Hay que apoyar a los jóvenes que estudian y trabajan para que puedan continuar sus estudios
Proporcionar apoyo financiero, académico y emocional reduce las disparidades educativas y promueve las oportunidades para los y las jóvenes pobres. Esto contribuye a una sociedad más justa.
La búsqueda de la equidad en la educación en Brasil es un desafío continuo, especialmente cuando se trata de jóvenes pobres que atienden la enseñanza media (1) en las escuelas públicas. En nuestros diálogos de investigación con estudiantes jóvenes de clases populares, incluidos quienes asisten a la Educación de Jóvenes y Adultos, hemos escuchado que se sienten solos para enfrentar los desafíos de mantenerse en la escuela. Estos jóvenes viven en un mundo que genera muchas expectativas y pocas posibilidades de cumplirlas. Viven el desafío de insertarse productivamente en la vida social con poco apoyo para la conquista de una profesión en mercados laborales cada vez más precarios y desprotegidos, que se caracterizan por la incertidumbre con respecto al futuro.
La expansión de la enseñanza media para los jóvenes de las clases populares brasileñas es relativamente reciente. Solo a partir de la década de 1990 fue posible observar esta expansión de la enseñanza media en el sistema público, algo que antes estaba reservado a la minoría de las clases media y alta. Y solo a partir de 2009 esta etapa de la enseñanza se convirtió en parte de la educación básica y, por tanto, de la oferta obligatoria de la red pública.
En este artículo, llamamos la atención acerca de los apoyos -materiales y simbólicos- necesarios para ayudar a los jóvenes, especialmente a aquellos que concilian el estudio con el trabajo, a cursar y completar la enseñanza media sin interrupciones y con la calidad necesaria para poder insertarse de manera productiva en la vida social y profesional o, si lo desean, seguir estudiando.
La situación de la enseñanza media en Brasil
En 1991, el 43,1 % de los adolescentes de 15 a 17 años estaban matriculados en la enseñanza media regular, un grupo de edad considerado adecuado para este nivel de educación en el país. En 2011, el porcentaje alcanzó el 64,9 % y, en 2023, el 75 % (IBGE, 2023). Estos datos demuestran que la expansión de la oferta fue continua. En 2023, la distorsión edad/curso (2) en la enseñanza media fue del 19,5 %, inferior al 22,2 % de 2022. La distorsión es mayor en la red pública, especialmente en el primer año de la enseñanza media, y los jóvenes varones tienen tasas de distorsión más altas que las mujeres. Esto se puede atribuir a la transición desde el nivel anterior, la falta de políticas inclusivas y la concentración de escuelas de enseñanza media en las zonas urbanas.
Por otro lado, la expansión de la escuela secundaria a un público más popular y diverso en los últimos treinta años aumentó las expectativas de movilidad escolar y social de los sectores más empobrecidos de la sociedad. La ampliación de la escolarización de la enseñanza media para las clases trabajadoras conlleva el desafío de ofrecer una educación de calidad, una escuela que pueda acoger y apoyar a tantos jóvenes como sea posible y, al mismo tiempo, promueva relaciones sociales y educativas estimulantes y significativas para estas nuevas generaciones que llegan a la escuela.
En Brasil sabemos que la desigualdad tiene color. Un estudio reciente del Observatório da Branquitude (2014) analizó las condiciones de infraestructura de las escuelas brasileñas considerando el perfil racial de sus estudiantes. Se examinaron los datos del censo escolar de 2021 a partir de un índice que define a las escuelas como predominantemente blancas (con un 60 % o más de sus alumnos autodeclarados blancos) y predominantemente negras (con un 60 % o más de sus alumnos autodeclarados negros). Casi el 70 % de las escuelas brasileñas con mejor infraestructura son predominantemente blancas. Y es también en estas escuelas donde el Índice Socioeconómico (INSE) es más elevado. La mayoría de las escuelas con estudiantes predominantemente blancos tienen una biblioteca, un laboratorio de computación, una pista polideportiva y cuentan con una red de saneamiento, mientras que la mayoría de las escuelas con estudiantes predominantemente negros no cuentan con dichas instalaciones y servicios. Asociado con estos datos se observa que el abandono de la enseñanza media es más frecuente entre estudiantes de bajos ingresos.
