fino de coherencia entre los medios y los fines. Un ejemplo de esto es la pedagogía de los cuidados que emerge como un enfoque clave, poniendo el bienestar y las relaciones en el centro del proceso educativo y de la comunidad.


Lectura recomendada:

Educación transformadora: Ejemplos de buenas prácticas de cambio institucional (ruta 6)


 

Cómo desarrollar la agencia de cambio

El desarrollo de la agencia de cambio es un proceso de transformación personal que nos conecta con nuestra esencia, con la necesidad de transformación del mundo y con nuestra llamada interior como personas capaces de influir en lo que ocurre a nuestro alrededor, generando una chispa de iniciativa y compromiso a la que no podemos dejar de hacer caso una vez que se enciende. La agencia de cambio es una brújula que nos ayuda a encontrar propósito y nos guía para identificar objetivos y movimientos. Supone disponer del poder y las competencias para tomar decisiones en lugar de simplemente aceptar las determinadas por otros y actuar, con motivación y compromiso, hacia la búsqueda y cocreación de mundos más justos y bellos.

En el contexto educativo, la agencia de cambio puede verse cuando aprendices, educadores y comunidades son protagonistas activos en el proceso de aprendizaje y llevan a cabo iniciativas que promuevan el bienestar social, la justicia y el desarrollo integral en sus entornos educativos y más allá de ellos.

Esta agencia no puede viajar sola. Necesita y se alimenta de los retos y sueños de la comunidad que nos rodea. Lo cual nos lleva a construir una agencia colectiva para dar vida a una transformación comunitaria.


Alberto Rico Trigo es psicólogo educativo. Es miembro de la red de formadores del IES Miguel Catalán, y asesor y formador sobre Convivencia Restaurativa y Educación Transformadora. Cofundó Kubbo en 2019, compañía de artes escénicas e innovación social. Como miembro de La Colectiva Catarsis, acompaña a organizaciones en sus procesos de transformación.

Simón Menéndez Sadornil es director de Educación y Jóvenes en Ashoka España. Cofundó Hechos, entidad que trabaja con jóvenes en situación de vulnerabilidad, y ha creado diversos proyectos educativos y sociales, incluyendo modelos de empresa social. Ha sido educador social y profesor de secundaria.


[1] Texto extraído y adaptado de: Alberto Rico Trigo y Simón Menéndez Sadornil (2024). Una educación que transforma. Experiencias de Educación Transformadora para un mundo de agentes de cambio. Fundación Ashoka. Barcelona: Editorial Cuatro hojas. Disponible en este enlace.