El papel de la tecnología en el acompañamiento del alumno 

24 agosto 2024
La tecnología digital facilita la comunicación con las familias y estimula su participación plena en la vida del centro (img.: iStock).

La tecnología digital es mucho más que una mera herramienta. Su presencia envolvente en todas las facetas de nuestra vida social y cultural la convierte más bien en una palanca de transformación, como sostiene este artículo. Pero sus soluciones no son neutras, y de ahí la necesidad de definir las opciones éticas adecuadas para su uso seguro, especialmente en la escuela. 

Cuando se habla de tecnología educativa lo habitual es el enfoque instrumental. La tecnología como herramienta; un mecanismo que nos permite hacer cosas, en este caso del ámbito educativo, en un mundo digital. Pero la realidad es que el desarrollo tecnológico al que estamos llegando en esta nueva revolución tecnológica o Industria 4.0 (Schwab, 2016) hace que esta visión esté en proceso de obsolescencia o cuanto menos, resulte ya limitada. La tecnología está pasando de ser “un medio para un fin” a ser un componente integral que moldea los procesos, influye notoriamente en los comportamientos, tanto individuales como colectivos y que, sin duda, está cambiando las dinámicas de aprendizaje, tanto en lo físico como en lo virtual. Por este motivo, parece percibirse una dimensión transformadora inherente al hecho tecnológico.  

La interacción constante de los alumnos con los medios digitales, tanto dentro como fuera del aula, promueve el desarrollo de habilidades y competencias específicas desde temprana edad, lo que los capacita para resolver problemas de forma distinta a como lo harían sus análogos de generaciones pasadas, además de moldear su capacidad de adaptación, su pensamiento crítico o las habilidades colaborativas. El uso de la inteligencia artificial, la realidad aumentada, la impresión 3D o los entornos virtuales de aprendizaje están generando nuevas dinámicas educativas que permiten mayor personalización de la enseñanza y un aprendizaje más inmersivo y significativo (Luckin et al., 2016).  

No obstante, toda evolución tecnológica plantea interrogantes. ¿Qué sucede con toda la información que se genera en torno al uso de la tecnología educativa? 

La gestión segura de los datos en las escuelas 

En los contextos escolares actuales multitud de procesos transitan por medios digitales. Hoy, la atención se la llevan las tecnologías emergentes o las que han irrumpido con más fuerza en la reflexión sobre la innovación educativa, pero, realmente, podría afirmarse que casi todo aquello que anteriormente era de naturaleza presencial y analógica, ha tendido a virtualizarse. Desde los procesos propios del aula hasta aquellos que trascienden sus límites, buscando optimización y eficiencia. Actividades propias de la función docente, como pasar lista, asignar tareas, calificar o exponer contenido; acciones acometidas por las familias, como autorizar una salida escolar, inscribir a un alumno en una actividad extracurricular o aquellas más pasivas, como recibir una comunicación del colegio; así como procesos de diversa índole como pueden ser la matriculación o la compra de material escolar, ahora son susceptibles de ser gestionados digitalmente y en remoto.  

Esta virtualización implica el procesamiento de grandes volúmenes de datos, muchos de carácter personal, que deben ser asegurados y protegidos al mismo tiempo que necesitan ser accesibles por parte de distintos profesionales de las organizaciones escolares, atendiendo a sus funciones y desempeño.  

Los centros deben garantizar que los datos personales del alumnado y de sus familias están protegidos y se utilizan de manera responsable

La privacidad y seguridad de los datos que custodian los centros educativos es algo crítico y prioritario. Tanto los centros como sus proveedores de software, sean corporaciones públicas o privadas, tienen la obligación de garantizar que los datos personales de los alumnos y sus familias están protegidos y que se utilizan de manera responsable. De ello da debida cuenta el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) de la Unión Europea y las distintas políticas estatales en materia de protección de datos. Además, las instituciones educativas y sus proveedores deben ser transparentes y claros con respecto a cómo se gestionan y utilizan estos datos, estableciendo acuerdos de privacidad y tratamiento de datos a cuenta de terceros que sean robustos y con arreglo a ley.  