Los jóvenes brasileños ante el reto biográfico
En un mundo donde la escasez de recursos materiales y simbólicos es una realidad para muchos jóvenes pobres, la construcción del yo ocurre en medio de una compleja red de desafíos. En estas circunstancias, los cuerpos jóvenes a menudo se ven sobrecargados por las crisis sociales sistémicas. No es raro que se culpe a estos jóvenes por decisiones tomadas en condiciones marcadas por desigualdades estructurales, inestabilidad económica y restricciones sociales y culturales heredadas. En este contexto desafiante, las promesas de bienestar social a menudo se desmoronan ante las realidades objetivas de sus vidas.
Los riesgos sociales surgen a una escala de crisis sistémica; sin embargo, recaen de manera desproporcionada en comunidades e individuos específicos. Aunque las transiciones a la edad adulta son cada vez más complejas y no lineales, los jóvenes buscan estrategias personales para lograr su autonomía. En este contexto, se enfrentan a un mayor margen de autonomía en la construcción de sus identidades, pero a la vez afrontan graves inseguridades e incertidumbres con respecto al futuro.
Los retos de conciliar la escuela y el trabajo
Muchos jóvenes de bajos ingresos se enfrentan a la necesidad de trabajar mientras estudian para ayudar a mantener a sus familias o para sufragar sus propios gastos personales. Esta realidad puede imponer una carga significativa a estos estudiantes, ya que necesitan equilibrar las responsabilidades académicas con horarios de trabajo y actividades a menudo extenuantes, que no tienen nada que ver con el contenido educativo y el proceso de escolarización en sí.
Si, por un lado, combinar el estudio y el trabajo es uno de los rasgos generacionales que evidencian la experiencia de vivir como joven en situación de pobreza en Brasil, por otro lado, la vivencia de las relaciones laborales puede contribuir a que los y las jóvenes se den cuenta de los significados de la escolarización para la movilidad económica y social.
Las transformaciones radicales en el mundo del trabajo han priorizado la maximización de los beneficios sobre la protección de los trabajadores. En este contexto, tanto el Estado como las diversas instituciones sociales no han logrado brindar el apoyo necesario a los jóvenes de clases empobrecidas durante la transición a la vida adulta. Esto incluye garantizar oportunidades para una transición fluida entre la escuela y el mercado laboral, así como ofrecer condiciones adecuadas para conciliar los estudios y el empleo.
Con la proliferación del trabajo flexible y precario, la inserción en el mercado laboral se ha vuelto altamente incierta. Los y las jóvenes provenientes de los sectores populares enfrentan una batalla desigual, tratando de equilibrar el trabajo y el estudio, mientras cuestionan el valor de los diplomas en la búsqueda de empleos estables. Aspiran a trabajos que ofrezcan flexibilidad y seguridad, que les permitan no solo tener un salario justo sino también suficiente tiempo libre para disfrutar de la vida.
Para los y las jóvenes matriculados en la Educación de Jóvenes y Adultos (EJA), el regreso a la escuela representa una oportunidad para reevaluar su importancia y posicionarse mejor en la sociedad. Las experiencias vividas en otros espacios y momentos permiten a estos jóvenes comprender la importancia de la escuela, sus códigos y lenguajes, para situarse mejor en la sociedad. Cuando muchos de estos jóvenes comienzan a experimentar los obstáculos causados por la falta de credenciales escolares, ya sea en el mercado laboral o en la vida social, se reconsidera la interrupción de los estudios y el reingreso se convierte en una alternativa. La correlación entre trabajo, estudio y expectativas de futuro influye en las proyecciones de la juventud. Los datos de la investigación Jovens Fora de Série (Brenner, Carrano, 2023), que desarrollamos con jóvenes estudiantes de la EJA, muestran que los y las jóvenes que concilian el trabajo y el estudio tienen mayores expectativas de ampliar su educación, ya sea siguiendo estudios superiores o realizando un curso de formación profesional. Quienes no han vivido esta situación tienden a buscar solo empleo, con menos planificación para el futuro. En tal sentido, la experiencia laboral amplía el campo de proyección del futuro, pero debe ir acompañada de protección y apoyo para conciliar el estudio y el trabajo.
Si, por un lado, trabajar y estudiar es un peso adicional en la vida de los jóvenes estudiantes, por otro podemos decir que los conocimientos y experiencias que aportan a la escuela estos jóvenes que trabajan contribuyen al diálogo entre los conocimientos escolares y los saberes fruto de las experiencias de estos jóvenes trabajadores. Desde esta perspectiva, reconocer que los jóvenes estudiantes trabajadores traen consigo una multiplicidad de conocimientos y experiencias positivas puede dar más vida al ambiente escolar.
Apoyo
Además de los desafíos académicos, los jóvenes que trabajan y estudian al mismo tiempo pueden enfrentar dificultades socioemocionales. El estrés, la sobrecarga y el aislamiento generan falta de tiempo y de disposición para las interacciones sociales y las actividades recreativas. Esta sobrecarga puede conducir a problemas de salud mental, como ansiedad y depresión. Por tanto, es esencial desarrollar políticas públicas y programas educativos que tengan en cuenta la realidad de los jóvenes que necesitan conciliar el trabajo y el estudio. Esto incluye la implementación de políticas que garanticen condiciones de trabajo adecuadas para las y los jóvenes trabajadores, así como la creación de programas de apoyo específicos en las escuelas para reconocer las singularidades de la vida de estos estudiantes. La flexibilidad en los horarios de clases, los programas de tutoría y orientación, el acceso a servicios de salud mental y el apoyo financiero, como becas o auxilios para el transporte y la alimentación, son algunas de las medidas de apoyo que se articulan con las necesidades específicas de los jóvenes que necesitan conciliar el estudio y el trabajo.
En 2024 se inició una política pública nacional que se sumó a otras políticas ya existentes en algunos estados brasileños. El nuevo programa incide directamente en la mejora de los apoyos para que los y las jóvenes del segmento de enseñanza media se mantengan en la escuela. El Programa Pé de Meia (3), lanzado por el Gobierno Federal, ofrece incentivos financieros y educativos para estudiantes de enseñanza media pública, con el objetivo de promover la permanencia y la conclusión de los estudios y reducir las desigualdades sociales. Los beneficiarios reciben 9200 reales (aproximadamente 1800 dólares) durante el período, sujetos a la matrícula, la asistencia, la aprobación y la participación en el Enem (4). Al destinar los recursos directamente a los y las estudiantes, el programa demuestra la confianza del gobierno en la juventud y fomenta su autonomía. El Programa Pé de Meia es prometedor en cuanto a la mejora del rendimiento escolar y por permitir que los jóvenes en situación de vulnerabilidad socioeconómica completen la enseñanza media, evitando el abandono escolar para ayudar al mantenimiento de la familia.
Conclusión
Para mitigar las disparidades, ampliar las oportunidades y nivelar las distancias entre las posiciones sociales de los más pobres y los más ricos, es esencial proporcionar, además de apoyo socioeconómico, refuerzo académico adicional, como programas de apoyo al estudio, tutorías individuales, ampliación de experiencias culturales y libre acceso al material didáctico y la tecnología. Estas medidas ayudan a nivelar el campo de juego y a garantizar que todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades de aprendizaje para construir una escuela justa.
Al proporcionar apoyo financiero, académico y socioemocional al estudiantado, las escuelas pueden desempeñar un papel fundamental en la reducción de las disparidades educativas, además de apoyar las trayectorias escolares de los y las jóvenes pobres en la enseñanza media. Invertir en estas áreas no solo beneficia a los estudiantes individualmente, sino también contribuye a construir una sociedad más justa e igualitaria.
Ana Karina Brenner es doctora en educación. Profesora asociada de la Facultad de Educación y del Programa de Posgrado en Educación (ProPEd) de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) y coordinadora del grupo de investigación Observatório Jovem do Rio de Janeiro/UERJ.
Paulo Carrano es doctor en educación. Profesor asociado IV de la Facultad de Educación y del Programa de Posgrado en Educación de la Universidad Federal Fluminense (UFF). Investigador de Productividad de CNPq y coordinador del grupo de investigación Observatório Jovem do Rio de Janeiro/UFF.
Notas
- La enseñanza media (en portugués, ensino médio) en Brasil es la última etapa de la educación básica. Dura tres años y su franja etaria es entre 15 y 17 años. Como los sistemas educativos varían según los países, optamos por mantener el término enseñanza media en el presente artículo.
- Tener dos o más años de atraso escolar, considerando la edad esperada para cursar a cada año de educación básica.
- La expresión pé de meia (en portugués) se refiere a un ahorro para enfrentar imprevistos. Más información sobre el Programa Pé de Meia en el portal del Ministerio de Educación.
- El Enem (Examen de enseñanza media) es un examen nacional estandarizado y no obligatorio para evaluar a los estudiantes de enseñanza media en Brasil.