De forma general debemos estar tranquilos, ya que los sistemas de almacenamiento en la nube y las tecnologías de cifrado y seguridad ofrecen soluciones solventes para custodiar esta información. 

La “caja fuerte” de la escuela 

Estando claras las obligaciones, hablemos de los deberes.  

Primordialmente, cualquier tecnología implementada en el ámbito educativo debe buscar un efecto positivo en la vida académica de los estudiantes. Desde la orientación a los objetivos de aprendizaje, pasando por la optimización del tiempo, hasta la búsqueda de su bienestar general y correcto desarrollo. Por extensión, debe generar un bien en la Comunidad Educativa. Es decir, con las posibilidades que nos brinda la tecnología, no es suficiente con proteger, sino que debemos “acompañar” al alumno a través del uso de la tecnología, buscando optimizar su desarrollo a lo largo de la trayectoria escolar. Y este “acompañar” no es un simple “estar” o “permanecer” cercano al alumno, sino una predisposición activa, dirigida y con intención que, apoyada en toda la información que nos posibilita la tecnología, busque consecuencias positivas en la vida de los alumnos.  

La metáfora de una caja fuerte ilustra adecuadamente esta cuestión: la seguridad es fundamental, pero dentro de esa caja debe haber contenido significativo, de lo contrario, solo existiría un valor: la protección. Los alumnos tienen que estar seguros y protegidos, sí, pero, al mismo tiempo, bien acompañados. Dentro de la caja fuerte del mundo virtual-educativo debe haber “vida”, información útil, accesible en base a la necesidad y utilizada de forma responsable en favor de los alumnos.  

Por concretar y ejemplificar, dentro de este entorno seguro del ámbito educativo deberían encontrarse elementos como: 

  • Evaluaciones y calificaciones otorgadas. 
  • Seguimiento del absentismo escolar. 
  • Identificación de talentos. 
  • Áreas de mejora y necesidades educativas especiales (NEE). 
  • Informes médicos y psicopedagógicos. 
  • Intervenciones psicoeducativas. 
  • Registros de entrevistas con padres y tutores. 
  • Información sobre el estado emocional y anímico de los alumnos. 

La gestión y uso de estos datos no solo debe garantizar la seguridad y privacidad, sino que tiene que facilitar que sean herramientas activas en el proceso educativo.  

La tecnología debe favorecer un seguimiento más preciso y detallado de cada estudiante, permitiendo intervenciones tempranas y adecuadas cuando sea necesario. Además, debe ofrecer una plataforma para la comunicación efectiva entre estudiantes, padres y educadores, promoviendo un entorno abierto de apoyo y colaboración. Por tanto, para conseguir impactar positivamente en la vida de los estudiantes, el uso meramente instrumental de lo digital debe ser superado.  

Si permitimos que la función transformadora de la tecnología permee en las realidades y prácticas educativas conseguiremos suprimir barreras de aprendizaje y otros escollos que puedan afectar al correcto desarrollo escolar, pudiendo monitorizar los ritmos y trayectorias de los alumnos, explotar los datos debidamente y actuar en consecuencia.  

En definitiva, estaremos incrementando la democratización, la equidad educativa y permitiendo que la escuela trascienda su rol meramente académico y tenga, además, un efecto positivo en la vida integral de los alumnos. 


Carlos Fernández Barral es gerente corporativo de producto tecnológico en SM Educamos. 


Referencias  

  1. Schwab, K. (2016). The Fourth Industrial Revolution. Ginebra: World Economic Forum. Recuperado de este enlace.
  2. Luckin, R., Holmes, W., Griffiths, M., & Forcier, L. B. (2016). Intelligence Unleashed: An Argument for AI in Education. Pearson. 
  3. Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) de la Unión Europea. (2016). Recuperado de este enlace. 
  4. West, D. M. (2012). Big Data for Education: Data Mining, Data Analytics, and Web Dashboards. Governance Studies at Brookings. Recuperado de este enlace. 

Para saber más

Clima Escolar, acoso y tecnología