Referencias
- IBGE (2023). Resumo Técnico – Censo Escolar da Educação Básica 2023. IBGE, DF, 2024.
- Observatório da Branquitude (ODB) (2024). [1] A cor da infraestrutura escolar (El color de la infraestructura escolar), disponible en este enlace.
- Brenner, Ana Karina; Carrano, Paulo Cesar Rodrigues (2023). “Entre o Trabalho e a Escola: cursos de vida de jovens pobres”. Educação & Realidade, vol. 48, 2023, pp. 1-19, disponible en este enlace.
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La expansión de la enseñanza media para los jóvenes de las clases populares brasileñas es relativamente reciente. Solo a partir de la década de 1990 fue posible observar esta expansión de la enseñanza media en el sistema público, algo que antes estaba reservado a la minoría de las clases media y alta. Y solo a partir de 2009 esta etapa de la enseñanza se convirtió en parte de la educación básica y, por tanto, de la oferta obligatoria de la red pública.
En este artículo, llamamos la atención acerca de los apoyos -materiales y simbólicos- necesarios para ayudar a los jóvenes, especialmente a aquellos que concilian el estudio con el trabajo, a cursar y completar la enseñanza media sin interrupciones y con la calidad necesaria para poder insertarse de manera productiva en la vida social y profesional o, si lo desean, seguir estudiando.
La situación de la enseñanza media en Brasil
En 1991, el 43,1 % de los adolescentes de 15 a 17 años estaban matriculados en la enseñanza media regular, un grupo de edad considerado adecuado para este nivel de educación en el país. En 2011, el porcentaje alcanzó el 64,9 % y, en 2023, el 75 % (IBGE, 2023). Estos datos demuestran que la expansión de la oferta fue continua. En 2023, la distorsión edad/curso (2) en la enseñanza media fue del 19,5 %, inferior al 22,2 % de 2022. La distorsión es mayor en la red pública, especialmente en el primer año de la enseñanza media, y los jóvenes varones tienen tasas de distorsión más altas que las mujeres. Esto se puede atribuir a la transición desde el nivel anterior, la falta de políticas inclusivas y la concentración de escuelas de enseñanza media en las zonas urbanas.
Por otro lado, la expansión de la escuela secundaria a un público más popular y diverso en los últimos treinta años aumentó las expectativas de movilidad escolar y social de los sectores más empobrecidos de la sociedad. La ampliación de la escolarización de la enseñanza media para las clases trabajadoras conlleva el desafío de ofrecer una educación de calidad, una escuela que pueda acoger y apoyar a tantos jóvenes como sea posible y, al mismo tiempo, promueva relaciones sociales y educativas estimulantes y significativas para estas nuevas generaciones que llegan a la escuela.
En Brasil sabemos que la desigualdad tiene color. Un estudio reciente del Observatório da Branquitude (2014) analizó las condiciones de infraestructura de las escuelas brasileñas considerando el perfil racial de sus estudiantes. Se examinaron los datos del censo escolar de 2021 a partir de un índice que define a las escuelas como predominantemente blancas (con un 60 % o más de sus alumnos autodeclarados blancos) y predominantemente negras (con un 60 % o más de sus alumnos autodeclarados negros). Casi el 70 % de las escuelas brasileñas con mejor infraestructura son predominantemente blancas. Y es también en estas escuelas donde el Índice Socioeconómico (INSE) es más elevado. La mayoría de las escuelas con estudiantes predominantemente blancos tienen una biblioteca, un laboratorio de computación, una pista polideportiva y cuentan con una red de saneamiento, mientras que la mayoría de las escuelas con estudiantes predominantemente negros no cuentan con dichas instalaciones y servicios. Asociado con estos datos se observa que el abandono de la enseñanza media es más frecuente entre estudiantes de bajos ingresos.
Los jóvenes brasileños ante el reto biográfico
En un mundo donde la escasez de recursos materiales y simbólicos es una realidad para muchos jóvenes pobres, la construcción del yo ocurre en medio de una compleja red de desafíos. En estas circunstancias, los cuerpos jóvenes a menudo se ven sobrecargados por las crisis sociales sistémicas. No es raro que se culpe a estos jóvenes por decisiones tomadas en condiciones marcadas por desigualdades estructurales, inestabilidad económica y restricciones sociales y culturales heredadas. En este contexto desafiante, las promesas de bienestar social a menudo se desmoronan ante las realidades objetivas de sus vidas.
Los riesgos sociales surgen a una escala de crisis sistémica; sin embargo, recaen de manera desproporcionada en comunidades e individuos específicos. Aunque las transiciones a la edad adulta son cada vez más complejas y no lineales, los jóvenes buscan estrategias personales para lograr su autonomía. En este contexto, se enfrentan a un mayor margen de autonomía en la construcción de sus identidades, pero a la vez afrontan graves inseguridades e incertidumbres con respecto al futuro.
Los retos de conciliar la escuela y el trabajo
Muchos jóvenes de bajos ingresos se enfrentan a la necesidad de trabajar mientras estudian para ayudar a mantener a sus familias o para sufragar sus propios gastos personales. Esta realidad puede imponer una carga significativa a estos estudiantes, ya que necesitan equilibrar las responsabilidades académicas con horarios de trabajo y actividades a menudo extenuantes, que no tienen nada que ver con el contenido educativo y el proceso de escolarización en sí.
Si, por un lado, combinar el estudio y el trabajo es uno de los rasgos generacionales que evidencian la experiencia de vivir como joven en situación de pobreza en Brasil, por otro lado, la vivencia de las relaciones laborales puede contribuir a que los y las jóvenes se den cuenta de los significados de la escolarización para la movilidad económica y social.
Las transformaciones radicales en el mundo del trabajo han priorizado la maximización de los beneficios sobre la protección de los trabajadores. En este contexto, tanto el Estado como las diversas instituciones sociales no han logrado brindar el apoyo necesario a los jóvenes de clases empobrecidas durante la transición a la vida adulta. Esto incluye garantizar oportunidades para una transición fluida entre la escuela y el mercado laboral, así como ofrecer condiciones adecuadas para conciliar los estudios y el empleo.
Con la proliferación del trabajo flexible y precario, la inserción en el mercado laboral se ha vuelto altamente incierta. Los y las jóvenes provenientes de los sectores populares enfrentan una batalla desigual, tratando de equilibrar el trabajo y el estudio, mientras cuestionan el valor de los diplomas en la búsqueda de empleos estables. Aspiran a trabajos que ofrezcan flexibilidad y seguridad, que les permitan no solo tener un salario justo sino también suficiente tiempo libre para disfrutar de la vida.
Para los y las jóvenes matriculados en la Educación de Jóvenes y Adultos (EJA), el regreso a la escuela representa una oportunidad para reevaluar su importancia y posicionarse mejor en la sociedad. Las experiencias vividas en otros espacios y momentos permiten a estos jóvenes comprender la importancia de la escuela, sus códigos y lenguajes, para situarse mejor en la sociedad. Cuando muchos de estos jóvenes comienzan a experimentar los obstáculos causados por la falta de credenciales escolares, ya sea en el mercado laboral o en la vida social, se reconsidera la interrupción de los estudios y el reingreso se convierte en una alternativa. La correlación entre trabajo, estudio y expectativas de futuro influye en las proyecciones de la juventud. Los datos de la investigación Jovens Fora de Série (Brenner, Carrano, 2023), que desarrollamos con jóvenes estudiantes de la EJA, muestran que los y las jóvenes que concilian el trabajo y el estudio tienen mayores expectativas de ampliar su educación, ya sea siguiendo estudios superiores o realizando un curso de formación profesional. Quienes no han vivido esta situación tienden a buscar solo empleo, con menos planificación para el futuro. En tal sentido, la experiencia laboral amplía el campo de proyección del futuro, pero debe ir acompañada de protección y apoyo para conciliar el estudio y el trabajo.
Si, por un lado, trabajar y estudiar es un peso adicional en la vida de los jóvenes estudiantes, por otro podemos decir que los conocimientos y experiencias que aportan a la escuela estos jóvenes que trabajan contribuyen al diálogo entre los conocimientos escolares y los saberes fruto de las experiencias de estos jóvenes trabajadores. Desde esta perspectiva, reconocer que los jóvenes estudiantes trabajadores traen consigo una multiplicidad de conocimientos y experiencias positivas puede dar más vida al ambiente escolar.
Apoyo
Además de los desafíos académicos, los jóvenes que trabajan y estudian al mismo tiempo pueden enfrentar dificultades socioemocionales. El estrés, la sobrecarga y el aislamiento generan falta de tiempo y de disposición para las interacciones sociales y las actividades recreativas. Esta sobrecarga puede conducir a problemas de salud mental, como ansiedad y depresión. Por tanto, es esencial desarrollar políticas públicas y programas educativos que tengan en cuenta la realidad de los jóvenes que necesitan conciliar el trabajo y el estudio. Esto incluye la implementación de políticas que garanticen condiciones de trabajo adecuadas para las y los jóvenes trabajadores, así como la creación de programas de apoyo específicos en las escuelas para reconocer las singularidades de la vida de estos estudiantes. La flexibilidad en los horarios de clases, los programas de tutoría y orientación, el acceso a servicios de salud mental y el apoyo financiero, como becas o auxilios para el transporte y la alimentación, son algunas de las medidas de apoyo que se articulan con las necesidades específicas de los jóvenes que necesitan conciliar el estudio y el trabajo.
En 2024 se inició una política pública nacional que se sumó a otras políticas ya existentes en algunos estados brasileños. El nuevo programa incide directamente en la mejora de los apoyos para que los y las jóvenes del segmento de enseñanza media se mantengan en la escuela. El Programa Pé de Meia (3), lanzado por el Gobierno Federal, ofrece incentivos financieros y educativos para estudiantes de enseñanza media pública, con el objetivo de promover la permanencia y la conclusión de los estudios y reducir las desigualdades sociales. Los beneficiarios reciben 9200 reales (aproximadamente 1800 dólares) durante el período, sujetos a la matrícula, la asistencia, la aprobación y la participación en el Enem (4). Al destinar los recursos directamente a los y las estudiantes, el programa demuestra la confianza del gobierno en la juventud y fomenta su autonomía. El Programa Pé de Meia es prometedor en cuanto a la mejora del rendimiento escolar y por permitir que los jóvenes en situación de vulnerabilidad socioeconómica completen la enseñanza media, evitando el abandono escolar para ayudar al mantenimiento de la familia.
Conclusión
Para mitigar las disparidades, ampliar las oportunidades y nivelar las distancias entre las posiciones sociales de los más pobres y los más ricos, es esencial proporcionar, además de apoyo socioeconómico, refuerzo académico adicional, como programas de apoyo al estudio, tutorías individuales, ampliación de experiencias culturales y libre acceso al material didáctico y la tecnología. Estas medidas ayudan a nivelar el campo de juego y a garantizar que todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades de aprendizaje para construir una escuela justa.
Al proporcionar apoyo financiero, académico y socioemocional al estudiantado, las escuelas pueden desempeñar un papel fundamental en la reducción de las disparidades educativas, además de apoyar las trayectorias escolares de los y las jóvenes pobres en la enseñanza media. Invertir en estas áreas no solo beneficia a los estudiantes individualmente, sino también contribuye a construir una sociedad más justa e igualitaria.
Ana Karina Brenner es doctora en educación. Profesora asociada de la Facultad de Educación y del Programa de Posgrado en Educación (ProPEd) de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) y coordinadora del grupo de investigación Observatório Jovem do Rio de Janeiro/UERJ.
Paulo Carrano es doctor en educación. Profesor asociado IV de la Facultad de Educación y del Programa de Posgrado en Educación de la Universidad Federal Fluminense (UFF). Investigador de Productividad de CNPq y coordinador del grupo de investigación Observatório Jovem do Rio de Janeiro/UFF.
Notas
- La enseñanza media (en portugués, ensino médio) en Brasil es la última etapa de la educación básica. Dura tres años y su franja etaria es entre 15 y 17 años. Como los sistemas educativos varían según los países, optamos por mantener el término enseñanza media en el presente artículo.
- Tener dos o más años de atraso escolar, considerando la edad esperada para cursar a cada año de educación básica.
- La expresión pé de meia (en portugués) se refiere a un ahorro para enfrentar imprevistos. Más información sobre el Programa Pé de Meia en el portal del Ministerio de Educación.
- El Enem (Examen de enseñanza media) es un examen nacional estandarizado y no obligatorio para evaluar a los estudiantes de enseñanza media en Brasil.
Referencias
- IBGE (2023). Resumo Técnico – Censo Escolar da Educação Básica 2023. IBGE, DF, 2024.
- Observatório da Branquitude (2024). A cor da infraestrutura escolar (El color de la infraestructura escolar), disponible en este enlace.
- Brenner, Ana Karina; Carrano, Paulo Cesar Rodrigues (2023). “Entre o Trabalho e a Escola: cursos de vida de jovens pobres”. Educação & Realidade, vol. 48, 2023, pp. 1-19, disponible en este enlace.